La mala reputación
En el cuarto lugar del barómetro del CIS se cuela como preocupación el mal comportamiento de los políticos
El riesgo para la democracia no está en los grupos radicales de negacionistas, ultras o simplemente cabreados que estos días salen a la calle necesitados de una distinción en el trato que la pandemia ha borrado, encerrándonos a todos por igual, habrase visto. Como en la canción de Serrat, hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano… tienen la misma obligación de quedarse en casa, cumpliendo órdenes de un Gobierno recién elegido en las urnas, y que hace lo mismo que los Gobiernos elegidos en las urnas de medio mundo.
El riesgo para la democracia está en el barómetro del CIS, y no...
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El riesgo para la democracia no está en los grupos radicales de negacionistas, ultras o simplemente cabreados que estos días salen a la calle necesitados de una distinción en el trato que la pandemia ha borrado, encerrándonos a todos por igual, habrase visto. Como en la canción de Serrat, hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano… tienen la misma obligación de quedarse en casa, cumpliendo órdenes de un Gobierno recién elegido en las urnas, y que hace lo mismo que los Gobiernos elegidos en las urnas de medio mundo.
El riesgo para la democracia está en el barómetro del CIS, y no porque lo haga Tezanos, sino por lo que cuenta de las preocupaciones de los españoles. Que en medio del episodio más disruptivo y atemorizador que hemos vivido en décadas, los primeros puestos de las preocupaciones los ocupen el paro, la economía y el propio coronavirus simplemente refleja la realidad sin más aditamentos. Sociedades conectadas que saben dónde están los riesgos y por dónde vienen los palos cuando todo se tuerce o todo se para. Pero es que en cuarto lugar se cuela como preocupación el mal comportamiento de los políticos. ¡El mal comportamiento! Es como si en medio de un incendio, tuvieras que echarle la bronca a los bomberos porque pelean por quién se queda con la manguera. Si no por principios, responsabilidad y sentido del deber, al menos por puro interés, por su propia supervivencia, asombra que les resulte indiferente este desprestigio permanente de los partidos políticos. La crisis de 2008 reveló la impotencia de la política frente a los mercados financieros, mala cosa si la crisis de 2020 le añade a la política el estigma de obstruccionista del bien común. Y pocas veces ha estado más claro y ajeno a etiquetas ideológicas, eso que llamamos el bien común.
Tan claro como que según el mismo barómetro del CIS, mayorías superiores al 80% consideran necesario el confinamiento que hemos hecho, creen que las consecuencias económicas serán muy graves, ven bien el ingreso mínimo vital y defienden que hay que dotar a la Sanidad de más dinero, más personal, mejor coordinación entre comunidades autónomas y aumentar instalaciones y recursos para prevenir y abordar pandemias. No está mal como punto de partida para la reconstrucción. ¿Pueden los partidos políticos tirar a la basura consensos superiores al 80%? @PepaBueno