Desolladero

La pandemia de la covid-19 ha sido para los toros más nefasta que lo fue la guerra. El negocio ha sido diezmado

Fachada principal de la plaza de toros de Las Ventas (Madrid).Joaquín Corchero (Europa Press)

Dijo el torero Domingo Ortega: ”Eso de la raza, la bravura y la nobleza del toro es una cosa muy difícil de explicar; es como el español, que está tranquilo mientras no le tocan la querencia, que no ataca si no lo molestan, pero en cuanto algo se le tuerce, se arranca y te arrea sin más, aunque primero avise, eso sí, como hace el toro”. De hecho, según la visión trágica de este torero, en julio de 1936 empezó en España la fiesta nacional propiamente dicha. Sonaron los clarines y durante tres años seguidos se desarrolló por todo el país una lección aplicada del arte de matar. Los españoles baja...

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Dijo el torero Domingo Ortega: ”Eso de la raza, la bravura y la nobleza del toro es una cosa muy difícil de explicar; es como el español, que está tranquilo mientras no le tocan la querencia, que no ataca si no lo molestan, pero en cuanto algo se le tuerce, se arranca y te arrea sin más, aunque primero avise, eso sí, como hace el toro”. De hecho, según la visión trágica de este torero, en julio de 1936 empezó en España la fiesta nacional propiamente dicha. Sonaron los clarines y durante tres años seguidos se desarrolló por todo el país una lección aplicada del arte de matar. Los españoles bajaron de los tendidos a la arena y se lidiaron mutuamente hasta convertir el solar de la patria en un auténtico desolladero. Al toro de carne y hueso ni siquiera se le dejó en paz. Durante la guerra se siguieron dando corridas. En el bando republicano los toreros hacían el paseíllo puño en alto y en el bando nacional salían al ruedo ejecutando el saludo romano. Era la representación más fidedigna de la matanza que sucedía fuera de la plaza. La pandemia de la covid-19 ha sido para la fiesta nacional más nefasta que lo fue la guerra. El negocio taurino ha sido diezmado, este año tampoco habrá feria de San Isidro y no seré yo quien se alegre del mal ajeno, pero es evidente que pasado lo peor de la peste la corrida de toros trata de resetearse solo impulsada por un nacionalismo español beligerante. Si no le era del todo, ya lo es. Los toros son el santo y seña de la derecha. A partir de ahora cualquier corrida que se celebre será siempre un acto de afirmación ideológica, un desplante patriótico frente a la izquierda que se medirá con puyazos, banderillas, estocadas, descabellos y arrastres. El diestro Domingo Ortega remedó en profundidad los versos de Machado: españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, según como te pille la vida, una de dos, serás toro o matador.

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