Cuando la amenaza es el otro
Termina el confinamiento y entramos en una nueva normalidad —suspendida por hilos— que supone poner en marcha hábitos (usar mascarillas protectoras, evitar la proximidad física, lavarse las manos cada dos por tres...) que eran absolutamente “anormales” antes de la pandemia. Todo sea para el bien común. No obstante, me preocupa especialmente saber cómo esta estresante situación afectará al futuro inmediato de nuestras relaciones interpersonales. En este sentido, y ya que el virus sigue presente y, por tanto, también el peligro de contagio, podemos correr el riesgo de desarrollar conductas evita...
Termina el confinamiento y entramos en una nueva normalidad —suspendida por hilos— que supone poner en marcha hábitos (usar mascarillas protectoras, evitar la proximidad física, lavarse las manos cada dos por tres...) que eran absolutamente “anormales” antes de la pandemia. Todo sea para el bien común. No obstante, me preocupa especialmente saber cómo esta estresante situación afectará al futuro inmediato de nuestras relaciones interpersonales. En este sentido, y ya que el virus sigue presente y, por tanto, también el peligro de contagio, podemos correr el riesgo de desarrollar conductas evitativas extremas al percibir a los demás como posibles amenazas. Tomemos todas las precauciones necesarias, pero no permitamos que el pánico nos lleve a estigmatizar al prójimo y convertirlo en nuestro enemigo. Vamos todos en el mismo barco.
Ignasi Castells Cuixart. La Garriga (Barcelona)