Una noche en la ópera
El espectáculo del pasado domingo en el Teatro Real ha sido deplorable. Se representaba la segunda función de Un ballo in maschera de Verdi. La zona del paraíso estaba hacinada, igual que la zona premium del patio de butacas (las entradas más caras). Los espectadores que acudíamos a la representación, confiados en las medidas de seguridad del teatro, nos hemos visto defraudados al comprobar que no había una distancia de 1,5 metros entre butacas. Afortunadamente, la solidaridad de la zona vulgarmente denominada gallinero dio una lección. Protestaron con energía exigiendo seguridad frente...
El espectáculo del pasado domingo en el Teatro Real ha sido deplorable. Se representaba la segunda función de Un ballo in maschera de Verdi. La zona del paraíso estaba hacinada, igual que la zona premium del patio de butacas (las entradas más caras). Los espectadores que acudíamos a la representación, confiados en las medidas de seguridad del teatro, nos hemos visto defraudados al comprobar que no había una distancia de 1,5 metros entre butacas. Afortunadamente, la solidaridad de la zona vulgarmente denominada gallinero dio una lección. Protestaron con energía exigiendo seguridad frente a la actitud del teatro, que decidió no escuchar sus protestas. Frente a la demanda de los espectadores que exigieron las hojas de reclamaciones y la devolución del importe de la entrada, el Teatro Real respondió llamando a la Policía, que, afortunadamente, optó por no actuar. ¿A quién debía detener: a quienes reclamaban sus derechos sanitarios o al teatro, que incumplía las normativas? Frente al aluvión de espectadores que reclamaban las hojas de reclamaciones, el Real respondió que se habían acabado. Muchos de los espectadores que deseaban reclamar se vieron defraudados al no poder ejercer su derecho. Gracias a la solidaridad y compromiso de la zona paraíso, la función fue cancelada.
Ana Arambarri. Madrid