Columna

Riesgos de cola

Cabe preguntarse si se ha valorado el riesgo de que descarrile el Plan de Recuperación

Pedro Sánchez durante la presentación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española.Jesús Diges (EFE)

El término hace referencia a esa clase de riesgos a los que no debería prestársele demasiada atención en la medida en que su materialización, aunque posible, resulta poco probable. Tales riesgos son, empero, muy dañinos si acaban por hacerse efectivos. Este puede ser el caso de la situación que vive la Unión Europea con las dificultades de aprobación del Plan de Recuperación que movilizará 750.000 millones, captados en el mercado por la Comisión, para uso de los Estados que lo necesiten. España recibirá, como es ya sabido, 140.000 millones que tendrá que invertir de forma eficiente en proyecto...

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El término hace referencia a esa clase de riesgos a los que no debería prestársele demasiada atención en la medida en que su materialización, aunque posible, resulta poco probable. Tales riesgos son, empero, muy dañinos si acaban por hacerse efectivos. Este puede ser el caso de la situación que vive la Unión Europea con las dificultades de aprobación del Plan de Recuperación que movilizará 750.000 millones, captados en el mercado por la Comisión, para uso de los Estados que lo necesiten. España recibirá, como es ya sabido, 140.000 millones que tendrá que invertir de forma eficiente en proyectos transformadores.

El procedimiento que impone el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea para la aprobación del citado plan —como parte del Marco Financiero Plurianual— es particularmente complejo, si atendemos tanto al número de instituciones que intervienen (comisión, Consejo Europeo, parlamento, consejo y parlamentos nacionales) como al propio sistema de votación (unanimidad). A pesar de los problemas que puede anticipar el procedimiento descrito, no parece realista considerar un escenario en el que el plan no se apruebe. Las consecuencias serían simplemente desastrosas para la propia significación presente y futura de la integración europea, además de resultar inasumible para las economías de estados como el nuestro. Con todo, tras el visto bueno otorgado al plan por el Consejo Europeo en julio y el apoyo del Parlamento Europeo logrado hace unas semanas, la realidad es que algunos estados han expresado su voluntad de vetarlo. La presidencia semestral alemana en el consejo tendrá que esforzarse en los próximos días para encontrar la manera de vencer el bloqueo de Polonia y Hungría, si quiere cerrar ya la aprobación del plan en las instituciones europeas, antes de dar paso al pronunciamiento imprescindible de los veintisiete parlamento<CW-12>s nacionales.

A la vista de todo lo expuesto, es pertinente preguntarse si hemos valorado en su justa medida el riesgo de que el Plan de Recuperación descarrile. No lo tengo claro. En cualquier caso, para el supuesto de que la situación se complique más, ¿contamos con escenarios alternativos que permitan sortear los obstáculos y hacer efectivo el acceso rápido a los recursos económicos? Entiendo que se está trabajando en ello, pero quiero recordar que jurídicamente no hay demasiado margen para ignorar las reglas que impone el tratado, lo que obligará a conducir la negociación por el espacio de las concesiones políticas. Dado que el veto de Polonia y Hungría tiene origen en la condicionalidad democrática que introdujo el Parlamento, la pregunta parece obvia: ¿podrá mantenerse? Y, si no es así, ¿resulta aceptable la desnaturalización de un acuerdo adoptado con total convicción de la Eurocámara?

El trabajo que tiene por delante la presidencia alemana no se presenta nada fácil. Todo invita a pensar que Angela Merkel será capaz de deshacer el nudo, aunque sería bueno saber si será a costa de prescindir de nuevas (y muy necesarias) herramientas para salvaguardar el fundamento democrático mismo de la Unión.

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