1.338 llamadas en 12 horas; mi acosador, el Banco Azteca
Las deudas son cosa seria en México, incluso para los que como yo solo tienen la desgracia de poseer una línea de teléfono que fue elegida al azar por los servicios de cobranza
A las 18.16 del miércoles empezó el tormento. Una llamada protagonizada por una grabación automática se refería a mi como Esther -soy Sara- y me atribuía ser la garante de Joanna (y dos apellidos) en la deuda que esta última tenía contraída con el Banco Azteca. ¿Quién es Esther? ¿Quién es Joanna? ¿Cuánto debe? Ni idea. Después de 1.338 llamadas en 12 horas solo sé que estoy atrapada. No estoy exagerando. Tengo documentadas las 1.338 llamadas -y contando- y las tiene también en sus manos el servicio de atención al cliente del banco, pero da igual. A ellos, al menos. Echemos cuentas. Descontando las 12 horas -de 21.00 a 9.00- en que me dejaron dormir y cargar la batería de mi teléfono, he recibido hasta las mismas seis de la tarde de este jueves una riada de telefonazos a razón de 125 llamadas cada hora en promedio, procedentes de un sinfín de números distintos imposibles de bloquear manualmente.
No importa cuántas veces haya informado a los empleados del área legal del banco que no soy la persona a quien buscan y que, por tanto, podrán llamar hasta que mi teléfono exija la jubilación permanente sin que esa deuda vaya a cobrarse. No importa que haya reportado la queja al Registro de Despachos de Cobranza (Redeco), de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros que se supone debería protegerme. No importa que esté inscrita en el REUS ni que el Banco Azteca tenga un reporte de las 20.22 horas del 26 de noviembre de 2025 donde digo que no soy Esther ni Joanna ni siquiera cliente de su banco. Ni que les haya compartido los reclamos donde consta mi información personal oficial.
Nada importa cuando los servicios de cobranza solo necesitan un número de teléfono al azar para iniciar su show de caza. No sé por qué se autodenominan servicios de cobranza si, por la pericia que me están demostrando a mí, en realidad no cobran deudas a morosos, sino que le cobran a sus clientes por un servicio que no es más que acoso contra un desgraciado cualquiera. Cero efectivo; 100% desesperante. No en vano, Redeco ha recibido entre enero y junio, solo de este año, más de 90.000 quejas contra las instituciones financieras. Y los reclamos de personas que no son el deudor han crecido de 2024 hasta ahora un 44,5%.
Llegados a este punto, estoy debatiéndome entre cambiar de número telefónico o rogarle al dios de internet que vuelva viral esta tribuna hasta que llegue a los ojos de la persona que tiene la desgracia de haberle pedido un crédito al Banco Azteca, a los ojos de Joanna o de Esther. Para ver si me alcanza a darle una mano con su saldo pendiente y que entonces termine el acoso contra mí. Porque lo de que el Azteca haga su trabajo bien, afine su puntería y se disculpe conmigo por el hostigamiento, lo descartamos, ¿no? Que las instituciones de protección al ciudadano protejan, tampoco, ¿no? Ojalá no tenga que publicar esto 1.338 veces.