Opinión

Un pacto imprescindible

La lealtad implica manifestar críticas y discrepancias, pero no utilizarlas para levantar muros insalvables, sino para ajustar decisiones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control del pasado miércoles.Emilio Naranjo (EFE)

La crisis de la covid-19 nos sacude de arriba abajo. Los Gobiernos, a todos los niveles, están desplegando medidas sanitarias, sociales y económicas sin precedentes para frenar los efectos de la pandemia y proteger la salud y el bienestar de las personas. Un esfuerzo colectivo que es responsabilidad de todos y que requiere de la solidaridad y el trabajo coordinado y cooperativo del conjunto de la sociedad y de todos los agentes. Estas medidas deben hacer posible ahora una reactivación social y económica sólida que no deje a nadie atrás.

Es urgente activar un plan para reactivar la econ...

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La crisis de la covid-19 nos sacude de arriba abajo. Los Gobiernos, a todos los niveles, están desplegando medidas sanitarias, sociales y económicas sin precedentes para frenar los efectos de la pandemia y proteger la salud y el bienestar de las personas. Un esfuerzo colectivo que es responsabilidad de todos y que requiere de la solidaridad y el trabajo coordinado y cooperativo del conjunto de la sociedad y de todos los agentes. Estas medidas deben hacer posible ahora una reactivación social y económica sólida que no deje a nadie atrás.

Es urgente activar un plan para reactivar la economía sobre la base de un modelo social y económico más justo, con medidas que blinden los servicios públicos, que aseguren que no aumenten las desigualdades y que garanticen que se salven puestos de trabajo y empresas. Es hora de empezar a preparar la reconstrucción, pero no podemos olvidar el objetivo de impulsar una sociedad mejor, más próspera, justa y sostenible, que solo será posible con reformas que promuevan un crecimiento fuerte e inclusivo.

La lección de la crisis es clara: hay que tener activados todos los mecanismos de protección, y esto significa movilizar recursos, tener Gobiernos estables y trabajar para tener una economía fuerte con mercados bien regulados y empresas sólidas que creen puestos de trabajo de calidad. Necesitamos un sector público potente para desarrollar un modelo sociosanitario robusto, que reconozca de una vez por todas el trabajo de sus profesionales, y donde los diferentes niveles de Gobierno, desde la UE a los Ayuntamientos, actúen coordinadamente.

Conviene pensar seriamente en las cosas que sabíamos que podían pasar, pero para las que no estábamos suficientemente preparados. Nos debemos tomar más en serio los riesgos sanitarios, pero también los climáticos, económicos y sociales, porque la gran emergencia que estamos viviendo nos ha recordado que son reales. Tenemos que salir de la crisis sobre unas nuevas bases, que ofrezcan seguridad y esperanza a las personas, especialmente a las más vulnerables. Eso pasa por garantizar la igualdad de oportunidades en la educación y combatir la segregación escolar. Pasa por reformar la dependencia, por fortalecer los servicios sociales básicos. Y pasa también por definir una hoja de ruta para convertir los retos climáticos en oportunidades y hacer que la transición energética sea justa e inclusiva para todos los sectores, especialmente el transporte, la energía, la agricultura y la industria.

Me gustaría pensar que todos vamos a aprender de esta crisis. Que no se debilitarán nunca más los sistemas públicos del bienestar, que estaremos mejor preparados para lo imprevisto, que se verán fortalecidos los valores de la solidaridad y la fraternidad, que la colaboración entre instituciones será la regla y no la excepción, que la cooperación internacional será cada vez más estrecha, que las empresas aumentarán su responsabilidad social, que la UE recuperará la visión y el empuje, y que se reconocerá el papel de los Ayuntamientos como administración más cercana para actuar ante crisis como esta.

Es el momento de la cooperación leal entre todos los niveles de Gobierno. La lealtad implica manifestar críticas y discrepancias, pero no utilizarlas para levantar muros insalvables, sino para ajustar decisiones, para compartir esfuerzos. Ahora más que nunca, el camino es federal. Es hora de sumar esfuerzos. Es momento de que cada uno asuma las responsabilidades que le corresponden. Desconfío de los Gobiernos que acaban hablando más de lo que no depende de ellos que del uso que hacen de sus propias competencias. No es momento de partidismos ni de sectarismos. Tampoco de visiones dogmáticas sin matices. Es el momento de un Pacto Catalán para la Reconstrucción Social y Económica con todas las fuerzas políticas, los agentes económicos y sociales y el mundo local. Los socialistas estamos comprometidos en ello.

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