El alboroto de la pirámide
Si sale adelante el proyecto de Nacho Cano, habría que rescatar las naumaquias de Carmona
Los proyectos faraónicos son un buen material para el humor: todo lo que es solemne, grandilocuente o simplemente muy grande está a un paso de la parodia. El último caso ha sido la idea de Nacho Cano para Madrid, avanzada por Hortaleza Periódico Vecinal y recogida también en EL PAÍS...
Los proyectos faraónicos son un buen material para el humor: todo lo que es solemne, grandilocuente o simplemente muy grande está a un paso de la parodia. El último caso ha sido la idea de Nacho Cano para Madrid, avanzada por Hortaleza Periódico Vecinal y recogida también en EL PAÍS: una pirámide azteca en la avenida de Machupichu, donde se representará un espectáculo musical dedicado a Hernán Cortés.
En Twitter se recordaban otros planes descomunales que acabaron en nada, comenzando por el Coliseo de las Tres Culturas. Esta iniciativa contemplaba la construcción de tres teatros y una zona comercial también en Hortaleza. Y era un proyecto nada menos que de José Luis Moreno, actualmente investigado por blanqueo de capitales.
En las hemerotecas encontramos más ejemplos de ideas grandes (de tamaño), como la noria más alta de Europa que Begoña Villacís anunció en marzo de 2020, justo antes del confinamiento, y que también fue objeto de sátira tuitera. Por no hablar de la ocurrencia de Eurovegas. Cuando en 2016 se confirmó el fracaso de este macrocentro de compras y apuestas, Cinco Días repasó en un artículo otras iniciativas parecidas, como el Reino de Don Quijote, que preveía la construcción de un hotel y casino de cinco estrellas en Ciudad Real, o BCN World, otro megacomplejo de casinos cuyas obras se han ido aplazando. Ojalá se olviden, a no ser, como se comentó en Twitter en su momento, que el proyecto del grupo Hard Rock incluya la construcción de un hotel con forma de guitarra gigante, como el que abrió sus puertas en Florida en 2019.
Mi propuesta disparatada favorita es la de las naumaquias. El candidato socialista al Ayuntamiento de Madrid en las elecciones de 2015, Antonio Miguel Carmona, propuso organizar obras operísticas y teatrales en escenarios acuáticos del Retiro y de la Casa de Campo, al estilo de las naumaquias de los tiempos romanos. No pasó de propuesta electoral, pero creo que fuimos demasiado duros con ella. Donde me pongan una naumaquia, que se quiten los casinos... Eso es imbatible.
Cuando se presentan estos planes, la referencia inevitable en Twitter es el episodio del monorraíl de Los Simpson. En este capítulo, un estafador convence a los residentes de Springfield para que financien un monorraíl, usando una pegadiza canción al estilo de los musicales: “¿No armará mucho alboroto? ¡Verá, señora, yo ni lo noto!”. El capítulo satiriza los argumentos habituales que esgrimen los defensores de estos proyectos, como el atractivo para el turismo y la creación de puestos de empleo. Y, como de costumbre, nadie hace caso a Marge, la voz de la sensatez, que sugiere usar el dinero para reparar la calle principal. El urbanismo más útil se ve poco, aunque se note mucho, y los candidatos acaban sintiendo la necesidad de estampar su firma en forma de grandes moles que griten su nombre al cielo.
Hablando de grandes moles, si alguien compara un proyecto con el monorraíl ya deberíamos sospechar, pero es que la idea de Cano también recordó a la que tuvo otro personaje de Matt Groening: Bender, el robot de Futurama. En un episodio esclaviza a los habitantes de un planeta parecido al Egipto de los faraones y les obliga levantar una estatua gigante que expulsa fuego por los ojos y grita: “¡Me recordaréis!”. Al final del capítulo, los protagonistas, incluido Bender, tienen que elegir entre morir en el interior de la estatua o demolerla y liberarse. No es difícil interpretar este final como una metáfora aplicable a todos estos proyectos mastodónticos.