La reapertura de escuelas en Campeche: “Nos urgía que abrieran, los niños tienen un gran rezago”

El Estado es la primera entidad federativa de México en regresar a clases presenciales, con 137 escuelas de zonas rurales y un total de 278 maestros y 5.072 estudiantes

Alumnos de la comunidad Pimental II, en el municipio de Candelaria, reinician el ciclo escolar de forma presencial en la escuela primaria Emiliano Zapata.Nayeli Cruz
Candelaria (Campeche) -

El Estado de Campeche se ha convertido este lunes en el laboratorio donde las autoridades de educación mexicanas medirán los riesgos y ventajas de abrir las escuelas en todo el país tras un año de cierre por la pandemia de covid-19. En Campeche han abierto 137 escuelas de zonas rurales, con poblaciones que no rebasan los 500 habitantes y ...

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El Estado de Campeche se ha convertido este lunes en el laboratorio donde las autoridades de educación mexicanas medirán los riesgos y ventajas de abrir las escuelas en todo el país tras un año de cierre por la pandemia de covid-19. En Campeche han abierto 137 escuelas de zonas rurales, con poblaciones que no rebasan los 500 habitantes y donde los niños no cuentan con conectividad para seguir los cursos a distancia. Una de esas escuelas, la Emiliano Zapata, está localizada en la comunidad Pimental II, perteneciente al municipio de Candelaria, donde una treintena de niños esperaban tímidos el reencuentro con sus maestros. “Estoy muy contenta y emocionada después de estar un año sin trabajar directamente con los niños, porque es importante atenderles de esta manera presencial”, dice Yolanda Trujeque, de 58 años y 30 de ellos como maestra.

Si de faltar se trata, en Pimental falta de todo: las familias son pobres, emigrantes de otros Estados que llegaron a esta región en busca de tierras para labrar o criar ganado. Aquí el internet es un lujo, la televisión llega poco y la conectividad móvil es una fantasía: los teléfonos no cuentan con señal, lo que prácticamente mantiene incomunicados a sus habitantes. Bajo un sol que abrasa y temperaturas de asfixia, los vecinos de esta aldea perdida, localizada en una municipalidad colindante con Guatemala, prepararon a sus hijos desde temprano y algunos los vistieron de domingo para lo que consideran un evento trascendental. Aquí no hubo casos de enfermos de covid, por lo que la mayoría no lo ve como un riesgo. Lo que sí pesa para ellos es que los niños regresen a clases y aprendan, porque muchos de estos adultos son analfabetos y otros, debido a las extenuantes jornadas en el campo, no tienen tiempo para dedicar a la educación.

El uso de careta y cubrebocas es obligatorio para los alumnos que regresan a clases presenciales. Nayeli Cruz

Eso lo sabe bien Trujeque, también engalanada este lunes para la ocasión. La maestra muestra preocupación por el retraso que ve en sus alumnos debido al año que han pasado si pisar la escuela. Aunque los maestros llegaban una vez a la semana a dejar tareas, Trujeque afirma que eso no bastó para evitar el rezago con el que tienen que lidiar ahora. “Nos urgía que abrieran la escuela”, dice la maestra en una pausa de su clase, dedicada esta mañana a enseñar a los alumnos a formar una oración. Ellos tienen sobre su pupitre una montaña de letras y Trujeque les va indicando el sonido de cada una para que ellos las coloquen y formen la oración “estoy feliz de regresar a la escuela”. Algunos confunden la ‘c’ con la ‘s’; otros no encuentran la ‘r’ o no entienden dónde va la ‘e’. “Me encuentro con un nivel de aprendizaje del 65%, cuando para esta fecha, que está por terminar el ciclo escolar, este debería ser de 80% o 85%”, afirma la profesora. “Estas comunidades no cuentan con recursos y si no les traemos los cuadernos escolares a los niños no aprenden y no pueden avanzar”, agrega Trujeque.

Pimental fue elegida por las autoridades de educación de Campeche para inaugurar el regreso a clases presenciales. La comunidad contó con la visita de Ricardo Koh Cambranis, el secretario de Educación local, quien supervisó el inicio de la jornada: los niños entrando en orden, con cubrebocas y aplicándoles gel antibacterial en las manos. Koh Cambranis dice que en los meses anteriores hicieron una evaluación de la situación de las escuelas e invirtieron en las que fueron escogidas para abrir. En la Emiliano Zapata los tres salones relucen esta mañana de limpieza, hay abanicos en el techo para paliar el calor de muerte y lámparas nuevas para garantizar la iluminación en las tardes. Los baños están recién remozados y, aunque faltaba papel higiénico, hay un bebedero para los chicos y jabón para manos en los dos lavamanos del centro. “Todo estuvo bien, no hubo contratiempos”, explica Koh Cambranis sobre la reapertura de las escuelas en el Estado.

El funcionario dice que una de las medidas prioritarias para garantizar la apertura fue la vacunación de los 5.072 maestros que trabajan en las 137 escuelas que abrieron en esta primera etapa. Ahora, detalla, observarán durante tres o cuatro semanas cómo se desarrolla el retorno en estos colegios, para tomar la decisión de abrir otras 292 escuelas en localidades con más de 2.000 habitantes.

En la comunidad de Pimental no se han reportado casos de coronavirus, por lo que la comunidad no ve un riesgo en el regreso a clases.Nayeli Cruz

José Dionisio Cahuich es el director del colegio de Pimental. Esta mañana se muestra sudoroso, tras organizar la reapertura, la bienvenida a su jefe Koh Cambranis, cuya presencia no deja de sorprenderle —”Nunca había venido un secretario de Educación a esta zona”, asegura— y dar clases a sus alumnos, porque él es profesor de quinto y sexto grado. “El entusiasmo es grande, esperábamos este reencuentro”, afirma el maestro, quien devenga un salario básico de 10.000 pesos mensuales (unos 500 dólares). “El atraso que vemos es importante y se explica porque no es lo mismo dar clases presenciales que esperar que los niños aprendan en casa y más en comunidades como esta”, explica. Cahuich pone como ejemplo de la tragedia el hecho de que en el inicio de la pandemia enviaron a los niños, como lo recomendaron las autoridades educativas, las tareas por WhatsApp y los padres se indignaron, lo normal en una comunidad sin señal de teléfono, sin Internet u otras tecnologías. “Los padres pedían la apertura de la escuela. Nos decían que regresáramos, que ellos nos iban a garantizar la comida”, cuenta.

Tanto Cahuich, Trujeque y Victor Soza, los tres maestros de la escuela, son originarios de otras comunidades de Campeche y viajan cada lunes para estar toda la semana con sus alumnos. Viven en una casa de madera construida al lado de la escuela. El edificio tan maltrecho, triste y arrugado por las inclemencias del clima, contrasta con la reluciente escuelita de tres salones y una cancha para deportes. La rehabilitación se hizo con fondos del programa “La Escuela es nuestra” de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que traslada la plata a padres y maestros para que se encarguen de mejorar las condiciones de los centros. “Antes faltaba luz, la tubería estaba rota, los baños dañados”, hace la cuenta Cahuich. Ahora los padres, que están de lleno involucrados en el mantenimiento del edificio, esperan nuevos fondos para terminar de colocar el techo de la cancha, donde los chicos harán ejercicios y disfrutarán de su recreo.

Para garantizar la reapertura de escuelas ha sido indispensable la vacunación de los 5.072 maestros del Estado de Campeche.Nayeli Cruz

Para padres como Nélida Hernández es un alivio que la escuela reabra. Dice que ha tenido que superar una situación “difícil” con Amando, su hijo de siete años que asiste a segundo de primaria. “Él no estaba acostumbrado a estar tanto tiempo encerrado, se puso muy hiperactivo”, cuenta la madre. La enseñanza en casa también se hizo complicada, sobre todo porque Nélida debía cuidar a su tercera hija, aún bebé. “Sí le afectó en el aprendizaje el cierre de la escuela. Yo traté de ayudarle en lo que pude, pero no soy maestra. Los maestros tienen sus métodos”, se explica. Su hija mayor, Mitzy, cursa tercero de secundaria y ha podido seguir sola con sus estudios a distancia, un respiro para la madre. “Es bueno que abra la escuela, así los niños pueden salir, interactuar”, agrega Nélida, pero no esconde sus nervios: “Tengo miedo a la pandemia, porque aquí no ha pasado, no hubo casos”.

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