Ir al contenido
Cartas al director

Escenas veraniegas

Playas abarrotadas, paseos y restaurantes donde la gente no respeta la distancia de seguridad. Reencuentros con amigos que te dicen, al verte o al ver a personas mayores: “¿No te importa que te dé un abrazo y un beso?”. Grupos de hasta 40 jóvenes obstruyendo un paseo marítimo. Y esta última escena la he vivido hace muy poco: dos amigas sentadas junto a nuestra mesa en una terraza charlando; de repente, llega una tercera amiga con mascarilla puesta, se la quita, abraza a una, besa a otra. Se sienta justo detrás de nosotros, sin respeto a la distancia de seguridad. La pregunta sería: ¿para qué l...

Google te da acceso gratuito a esta noticia

Y a todo el contenido de EL PAÍS durante 30 días. Gratis, sin tarjeta.

Playas abarrotadas, paseos y restaurantes donde la gente no respeta la distancia de seguridad. Reencuentros con amigos que te dicen, al verte o al ver a personas mayores: “¿No te importa que te dé un abrazo y un beso?”. Grupos de hasta 40 jóvenes obstruyendo un paseo marítimo. Y esta última escena la he vivido hace muy poco: dos amigas sentadas junto a nuestra mesa en una terraza charlando; de repente, llega una tercera amiga con mascarilla puesta, se la quita, abraza a una, besa a otra. Se sienta justo detrás de nosotros, sin respeto a la distancia de seguridad. La pregunta sería: ¿para qué lleva la mascarilla? Mientras, muchos nos preguntamos para qué sirven las normas si parece que pocos las cumplen. Luego nos extrañamos de estar en cabeza en número de contagios.

Eloísa Justo Villalobos. La Garriga (Barcelona)

Archivado En