Columna

‘Biblos’

España es un país de cuerpos, de millones de cuerpos, todos ellos interesados por otros cuerpos casi en exclusividad. No se sabe si dentro de esos cuerpos además de hígados, gónadas o bazos hay también sesos

Madrileños en el Paseo de la Castellana.Daniel Gonzalez (GTRES)

Comencé a alarmarme hace unos días cuando el paseo de la Castellana se cubrió de corredores pertenecientes a los cinco sexos, acicalados con chándales multicolores. Corrían con poca esperanza, pero con gran convicción y el asfalto temblaba bajo sus pisadas. Al siguiente día la misma avenida se llenó de ciclos, patines y patinetes por centenares, todos mirando al cielo. Al otro, de señoras con perro o con bolsas del súper. Y estoy convencido de que si el Gobierno así lo desea se llenará de dromedarios o de neozelandeses haciendo la Haka. Comprendí aquella gloriosa frase de Zapatero a Sonsoles: ...

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Comencé a alarmarme hace unos días cuando el paseo de la Castellana se cubrió de corredores pertenecientes a los cinco sexos, acicalados con chándales multicolores. Corrían con poca esperanza, pero con gran convicción y el asfalto temblaba bajo sus pisadas. Al siguiente día la misma avenida se llenó de ciclos, patines y patinetes por centenares, todos mirando al cielo. Al otro, de señoras con perro o con bolsas del súper. Y estoy convencido de que si el Gobierno así lo desea se llenará de dromedarios o de neozelandeses haciendo la Haka. Comprendí aquella gloriosa frase de Zapatero a Sonsoles: “¡No sabes tú cuántos miles de españoles podrían ser presidentes de España!”. No era humildad, era realismo socialista.

Todo va por la misma rodera. España es un país de cuerpos, de millones de cuerpos, todos ellos interesados por otros cuerpos casi en exclusividad, como se advierte en las series españolas de televisión. No se sabe si dentro de esos cuerpos además de hígados, riñones, gónadas o bazos hay también sesos. En todo caso, al Gobierno le es indiferente porque es un material sobre el que tiene marcada desconfianza. De ahí que ya empiezan a llegar las ayudas al fútbol (el opio nacional), que a los estudiantes les dejen pasar curso (de nada, de nada), a los universitarios el aprobado general (han sufrido mucho), y así sucesivamente. Las ayudas a la cultura van al teatro y al cine, donde aparecen cuerpos indudables.

Yo propongo que los que quedamos fuera del reparto hagamos listas de libros deseables y de librerías amigas. Así, en cuanto nos den la suelta, podremos ir corriendo en chándal a comprar por lo menos dos libros en cada establecimiento y de paso dar las gracias por aguantar un poco más. Si no les ayudamos nosotros, ¿quién lo hará?

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