Ernest
Fui alumno en Barcelona de Ernest LLuch y, sin lugar a dudas, sus lecciones y los estudios de John Stuart Mill y David Ricardo, fuentes de las que partían siempre sus enseñanzas en el conocimiento de Marx, me sirvieron para tener unos conocimientos que tanto me han ayudado a comprender muchas cosas, además de una amistad entrañable de la que aprendí tanto. Ernest, como bien se dice en este diario, era un lector empedernido, se leía hasta los programas de mano, y tenía una lucidez fuera de lo común. Ayudante de Fabián Estapé, tenía un don especial para la amistad, no dejaba ningún cabo suelto. ...
Fui alumno en Barcelona de Ernest LLuch y, sin lugar a dudas, sus lecciones y los estudios de John Stuart Mill y David Ricardo, fuentes de las que partían siempre sus enseñanzas en el conocimiento de Marx, me sirvieron para tener unos conocimientos que tanto me han ayudado a comprender muchas cosas, además de una amistad entrañable de la que aprendí tanto. Ernest, como bien se dice en este diario, era un lector empedernido, se leía hasta los programas de mano, y tenía una lucidez fuera de lo común. Ayudante de Fabián Estapé, tenía un don especial para la amistad, no dejaba ningún cabo suelto. Catedrático después en Valencia, dirigió en Badajoz un seminario inolvidable de desarrollo, que llevaba el nombre de Bravo Murillo. Nunca perdí su contacto, hasta el día terrible en que fue asesinado. Y nunca olvidaré su última llamada siendo ministro: “Maqueto, que voy a ver tu obra, cuando salga del ministerio”. Terrible.
Manuel Martínez Mediero. Badajoz