Columna

Las cinco misiones europeas

Europa financiará con 80.000 millones de euros sus prioridades científicas

Imagen de archivo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.CNIO

No todo es coronavirus bajo el sol. Hay otros asuntos acuciantes que los científicos necesitan examinar y que los Gobiernos y la industria deben financiar de manera preferente. No es una tarea fácil. Hizo falta nada menos que un Planck para apoyar a un joven Einstein en quien nadie más creía. Financiar la ciencia y decidir sus prioridades es una tarea extremadamente difícil, y quien crea que el sistema funciona solo se equivoca tanto como pueda equivocarse un ciudadano culto. Por eso las campañas de crowfunding (micromecenazgo), como la que recabó fondos para construir un museo Tesla, p...

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No todo es coronavirus bajo el sol. Hay otros asuntos acuciantes que los científicos necesitan examinar y que los Gobiernos y la industria deben financiar de manera preferente. No es una tarea fácil. Hizo falta nada menos que un Planck para apoyar a un joven Einstein en quien nadie más creía. Financiar la ciencia y decidir sus prioridades es una tarea extremadamente difícil, y quien crea que el sistema funciona solo se equivoca tanto como pueda equivocarse un ciudadano culto. Por eso las campañas de crowfunding (micromecenazgo), como la que recabó fondos para construir un museo Tesla, pueden errar el tiro de medio a medio.

Quien merece un museo es Faraday, uno de los mejores experimentalistas de la historia, y en cuyos descubrimientos basó Tesla sus motores, su corriente alterna y las aparatosas exhibiciones de rayos y centellas con las que conquistó a la audiencia. Financiar la ciencia no es una cuestión de ocurrencias en el cuarto de baño, sino de buena gobernanza y una práctica empresarial inteligente. La Unión Europea acaba de revelar las cinco prioridades, o “misiones”, que captarán su apoyo durante los próximos siete años, con una financiación de 81.000 millones de euros, a 12.000 millones por año. Para los estándares de la ciencia, eso es mucho dinero, y cabe esperar que atraiga financiación privada que lo complemente. Lo han llamado “misiones” para darle un aire espacial y visionario, como en las misiones Apolo que llegaron a la Luna en los años sesenta. Pero eso es mercadotecnia. Lo que importa es adónde va la pasta, y va al cáncer, la adaptación al cambio climático, las ciudades neutrales en emisiones, la calidad de las aguas y la descontaminación del suelo. Podrá discutirse sobre las ausencias de la lista, pero no sobre las presencias, pues esas cinco misiones son fundamentales para la salud y el entorno.

El programa, que se llama Horizon Europe, nace envuelto en la polémica. Que vaya a arrancar en enero del año que viene, como pretende la propuesta de Bruselas, no se lo cree casi nadie. Quizá lo consiga en ciertas subdisciplinas que ya están preparadas para ello, pero desde luego no en todo el paquete, que tardará un par de años en estar en marcha. Los políticos solo lograron ponerse de acuerdo sobre las cinco misiones en marzo de 2019, y un año y pico es poco tiempo para organizar las infraestructuras y los equipos humanos. Nicholas Wallace se extiende sobre ello en Science, y revela algunas broncas casi cómicas. Los proponentes querían llamar a uno de los capítulos Océanos y aguas saludables, pero eso cabreó a los países del interior continental, de modo que hubo que cambiarlo a Océanos, mares, aguas litorales y aguas interiores saludables. Si el lector se preguntaba a qué se debe la prosopopeya de los textos comunitarios, ahí tiene una respuesta.

La misión del cáncer se propone evitar tres millones de muertes de aquí a 2030. Eso es el triple de lo que ha matado el coronavirus hasta ahora, pero ocurre en un goteo tan constante y pertinaz que atrae menos la atención pública. El plan incluye la creación de una plataforma europea para compartir las investigaciones del cáncer. Sería magnífico, aunque cabe preguntarse por qué no la había ya. Pero miremos adelante. Europa es necesaria para la ciencia.

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