Necesitamos un cambio
La complejidad de las sociedades modernas precisa de un sistema de gobernanza distinto al que padecemos. El poder hasta ahora ha consistido en que una mayoría de la sociedad depositaba su confianza en el carisma de un líder que se encargaría de protegerla y adoptar las decisiones adecuadas a sus intereses. Pero en una sociedad global, tecnificada e hiperconectada, dicho modelo parece obsoleto. En varios países vemos hiperliderazgos, líderes carismáticos defensores de las esencias patrióticas. Algo parecido ocurre en los partidos españoles, donde la exaltación al líder es la norma; la discrepan...
La complejidad de las sociedades modernas precisa de un sistema de gobernanza distinto al que padecemos. El poder hasta ahora ha consistido en que una mayoría de la sociedad depositaba su confianza en el carisma de un líder que se encargaría de protegerla y adoptar las decisiones adecuadas a sus intereses. Pero en una sociedad global, tecnificada e hiperconectada, dicho modelo parece obsoleto. En varios países vemos hiperliderazgos, líderes carismáticos defensores de las esencias patrióticas. Algo parecido ocurre en los partidos españoles, donde la exaltación al líder es la norma; la discrepancia, sinónimo de expulsión, y la ideología impera sobre la matización. En una sociedad interrelacionada, diversa y democrática, la toma de decisiones requiere de análisis técnicos complejos que deben ser consensuados y compartidos en el ámbito europeo. Por ello se hace necesario un cambio de estilo de liderazgos, donde se priorice a los equipos y no al líder carismático, y donde el pragmatismo desplace a la ideología.
Joaquín Gismero Brís. Torrejón de Ardoz (Madrid)