Regreso al futuro del laborismo

Keir Starmer rescata el centrismo de los noventa para construir la alternativa a Boris Johnson

El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, este miércoles, durante su discurso de apertura del congreso anual celebrado en Brighton.JUSTIN TALLIS (AFP)

El congreso del Partido Laborista celebrado esta semana en Brighton ha pasado página definitivamente de la etapa de izquierdismo sin complejos que lideró Jeremy Corbyn. El nuevo líder es sir Keir Starmer, exfiscal londinense de 59 años, poco carismático y cuya propuesta para recuperar el poder es un giro al centro q...

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El congreso del Partido Laborista celebrado esta semana en Brighton ha pasado página definitivamente de la etapa de izquierdismo sin complejos que lideró Jeremy Corbyn. El nuevo líder es sir Keir Starmer, exfiscal londinense de 59 años, poco carismático y cuya propuesta para recuperar el poder es un giro al centro que recuerda poderosamente a la estrategia de Tony Blair en los años noventa. Starmer asumió el liderazgo en abril de 2020, en pleno impacto mundial de la pandemia, una realidad que apenas le ha dejado espacios para construir y transmitir un mensaje propio. Su perfil internacional es nulo. Comenzó a salir de esta situación el miércoles, con su primer discurso en persona ante los delegados del partido.

Starmer consiguió limitar las críticas del izquierdismo de bandera, prácticamente anulado internamente, e imponer un mensaje que presenta al laborismo como el partido de la estabilidad y el pragmatismo frente a las bufonadas y la improvisación permanente del actual primer ministro. Starmer afirma que los problemas del Reino Unido se resumen en dos: la inseguridad y la desigualdad de oportunidades, ambos agravados por Gobiernos tories que han empequeñecido la protección del Estado. Es un mensaje para las clases medias empobrecidas que primero votaron por el Brexit y, a continuación, abandonaron un laborismo en cuyo discurso izquierdista no se reconocían. Asuntos como las nacionalizaciones o subidas radicales del salario mínimo han desaparecido de escena.

La crisis de las gasolineras ha proporcionado el hueco para que los laboristas conecten un primer golpe político criticando la gestión de Downing Street. Seguramente no faltarán nuevas oportunidades, según se sigan expandiendo por la economía las ondas del Brexit. La estrategia es atacar su gestión pero no el elefante en la habitación, que es el Brexit mismo, entre otras cosas porque tampoco el laborismo ha reconocido el fracaso de su propia ambigüedad e incluso de su consentimiento hacia el Brexit. Europa no puede esperar a corto plazo un viraje de la izquierda británica en este asunto, ni va a ser la Unión la que reabra el debate. Lo que sí aporta Starmer es la propuesta de una nueva relación constructiva con Bruselas, alejada de la confrontación de Johnson.

En las elecciones de 2019, los laboristas cosecharon el peor resultado desde 1935. Entre este congreso y la próxima cita con las urnas, que podría ser para la primera mitad de 2023, los laboristas necesitan ganar más de 120 escaños y muchos de ellos están en distritos rurales o modestos que votaron por la salida de la UE en 2016 y prefirieron a un personaje como Boris Johnson antes que a un viejo socialista. Girar al centro e ignorar el Brexit es una estrategia cuyo acierto es aún difícil de valorar, pero es la salida que propone Starmer después del trauma electoral.

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