Columna

Trumpismo madrileño

Quemar los puentes. Acusar al Gobierno de autoritario, como ha hecho Díaz Ayuso, no hace sino empezar a dar por bueno que cualquier estrategia es legítima para librarse de semejante yugo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida.Chema Clares (EFE)

Algunos ya ni siquiera disimulan en los actos oficiales. Ceño fruncido o mirada huidiza frente a “los otros”. Lo hemos visto esta semana en la celebración de la Fiesta Nacional. Hace tres años nos pasamos meses diciendo que algo se había quebrado tras el otoño separatista catalán y ahora ese quiebro afecta a una parte considerable de la política española. La pandemia no ha hecho sino acelerar la decisión de convertir al adversario en enemigo. Quemar los puentes. Acusar al Gobierno de autoritario, como ha hecho la presidenta Díaz Ayuso en el Financial Times, no hace sino empezar a dar po...

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Algunos ya ni siquiera disimulan en los actos oficiales. Ceño fruncido o mirada huidiza frente a “los otros”. Lo hemos visto esta semana en la celebración de la Fiesta Nacional. Hace tres años nos pasamos meses diciendo que algo se había quebrado tras el otoño separatista catalán y ahora ese quiebro afecta a una parte considerable de la política española. La pandemia no ha hecho sino acelerar la decisión de convertir al adversario en enemigo. Quemar los puentes. Acusar al Gobierno de autoritario, como ha hecho la presidenta Díaz Ayuso en el Financial Times, no hace sino empezar a dar por bueno que cualquier estrategia es legítima para librarse de semejante yugo. La opresión consistió en extender a toda la capital las mismas medidas que ella había ordenado para los barrios del sur. Pocas e insuficientes, según el consenso científico y la comparación con otras capitales europeas. Pero eso da igual porque no importan las medidas, sino quién las toma. Ya hay un porcentaje nada despreciable de ciudadanos que no nos piden hechos a los periodistas, sino una interpretación de los hechos que se ajuste a su visión del mundo. Nos parecía que el Estados Unidos trumpista estaba muy lejos y lo tenemos aquí.

Y mientras, las preguntas concretas siguen sin respuesta o se responden con hechos alternativos. ¿Era mejor o peor para la pandemia que los madrileños pudieran irse de puente? ¿Cómo pensaba impedirlo el Gobierno regional si no lo impone el Ejecutivo central? ¿Por qué ha dejado Madrid de hacer PCR a los contactos estrechos o en los colegios? ¿Es incapaz el Gobierno central de garantizar datos fiables de todas las comunidades y a la vez? ¿Por qué no acaba Moncloa de establecer con transparencia un sistema de semáforos para saber a qué atenernos? ¿Qué medios se están poniendo para garantizar las cuarentenas de los contactos de los positivos en aquellos hogares donde es imposible el aislamiento? ¿Cuántos rastreadores han contratado en cada comunidad? ¿Hay medios suficientes para vigilar el cumplimiento de las restricciones? No parecer haber ahora mismo mayor prioridad que esas respuestas para poner a salvo la salud y la economía.

Ayer este periódico contaba que hay presidentes autonómicos preocupados porque la crispación de Madrid pueda extenderse al resto de España. Pues que se lo digan, alto y claro, a los suyos y a los ciudadanos. @PepaBueno

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