¿Náhuatl o inglés? La falsa disyuntiva. Ää
La visión utilitarista de las lenguas se centra en la idea de impulsar el estudio de los idiomas que son más adecuados al contexto capitalista, como el inglés
Escribo esto después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declarara al inglés como lengua oficial del país por primera vez en la historia. Durante mucho tiempo hemos advertido cómo las derechas y el ascenso del fascismo están ligados a los movimientos que defienden el uso de únicas lenguas oficiales. Cualquier utopía hacia la cual caminar tendría que ser multilingüe, un mundo en el que nadie deje de acceder al disfrute de sus derechos humanos po...
Escribo esto después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declarara al inglés como lengua oficial del país por primera vez en la historia. Durante mucho tiempo hemos advertido cómo las derechas y el ascenso del fascismo están ligados a los movimientos que defienden el uso de únicas lenguas oficiales. Cualquier utopía hacia la cual caminar tendría que ser multilingüe, un mundo en el que nadie deje de acceder al disfrute de sus derechos humanos por motivo de la lengua que habla. Hay que decirlo claramente hoy más que nunca, si no se respetan los derechos lingüísticos no se pueden disfrutar de los derechos humanos más elementales. ¿Cómo disfrutar del derecho a la salud, tan fundamental como es, si no puedo contar con un intérprete entre un médico y yo mientras describo mis síntomas y el médico me explica los procedimientos a los que seré sometida? ¿Cómo puedo disfrutar del derecho a la educación si me pretenden enseñar aritmética en una lengua que nunca nadie me ha enseñado? ¿Cómo puedo tener un juicio justo si la falta de intérprete me impide conocer el proceso judicial por el que estoy atravesando? Así podríamos enumerar una serie de derechos humanos que no pueden ser disfrutados si no se garantizan los derechos lingüísticos, en ellos se nos puede ir la vida o la libertad. Si el mundo que ellos proponen es un mundo monolingüe, tendremos que oponer una utopía necesariamente multilingüe.
Días antes de este desesperanzador anuncio, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, había anunciado que en 78 escuelas secundarias de la capital del país, se comenzarán a ofrecer clases de lengua náhuatl. Estas clases serán opcionales. No es la primera vez que se hace un anuncio parecido, en 2007, Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, anunció que el idioma náhuatl sería impartido de manera obligatoria en las preparatorias de la capital y que esta política se extendería después a las universidades de esta entidad; prometió también que en un corto plazo la enseñanza del náhuatl se llevaría a escuelas primarias y secundarias. Aún más, el propio Ebrard tomó clases de lengua y cultura náhuatl que, por cierto, debían tomar también miles de funcionarios de la capital ya sea en línea o de manera presencial. ¿Qué es lo que sucedió con esta política pública? ¿Fue evaluada? ¿Cuáles fueron sus avances y qué retos se presentaron? No lo sabemos.
Una vez que Brugada hizo el anuncio hace unos días, comenzó la polémica en redes sociales, polémica que volvió a evidenciar el racismo, clasismo e ignorancia con la que se abordan estos temas. Una vieja idea que siempre se nos plantea cuando hablamos de ofrecer clases de lenguas indígenas apareció de manera constante en los comentarios: “lo que se necesita son clases de inglés porque es una lengua útil mientras que el náhuatl nos condena al pasado y es inútil”. La visión utilitarista de las lenguas se centra en la idea de impulsar el estudio de los idiomas que son más adecuados al contexto capitalista, aquellas que no lo son, se catalogan como inútiles. Pero, esto tiene sus matices, el estudio del latín y el griego clásico o incluir materias como etimologías grecolatinas en el curriculum no despiertan el mismo rechazo, aunque se traten de lenguas muertas.
Esta visión utilitarista pierde de vista que una lengua como el náhuatl es hablada por millones de personas en múltiples variantes y que fue, durante mucho tiempo, la “lingua franca” de estos territorios. Aunque los hablantes de este idioma fueran pocos, no podemos ignorar que el desplazamiento de una lengua se da por medios violentos y es producto de un racismo estructural. Por otra parte, una lengua indígena como el yoruba tiene cuatro veces más hablantes que lenguas como el danés y nadie argumentaría que ya no debe enseñarse esta lengua en las escuelas de Dinamarca porque, al ser muy pocos los hablantes, se trata de una lengua inútil.
Lo cierto es que la enseñanza optativa del náhuatl no atenta contra la enseñanza obligatoria del inglés en las escuelas de la capital. Más aún, se trata de una falsa disyuntiva, el cerebro humano tiene la capacidad de adquirir muchas lenguas, esta capacidad maravillosa nos permite gozar de los beneficios y las mieles del bilingüismo y el multilingüismo, ningún cerebro humano obliga a “desinstalar una lengua” para aprender otra, se puede hablar inglés y náhuatl, no es necesario elegir, no hay disyuntiva, esto es una “gran” noticia pues nos permite aprender y disfrutar de la diversidad de las lenguas de nuestro entorno. Es por esta característica que la mayor parte de la población hablante de lengua indígena es, al menos bilingüe, mientras que la mayoría de los hablantes nativos del español en este país son monolingües.
Sobre la enseñanza del inglés que sigue siendo uno de los grandes fracasos del sistema escolar mexicano, en 2017, el entonces Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño presentó la Estrategia Nacional de Fortalecimiento para el Aprendizaje del Inglés que, en sus palabras, haría de México un país bilingüe en pocos años. Los resultados de esa estrategia han sido un fracaso por falta de una efectiva planificación lingüística.
La pregunta que hay que hacer ante el anuncio de Brugada es si hay condiciones previas necesarias para que esta iniciativa no tenga el mismo fin que tuvo la iniciativa de Ebrard o la de Nuño, hay que preguntarse si, más que una justificación para desplegar discursos nacionalistas, este programa es parte de una política pública más amplia destinada a crear una planificación bien estructurada y efectiva para combatir la muerte de la extraordinaria diversidad lingüística que aún existe en este país, diversidad que se sustenta en comunidades de hablantes sistemáticamente discriminados y a quienes sus derechos lingüísticos han sido, una y otra vez, violentados.