Editorial

Acuerdo crítico

Sin Presupuestos no se aprovecharán los fondos europeos ni habrá reconstrucción

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su reciente visita a Palma de Mallorca.Ballesteros (EFE)

La pertinaz prórroga de los Presupuestos (todavía están vivos los de Montoro para 2018) constituye un problema crítico para la economía española. La vigencia de los heredados, que están ya agotados, falsea la situación real de las cuentas públicas y, lo que es casi peor, actúa como un corsé que impide cualquier cambio significativo de la política económica del Gobierno, en tanto que, por ejemplo, impide el giro hacia políticas más expansivas, probablemente más acordes con el signo de los tiempos. Además, en 2020 ha aparecido un factor que rompe la dinámica restrictiva de las cicateras cuentas ...

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La pertinaz prórroga de los Presupuestos (todavía están vivos los de Montoro para 2018) constituye un problema crítico para la economía española. La vigencia de los heredados, que están ya agotados, falsea la situación real de las cuentas públicas y, lo que es casi peor, actúa como un corsé que impide cualquier cambio significativo de la política económica del Gobierno, en tanto que, por ejemplo, impide el giro hacia políticas más expansivas, probablemente más acordes con el signo de los tiempos. Además, en 2020 ha aparecido un factor que rompe la dinámica restrictiva de las cicateras cuentas de Montoro: España se dispone a recibir un conjunto de transferencias procedentes de Europa, los fondos de compensación para hacer frente a los efectos destructivos de la pandemia, que exigen encajar en el ejercicio de 2021 una inyección de dinero de unos 30.000 millones. Esta aportación pública europea necesita un marco presupuestario claro, detallado, para aplicar las inversiones de recuperación a partir del año próximo, con el horizonte situado en 2023. Para que todos los partidos y fuerzas políticas estén enterados, conviene recordar que Europa inyectará transferencias a medida, por decirlo así, que se apliquen presupuestariamente las inversiones.

Debería estar claro, por tanto, que 2021 no será un ejercicio presupuestario cualquiera. Los partidos políticos y el Congreso son responsables directos de canalizar en un Presupuesto el caudal de ayudas y subsidios por el que los Gobiernos europeos han venido negociando durante los últimos meses. Quienes practiquen actitudes de bloqueo, una negociación reticente u obstaculicen conscientemente la aprobación de unas cuentas del Estado que reflejen las nuevas condiciones financieras y los programas de recuperación o modernización de la economía, estarán impidiendo objetivamente que la economía española pueda salir airosa de una recesión profunda y desalentadora.

Las coartadas ideológicas están de más en este paso decisivo desde la crisis de la covid-19 a una recuperación viable debido a la relativa abundancia de los recursos financieros. El Gobierno de coalición de Sánchez no sufrirá las penurias financieras derivadas de una austeridad dañina impuesta en 2012. Gracias a los fondos europeos no será necesario incurrir en recortes del gasto (que suelen ser los sociales) ni recurrir a subidas bruscas de impuestos —el presidente ya ha sugerido que las subidas fiscales se posponen hasta el momento en que la economía recupere la normalidad— e incluso habrá recursos para desarrollar políticas de modernización paulatina de la economía. El Gobierno y la oposición tienen que ser conscientes de que la sociedad española se enfrenta a una tarea de reconstrucción de la economía, que es más compleja que una simple recuperación. Mientras en la segunda hay que confiar y estimular la demanda y la oferta reforzando, en el caso español, los incentivos del mercado, en la primera hay que sustituir algunas piezas del patrón de crecimiento y orientar la producción hacia el ámbito industrial, la productividad tecnológica y las energías renovables.

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Así pues, el Gobierno, la oposición y las fuerzas políticas tienen que conseguir un pacto que garantice que habrá Presupuestos Generales del Estado para 2021, 2022 y 2023… al menos. Ese acuerdo tiene que incluir un programa de inversiones públicas (gasto social, infraestructuras, rehabilitación, mejora de la productividad) consensuado hasta donde se pueda, pero en ningún caso bloqueado, y un plan de estabilidad financiera a cinco años que garantice la reducción del endeudamiento y acabe con la debilidad menesterosa de la recaudación pública. Si esto es posible o no dependerá de que el principal partido de la oposición renuncie al obstruccionismo sin propósito que practica con entusiasmo y que los partidos que acompañan al PSOE en su mayoría parlamentaria abandonen la política de exclusión y discriminación de otras formaciones. La oportunidad de reconstrucción existe y tiene posibilidades de éxito; pero también puede frustrarse por estrategias políticas equivocadas o malintencionadas.


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