El último baile
Esta noche, do me halle, al amor del cava y el fulgor de la vacuna al final del túnel, perrearé por Bunny bajando hasta donde me deje la artrosis para darle por donde yo te diga al año que acaba
Llevo 10 meses sin bailar: yo, que, con un dedal de priva, te bailo la melodía del móvil. La última vez fue un sábado de febrero en Mérida, cerca del arco de Trajano, de vuelta de un viaje de trabajo. Íbamos dos vejestorios de retirada al hotel a la hora de las gallinas, entramos sin saberlo a tomar la última al garito de moda del pueblo, aún desierto tan temprano, y le hicimos tanta gracia al jefe que nos invitó a sendos gin tonics premium por tener con quién pegar la hebra mientras llegaba la chavalada. Fueron llegando, en efecto, ninfas y efebos, y, entre el choteo propio y ajeno, ot...
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Llevo 10 meses sin bailar: yo, que, con un dedal de priva, te bailo la melodía del móvil. La última vez fue un sábado de febrero en Mérida, cerca del arco de Trajano, de vuelta de un viaje de trabajo. Íbamos dos vejestorios de retirada al hotel a la hora de las gallinas, entramos sin saberlo a tomar la última al garito de moda del pueblo, aún desierto tan temprano, y le hicimos tanta gracia al jefe que nos invitó a sendos gin tonics premium por tener con quién pegar la hebra mientras llegaba la chavalada. Fueron llegando, en efecto, ninfas y efebos, y, entre el choteo propio y ajeno, otro copazo por agradecer el gesto, y el tam-tam de Bad Bunny penetrándonos por todos los orificios, acabamos cual reyes de la pista con lo más moderno de la juventud emeritense haciéndonos corro. La posterior resaca constató los hechos: no estamos para esos trotes; la cosa no es como empieza, sino como acaba; y el premium de la ginebra sería, si acaso, el de la garrafa.
Da igual. Que nos quiten lo bailado. Diez días después vino la pandemia, el confinamiento y el incesante alud de muertos, y se me quitaron las ganas de bailar de cuajo. Suspendieron las Fallas, la Semana Santa, la Feria de Abril, las Cruces de Mayo, las hogueras de San Juan, los sanfermines, el Pilar, todas las verbenas de todos los pueblos y, para cuando se fue el verano y llegó la segunda ola, mis propias penas sumadas a las de todos terminaron de oxidarme el ánimo y las caderas. Hasta aquí hemos llegado. Esta noche es Nochevieja y ganas me dan de volver al lugar del crimen. No podrá ser. El garito sobrevive, aunque cierra antes que abría. Pero esta noche, do me halle, al amor del cava y el fulgor de la vacuna al final del túnel, perrearé por Bunny bajando hasta donde me deje la artrosis para darle por donde yo te diga al año que acaba sin que empiece el nuevo. Todos sabemos que el año se abre en septiembre. Y este, vacuna mediante, más que nunca.