Cartas al director

Comunicación deshumanizada

Supongo que no seré yo el único que se cabrea cuando pretende pedir una cita, cambiar algún dato o informarse de algo, sea en un organismo público o privado, y aparece al otro lado del teléfono una máquina. Primero te pide permiso para grabar la conversación (al amparo de la ley de protección de datos) y, al final, después de un laberinto de preguntas, me pasa con un agente, que nunca se pone, porque están todas las líneas ocupadas, y me pide que llame más tarde.

Con la pandemia, muchos teléfonos y centralitas de servicios públicos han estado absolutamente colapsados; se comprende, la ...

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Supongo que no seré yo el único que se cabrea cuando pretende pedir una cita, cambiar algún dato o informarse de algo, sea en un organismo público o privado, y aparece al otro lado del teléfono una máquina. Primero te pide permiso para grabar la conversación (al amparo de la ley de protección de datos) y, al final, después de un laberinto de preguntas, me pasa con un agente, que nunca se pone, porque están todas las líneas ocupadas, y me pide que llame más tarde.

Con la pandemia, muchos teléfonos y centralitas de servicios públicos han estado absolutamente colapsados; se comprende, la situación era excepcional. Lo que no es admisible es que hace un par de días, para pedir cita médica, haya tenido que realizar ocho llamadas infructuosas, en parte porque la dichosa máquina no entendía mi voz humana, y al final lo tuve que solucionar yendo en persona. No me gustan las máquinas, no me llevo bien con ellas, donde esté una persona para la atención al público que se quite todo lo demás. Llámenme anticuado, me da igual.

Luis Solanas Cebolla. Zaragoza


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