Columna

Falta el otro paso

Converger en el centro es lo que hace falta en nuestro país. ¿Imposible? Simplemente difícil

Pablo Casado tras su intervención durante la segunda sesión del pleno en el que se debatía la moción de censura planteada por Vox.EUROPA PRESS/E. Parra. POOL (Europa Press)

Por una vez, todos de acuerdo: el discurso de Pablo Casado en la moción de censura presentada por Abascal cambió la imagen vacilante de un PP acomplejado ante Vox y convirtió a su máximo dirigente en un líder. La imagen del PP vuelve a ser la de un partido conservador alejado del populismo. Esta fue la idea básica que trasmitió Casado.

El líder de un partido democrático es aquel que tiene autoridad suficiente para que sus ideas y posiciones sean seguidas por los suyos debido a que él...

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Por una vez, todos de acuerdo: el discurso de Pablo Casado en la moción de censura presentada por Abascal cambió la imagen vacilante de un PP acomplejado ante Vox y convirtió a su máximo dirigente en un líder. La imagen del PP vuelve a ser la de un partido conservador alejado del populismo. Esta fue la idea básica que trasmitió Casado.

El líder de un partido democrático es aquel que tiene autoridad suficiente para que sus ideas y posiciones sean seguidas por los suyos debido a que él las propone. Un líder populista es aquel que ausculta previamente a los suyos para decirles lo que les gusta aunque él no lo comparta o lo crea imposible. Pues bien, Casado se ha convertido en un líder democrático porque se ha arriesgado a decir lo que pensaba y su mensaje ha sido recibido con entusiasmo.

Por tanto, el PP ha dado un paso importante para que en España se gobierne de nuevo desde el centro político, un centro ciertamente amplio en el que sólo tienen cabida los partidos que defienden el sistema constitucional, tanto en su letra como en su espíritu, para que se continúe el indudable progreso emprendido desde la Transición. Ahora falta que ese paso al centro amplio lo dé también el otro gran partido, el PSOE, atascado desde hace unos años en coaliciones y alianzas con partidos populistas y nacionalistas que continuamente están desestabilizando este sistema con la voluntad explícita de acabar con él.

Estamos en una situación muy complicada, es una obviedad decirlo. No es una crisis más, es una crisis múltiple, como destaca el reciente documento del Círculo Cívico de Opinión. Nos afecta y afecta también a nuestra reputación internacional. La crisis de 2008 y el 15-M puede ser una simple nota a pie de página si lo comparamos con lo que se nos viene encima. Algunos opinan que es mejor que Podemos esté en el gobierno para así controlar a los suyos. Se equivocan: la ola de una explosión de cólera social les pasará por encima como a los girondinos, a los mencheviques, a tantos otros. Ellos lo saben.

Pero hay remedio. Se necesita un gran acuerdo político entre los dos grandes partidos que genere una masa crítica sobre lo que se debe hacer para salir de esta lo mejor posible, sin que nadie se quede atrás. Ello requiere estabilidad gubernamental y recuperación de la confianza.

El PP ya ha dado el primer paso. Ahora falta que lo haga el PSOE. Converger en el centro es lo que hace falta en nuestro país. ¿Imposible? Simplemente difícil. Pero los estadistas, los hombres de Estado, no nacen sino que se hacen y siempre en ocasiones tan graves como esta.

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