El tiempo le da la razón a Lula

Al hombre que presidió Brasil entre 2003 y 2011 le toca hilar fino para alejar a Bolsonaro del poder

El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva, en las oficinas del Sindicato de los Metalúrgicos en São Bernardo do Campo, Brasil, el pasado marzo.Andre Penner (AP)

A un año de las elecciones presidenciales en Brasil, el izquierdista Lula da Silva tiene el camino despejado para dar la batalla frente al presidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha. Lula ...

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A un año de las elecciones presidenciales en Brasil, el izquierdista Lula da Silva tiene el camino despejado para dar la batalla frente al presidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha. Lula recuperó los derechos políticos en marzo pasado, cuando el Tribunal Supremo brasileño anuló las dos condenas por corrupción que mantuvieron preso 19 meses al líder del Partido de los Trabajadores y que, por decisión de esa misma corte, le impidieron medirse en las urnas con Bolsonaro en 2018. A la anulación de las condenas le siguió otro fallo judicial de calado, el que consideró que el juez Sergio Moro no fue imparcial al juzgar a Lula. Esta sentencia ha tenido un efecto cascada cristalizado en una serie de decisiones judiciales que en los últimos meses ha supuesto el cierre de prácticamente todos los casos contra el hombre que presidió Brasil de 2003 a 2011. Solo le queda un caso penal abierto, según su defensa.

El tiempo está dándole la razón a Lula en dos aspectos: siempre proclamó su inocencia y su confianza en los tribunales brasileños. Y siempre se consideró víctima de una persecución judicial en el marco de la Operación Lava Jato, la investigación de lavado de dinero que acabó destapando sobornos de Petrobras en cuatro países. En concreto, Lula denunciaba ser una presa del juez Moro, cuya actuación parcial quedó demostrada por sus pares.

Salvo sorpresa mayúscula, tanto Lula como Bolsonaro serán candidatos en las elecciones a doble vuelta previstas para octubre de 2022. El dirigente del PT lidera las encuestas con holgura, pero es improbable que los votos de la izquierda por sí solos logren derrotar al ultra Bolsonaro. Lula necesita forjar una alianza amplia como la que le dio su primera victoria electoral, en su cuarto intento, hace casi dos décadas. Tiene a su favor la erosión de Bolsonaro por los 600.000 muertos que ha dejado en Brasil la covid-19 y la crisis económica. Un informe del Senado brasileño, presentado ayer, recomienda que el presidente sea acusado de crímenes contra la humanidad por su gestión de la pandemia. Pero Lula tiene en contra el recelo de buena parte de la élite y de los medios, además de las restricciones por la pandemia. Si Bolsonaro reina en redes sociales, el hábitat natural de Lula es el contacto directo con los electores, los mítines y los abrazos.

Muchos brasileños se han arrepentido de haber votado al militar retirado, pero eso no implica disposición a apoyar al Partido de los Trabajadores dentro de un año, aunque el odio a Lula y a su partido pierde fuerza mientras el antibolsonarismo avanza. Lula, que a lo largo de su carrera ha demostrado ser un buen estratega, deberá hilar fino para construir una coalición que diluya el rechazo que todavía suscita y aúne fuerza suficiente para convertir la presidencia del populista de ultraderecha Jair Bolsonaro en una pesadilla pasajera.

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