Columna

Arte de amar

Nadie nunca ha dicho que el acto erótico sea cosa sencilla, por mucho que se desee: las voluntades difieren, y la mecánica falla

Una pareja se besa en Barcelona.Emilio Morenatti (AP)

Obsesos como estamos por lo trágico de la situación es lógico no reparar en lo cómico, que también se da: en Barcelona, sin ir más lejos. Nadie nunca ha dicho que el acto erótico sea cosa sencilla, por mucho que se desee: las voluntades difieren, y la mecánica falla. Aunque es verdad que el idioma amoroso puede hablarse por señas, o en un generalizado “esperanto a Godot”, figura inspiradora que a veces no llega para consumar. En las presentes circunstancias amar fuera del núcleo familiar es muy osado, y no estoy llamando al incesto, no me vaya a pasar como a la Agencia de Salud Pública barcelo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Obsesos como estamos por lo trágico de la situación es lógico no reparar en lo cómico, que también se da: en Barcelona, sin ir más lejos. Nadie nunca ha dicho que el acto erótico sea cosa sencilla, por mucho que se desee: las voluntades difieren, y la mecánica falla. Aunque es verdad que el idioma amoroso puede hablarse por señas, o en un generalizado “esperanto a Godot”, figura inspiradora que a veces no llega para consumar. En las presentes circunstancias amar fuera del núcleo familiar es muy osado, y no estoy llamando al incesto, no me vaya a pasar como a la Agencia de Salud Pública barcelonesa, que en su guía anticovid-19 fue sospechada de preconizar el exhibicionismo, hablando del menor riesgo de contagio si las relaciones se llevan a cabo en espacios abiertos; la agencia pensaba en la ventilación, no en la fornicación al aire libre. La limpieza, antes, durante y después del acto, es de cajón, y ahí los expertos del Ayuntamiento, honrando al organismo que representan, cumplen con la higiene, aunque hay minorías de amantes que podrían objetar tanta profilaxis. Menos credibilidad inspira el apartado práctico del folleto: no tengo al onanismo como un humanismo, por mucho alivio que dé, así que desconfío de la guía cuando recomienda, junto al visionado de vídeos eróticos y el sexo virtual, “la masturbació personal”, eso que los franceses, siempre tan finos, llaman “madame la Cinq” en homenaje lírico a la mano pura y dura. Por mi parte, desconocía el término sexting, que es por lo visto un chat con mostración de partes pudendas. La guía pregunta y da respuestas. La más enigmática habla de “barreres dentals” en el sexo oral; ¿mascarillas intrabucales? En lo que a mí concierne, me apena el aviso de que amar a mayores de 65 tiene más riesgos; ¿jóvenes imprudentes, ancianos incautos? Nos une la desgracia de ser todos mortales. Como la carne.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En