Saltan las alarmas del consumo

Los lectores opinan sobre los problemas de abastecimiento, la ansiedad, el cocinero José Andrés y la violencia machista

Un cliente mira una estantería vacía en un supermercado de Londres el pasado mes de septiembre.TOLGA AKMEN (AFP)

Han saltado las alarmas: la escasez de algunos materiales y componentes, el precio de la energía y el colapso de la distribución marítima van a crear cierta escasez en el mercado. Pero, en realidad, para ayudar al planeta tendríamos que reducir el consumo individual, hasta llegar al ascetismo, y reivindicar el decrecimiento económico como una opción política y social absolutamente necesaria. La gran c...

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Han saltado las alarmas: la escasez de algunos materiales y componentes, el precio de la energía y el colapso de la distribución marítima van a crear cierta escasez en el mercado. Pero, en realidad, para ayudar al planeta tendríamos que reducir el consumo individual, hasta llegar al ascetismo, y reivindicar el decrecimiento económico como una opción política y social absolutamente necesaria. La gran coartada, el bálsamo mágico que ha permitido que las cosas hayan sido así, hasta 2008, fue el consumo; en esta parte del planeta, todavía hay casi para todos, en una oferta extensa e intensa a la vez, con un único requisito: tener poder adquisitivo. El entorno natural no puede soportar el riesgo que significa la extensión del consumismo occidental universalmente; los riesgos ambientales son insoportables para el planeta. Se trataría de que todos pudiéramos acceder a ese bienestar mínimo imprescindible que, garantizando universalmente la dignidad humana, no ponga en riesgo la sostenibilidad del planeta. Dignidad y Tierra son los objetivos.

Luis Fernando Crespo Zorita. Las Rozas (Madrid)

Ansiedad

Me despierto a las tres de la madrugada. Otra vez. Doy vueltas en la cama intentando dormir. No puedo. Se me vienen a la cabeza un montón de momentos vergonzosos y estresantes que no quería recordar en ese momento. Pensamientos intrusivos. Se me hace más difícil dormir. Me pongo a ver una serie, a ver si así vuelve el sueño. Pero no. Tengo insomnio. He probado muchas pastillas, pero mi problema no es que no esté cansada, no es que no quiera dormir. Mi problema está en mi cabeza. No estoy loca. Tengo ansiedad. Me preocupo demasiado. Le doy vueltas a las cosas. Anticipo todo lo malo que me puede suceder. Me siento una carga. Oculto los síntomas. Y mi ansiedad empeora.

Paola Pérez Poza. Guadalajara

Gracias, José Andrés

Este gran hombre, orgulloso de ser asturiano, catalán, español y estadounidense se definió, en los Premios Princesa de Asturias, como un inmigrante del mundo. No dejó de sorprenderme con su testimonio cuando en el teatro Campoamor fue galardonado con el premio de la Concordia por su labor social y humanitaria junto a la ONG que él mismo fundó, World Central Kitchen. En una de las frases que pronunció dijo: “El mundo necesita mesas más largas, en las que la comida pueda servir para unirnos y no muros más altos que nos mantengan separados”. Gracias a José Andrés por alimentar al mundo de esperanza.

Gema Abad Ballarín. Campo (Huesca)

No es amor

Después de leer el último informe sobre la desprotección de las menores de 18 años que sufren violencia de género, publicado por Save The Children y titulado No es amor, me quedo asustada del poco avance que estamos consiguiendo en la sociedad. Se asegura en este informe que el 6,2% de las adolescentes de 16 y 17 años ha sufrido violencia física por parte de sus parejas o exparejas. Son datos aterradores y con los que deberíamos reflexionar acerca del tipo de educación que reciben los jóvenes y sobre la necesidad de realizar mayores esfuerzos para que se sientan involucrados y puedan comprender el peligro que entraña toda esta situación.

Nagore Madinabeitia Franco. Portugalete (Vizcaya)

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