Miedo y falta de miedo
Observo en la calle y en las terrazas que la gente tiene respeto, pudor y miedo de contagiarse por estar cerca de desconocidos. “¿Podemos apartar la mesa un poquito?”, oí pedir a un grupo al camarero. Pero luego hay, y quizás ahí radica el problema, una falta de recelos al posible hecho de contagiarse por aproximarse a un ser querido. El grupo se despide con besos y abrazos. El mal y el peligro, parece ser, buscamos otorgar con mayor facilidad a los ajenos que a nuestro círculo de confianza.
Luki Huber. Barcelona
Comida en la terraza de un restaurante. ...
Observo en la calle y en las terrazas que la gente tiene respeto, pudor y miedo de contagiarse por estar cerca de desconocidos. “¿Podemos apartar la mesa un poquito?”, oí pedir a un grupo al camarero. Pero luego hay, y quizás ahí radica el problema, una falta de recelos al posible hecho de contagiarse por aproximarse a un ser querido. El grupo se despide con besos y abrazos. El mal y el peligro, parece ser, buscamos otorgar con mayor facilidad a los ajenos que a nuestro círculo de confianza.
Luki Huber. Barcelona
Comida en la terraza de un restaurante. Un señor va mesa por mesa cantando rancheras, literalmente encima de los clientes, sin mascarilla. Canta una canción en cada mesa y los comensales aplauden complacidos. Le digo al camarero que están cometiendo una auténtica temeridad. Se molesta. No pretenderá que cante con mascarilla, me espeta. Le replico que a tres metros de distancia se le escuchará igual de bien. El típico cliente tocanarices, debe pensar. Cuando me voy, la gente sigue aplaudiendo.
Juan Fernández Sánchez. Madrid