Editorial

El fútbol está de vuelta

Si puede garantizarse la seguridad sanitaria de los jugadores, parece razonable autorizar el regreso del fútbol

Jugadores del Betis y Sevilla guardan un minuto de silencio en memoria de las víctimas del covid 19 .José Manuel Vidal (EFE)

Uno de los síntomas más evidentes de la llamada “vuelta a la normalidad” es el regreso del fútbol, el espectáculo de masas por excelencia en Europa. LaLiga española regresa casi inmediatamente después de la Bundesliga y lo hace siguiendo unos protocolos sanitarios muy rigurosos para los jugadores y la prohibición momentánea de público en los estadios. El Consejo Superior de Deportes no ha dejado dudas al respecto: por el momento, los partidos que restan para acabar la competición liguera se jugarán sin nadie en las gradas, lo cual plantea algunos problemas secundarios, aunque importantes. Uno ...

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Uno de los síntomas más evidentes de la llamada “vuelta a la normalidad” es el regreso del fútbol, el espectáculo de masas por excelencia en Europa. LaLiga española regresa casi inmediatamente después de la Bundesliga y lo hace siguiendo unos protocolos sanitarios muy rigurosos para los jugadores y la prohibición momentánea de público en los estadios. El Consejo Superior de Deportes no ha dejado dudas al respecto: por el momento, los partidos que restan para acabar la competición liguera se jugarán sin nadie en las gradas, lo cual plantea algunos problemas secundarios, aunque importantes. Uno de ellos es el cambio en la conducta competitiva que pueden experimentar algunos equipos debido a la ausencia de animación. Otro, la devolución a los socios de los abonos de la temporada. Es una cantidad importante que debería ser compensada sin excusas ni demoras.

Así pues, el retorno del fútbol es parcial. Regresa la competición, pero no el público, y el aficionado forma parte decisiva del espectáculo y de la tensión competitiva. La ausencia de espectadores resulta necesaria porque la seguridad sanitaria debe estar por encima de cualquier otra consideración. No es posible hoy manejar la logística de los estadios llenos, con los flujos de entradas y desalojos masivos, además del respeto imperativo a las distancias de seguridad, con una amenaza sanitaria tan grave como la covid-19. Sería un error imperdonable que por apresurar la vuelta del público a las gradas se produjeran rebrotes de la pandemia. Caería en picado la confianza en los gestores deportivos y retrasaría la recuperación económica de los clubes, que hasta la llegada del coronavirus habían mejorado su situación financiera tras años de despilfarro.

El fútbol español obtiene unos ingresos de unos 3.400 millones, gracias sobre todo a las ventas de los derechos de retransmisión, y LaLiga mantiene un prestigio competitivo a la altura de la Premier, aunque el campeonato inglés facture más. Genera unos 185.000 empleos y su actividad equivale aproximadamente al 1,3% del PIB. Por otra parte, su vuelta, aunque sea gradual, refuerza el mensaje de que lo peor de la crisis ha pasado ya y favorece una cierta confianza, que tendrá consecuencias en otras actividades sociales y económicas. Si puede garantizarse la seguridad sanitaria de los jugadores, parece razonable autorizar el regreso del fútbol. Es el motor más importante del deporte español y, además, LaLiga se ha comprometido a apoyar al resto de los deportes que se practican en España con 200 millones en cuatro años.

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