Ayuso lo sabe
Hiperconsciente de su imán para focos y micros, suele tirar del rojo, el blanco y el negro, tonos tan carentes de matices como su discurso, cuando quiere asegurarse la foto
Gusta Isabel Díaz Ayuso de vestir el cargo con faldas largas prolongándole el tronco, cinturones anchos ciñéndole el talle y chaquetas armadas marcándole los hombros. Una suerte de traje de guerra, a la vez escudo y ariete, con el que enfrentarse al mundo que la ama o la odia, ora cual heroína guiando al pueblo, ora cual mártir ardiendo en la pira. Guapa y rotunda de cuna, crecida dos palmos por las palmas propias y los pitos ajenos, la presidenta en funciones de Madrid po...
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Gusta Isabel Díaz Ayuso de vestir el cargo con faldas largas prolongándole el tronco, cinturones anchos ciñéndole el talle y chaquetas armadas marcándole los hombros. Una suerte de traje de guerra, a la vez escudo y ariete, con el que enfrentarse al mundo que la ama o la odia, ora cual heroína guiando al pueblo, ora cual mártir ardiendo en la pira. Guapa y rotunda de cuna, crecida dos palmos por las palmas propias y los pitos ajenos, la presidenta en funciones de Madrid posee una poderosa telegenia y lo sabe. Hiperconsciente de su imán para focos y micros, suele tirar del rojo, el blanco y el negro, tonos tan carentes de matices como su discurso, cuando quiere asegurarse la foto. El titular lo tiene solo con soltar la consigna del día con ese tonito de hija del pueblo de Madrid más chula que Pichi el del chotis, tan grato para su público como desquiciante para el resto. Lo que dice es, a veces, lo de menos. Hacer que hace. Faroles sin luces. Leña al fuego. Pero sabe que el odio de unos aviva el amor de otros, y viceversa, y lo explota a muerte. Si hay que recular, se recula. El pescado ya está vendido. Y vamos nosotros, todos, y lo compramos.
Ayer, una instantánea de Ayuso destapando a un muñeco de goma haciendo las veces de paciente en una cama de prácticas del Hospital 12 de Octubre la retrataba mejor que un escáner. Alejandro Martínez, único fotógrafo no oficial en la visita, no podía creerse que la señora presidenta fuera a servirle tamaño documento gráfico en bandeja: una política en campaña convenciendo a un votante de atrezo. Otro hubiera evitado el charco, ella fue de cabeza. Apuesto a que sabía que iba a ser carne de meme y que, cuantos más memes de los rivales, más votos de los suyos. Y mientras, muchos, muertos de risa con Ayuso y sus ayusadas. El problema será si deja de dar risa para dar miedo. Al primero, a su jefe de siglas, un tal Casado, Pablo. ¿Recuerdan?