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Nos gusta imaginar España como un próspero país del primer mundo, pese al desempleo, la precariedad, y la desigualdad. Ante la inminente crisis económica propiciada por la pandemia, el Banco de España pide recortes como si quedase algo que recortar. El infierno vivido estos meses en los hospitales públicos ha dejado claro que España no puede aguantar más recortes. Al contrario, ahora más que nunca necesitamos reforzar los cimientos que sostienen la frágil ilusión de una España próspera y europea: el Estado de bienestar. Propongo que esta vez se sacrifiquen nuestra clase política y “nuestra” ba...

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Nos gusta imaginar España como un próspero país del primer mundo, pese al desempleo, la precariedad, y la desigualdad. Ante la inminente crisis económica propiciada por la pandemia, el Banco de España pide recortes como si quedase algo que recortar. El infierno vivido estos meses en los hospitales públicos ha dejado claro que España no puede aguantar más recortes. Al contrario, ahora más que nunca necesitamos reforzar los cimientos que sostienen la frágil ilusión de una España próspera y europea: el Estado de bienestar. Propongo que esta vez se sacrifiquen nuestra clase política y “nuestra” banca.

Cristina Ruiz-Poveda Vera. Madrid


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