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El desabasto de medicamentos que heredó Sheinbaum desmonta el discurso oficial de que es un problema superado

La experiencia diaria de pacientes y médicos habla de una realidad sanitaria donde faltan tratamientos y hasta paracetamol, mientras el Gobierno asegura que las carencias están prácticamente resueltas

En el sistema de salud mexicano, las estadísticas y la realidad parecen contar historias distintas. Para el Gobierno, el desabasto de medicamentos está quedando atrás. Las autoridades de salud presumen de que el suministro nacional se acerca al 100%, mientras los pacientes que llevan meses sin tratamiento y los médicos que suspenden cirugías por la falta de insumos viven otra realidad. Las negociaciones truncadas, los vetos a distribuidores y las fallas de logística forman parte del drama de desabastecimiento de medicamentos en México, uno de los pendientes más ruidosos del primer año de Gobierno de Claudia Sheinbaum.

Antonio Trejo, de 54 años, ha vivido de cerca el problema. A las puertas del Hospital General de Tláhuac en Ciudad de México, cuenta que su vida depende de un medicamento que no tiene. Padece mieloma múltiple, un cáncer en la sangre que, aunque está en remisión, exige un tratamiento de mantenimiento con daratumumab para evitar que regrese y así, en algún momento, poder someterse a un trasplante. Ese fármaco de última generación, que disminuye los efectos secundarios, no está disponible en su hospital desde hace tres meses. “En un médico privado me lo cotizaron en un millón de pesos por un año. En el ISSSTE me regresaron al bortezomib, que no consigue contener igual la enfermedad. Ahora ya se me cae el pelo y empecé con las náuseas. Es como regresar al principio”, lamenta.

La enfermedad lo obligó hace un año a enfrentar un dilema cruel. Invirtió sus ahorros y los de su familia en el mercado privado, hasta que se volvió impagable y continuó en el sistema público, que no le garantiza el tratamiento que necesita. Además del cáncer, Antonio vive con diabetes e hipertensión. “Los mismos doctores te dicen que no hay medicamento y entonces compras. Yo pago 2.000 pesos al mes por linagliptina para la diabetes. Puedo costearlo, pero ¿qué pasa con quienes ganan un salario mínimo?”, se pregunta. La burocracia multiplica la frustración que le dejan las idas y venidas a clínicas, especialistas y hospitales para muchas veces salir con una caja en la mano. Trejo se describe como un simpatizante de Morena y está convencido de que el problema se arrastra desde administraciones pasadas, aunque admite que no ver una solución “mina la confianza”.

A unos kilómetros de Tláhuac, un grupo de seis médicos sale del Hospital 20 de Noviembre. Prefieren mantener el anonimato, pero describen una crisis. “Faltan analgésicos, antibióticos, medicamentos postoperatorios, hasta camas y máquinas de oncología”, explica la única doctora del grupo. Hace tres meses tuvieron que suspender toda una jornada de cirugías, según relatan. “Los peores casos son los pacientes que viajan desde otros estados. Gastan dinero, llegan con la esperanza de operarse y se les dice que no hay condiciones. Esas operaciones están pendientes al día de hoy”, aseguran.

Para Henoch Díaz, residente de pediatría de 30 años de edad, la escasez va más allá de los tratamientos especializados. Cuenta que en el hospital de Querétaro donde suele estar, “no hay paracetamol, antibióticos, equipo para nebulizaciones o sondas. Cuando ni la farmacia ni la enfermería lo tienen, se sugiere al paciente que lo compre por fuera”. En su hospital, el personal ha aprendido a racionar y guardan dosis para emergencias e improvisan con lo disponible.

También otros pacientes sienten ese racionamiento. Óscar y María Velasco viajaron desde Huajuapan, Oaxaca, hasta Ciudad de México para estudios de seguimiento en el Hospital 20 de Noviembre. María, de 33 años, padece una enfermedad renal para la que necesita darbepoetina. “Aquí sí la hemos encontrado, pero en nuestra ciudad pasamos meses sin el medicamento”, explica Óscar. Todos los que se quejan de esta situación coinciden en que la escasez se ha acentuado en los últimos tres meses.

El Gobierno, sin embargo, ofrece otra lectura. Las cifras presentadas por el subsecretario de Salud, Eduardo Clark, este martes hablan de un suministro muy cerca del 100%. “Mes con mes se incrementa el número de medicamentos que llegan al sector”, dijo Clark, convencido de que el problema avanza hacia la solución. Sheinbaum lo respaldó y acusó, además, la existencia de prácticas monopólicas en el sector, sobre todo en medicamentos oncológicos, donde pocas compañías concentran el mercado y elevan los precios.

Construir un segundo piso sin cimientos

La discordancia entre el discurso oficial y la realidad de los pacientes se puede atribuir a dos factores, según Adolfo Martínez, investigador de la UNAM. El primero es la distribución, pues no basta con que los medicamentos lleguen a los almacenes de hospitales, sino que deben surtirse efectivamente a los pacientes. Y el segundo es la producción, pues muchos medicamentos requieren de tiempo para fabricarse. “Es una gestión deficiente”, reclama el experto. En la plataforma de compras consolidadas del sector Salud, los medicamentos solicitados por unidades médicas solo alcanza el 42%.

Martínez reconoce positivamente algunas diferencias entre el sexenio pasado y el actual, como una compra consolidada “más adecuada” en la que se negocia directamente con proveedores. Sin embargo, señala que al implementar ese esquema se ha entregado la responsabilidad a instituciones que carecían de experiencia, como la subsecretaría de Salud, que nunca había tenido esa función, y de Birmex, que históricamente producía vacunas. Para Martínez, ese ha sido un factor clave para entender los desafíos que se presentan ahora.

Dentro de esa inexperiencia, señala el experto, se subestimó el tiempo que requiere una compra de medicamentos a escala nacional: negociación, producción, distribución y entrega en hospitales y centros de salud. “Ese proceso necesita al menos un año de planeación y no se hizo. Por eso, hoy los medicamentos no llegan oportunamente a los pacientes”, señala el experto en políticas de salud con 20 años de experiencia en la Secretaría del ramo, que dejó en 2019.

El problema se arrastra desde el sexenio anterior, cuando la cruzada del expresidente Andrés Manuel López Obrador contra la corrupción en la compra de fármacos terminó por desmantelar gran parte de la red de suministro y el desabastecimiento alcanzó hasta un 30% el año pasado. Desde entonces, este asunto se ha convertido en un flanco político. La oposición ha encontrado en esta crisis un camino fácil para cuestionar la capacidad de gestión del oficialismo y lo ha convertido en una de sus principales banderas.

Sheinbaum heredó ese terreno minado y en medio del fuego cruzado ha surgido el problema logístico salpicado por los reproches entre los fabricantes de medicamentos y el Gobierno federal. Clark señaló este martes que una treintena de empresas incumplen de forma sistemática con las entregas, algunas con hasta un 100% de faltantes. Señaló a Bioxintegral, que no entregó una sola pieza, a Productos Farmacéuticos Serral, que falló en 87%, y a Comercializadora UCIN, con 83% de incumplimiento.

Sobre estas acusaciones, Rafael Gual Cosío, director de la Cámara Nacional de Industria Farmacéutica (Canifarma), precisa que solo tres de las firmas señaladas son fabricantes, el resto son distribuidores o importadores de medicamentos. El titular de la Canifarma añadió que el reciente desabastecimiento en el país tiene de origen en la cancelación de la licitación de noviembre, que derivó en decenas de compras menores, vía adjudicaciones directas, invitación a tres interesados o licitaciones menores: procesos. “¿Qué es lo que pasa con algunas empresas? Pues que cotizan muy bajo y a la hora de la hora no abastecen. Es un error de origen”, indica.

Gual Cosío añade que existe una distorsión entre las cifras presentadas por el Gobierno en la conferencia matutina y los datos de los fabricantes. Además, reprochó, que el Ejecutivo sigue sin liquidar las deudas de este y otros años, un monto que, según sus cuentas, rebasa los 14.000 millones de pesos desde 2023. “Lo que le pedimos al Gobierno es que nos paguen”, zanja.

Fuentes de la industria farmacéutica, que han solicitado el anonimato por temor a represalias, aseguran que la ineficiencia y los impagos de la Administración de Sheinbaum a las empresas fabricantes son dos de las razones principales del más reciente desabastecimiento. “En algún caso (de un laboratorio) hubo un problema de la cadena de suministro. Son cosas que pasan en la fabricación y en otros casos sé que tienen el almacén lleno y no han logrado entregar por culpa del IMSS Bienestar, porque cambian las órdenes y no se ponen de acuerdo. Este Gobierno heredó un desastre, quisieron hacer las cosas muy rápido, con una licitación al vapor y aquí quien va a decidir si hay medicinas o no es el paciente”, comenta esta persona allegada al sector.

Martínez considera que México no puede aspirar a la autosuficiencia en medicamentos y construir farmacias del bienestar no resolverá el problema. “No lo veo viable, ni en el corto ni en el mediano plazo. Ni siquiera países industrializados lo logran plenamente”, señala. Lo esencial, asegura, es garantizar que los medicamentos lleguen al paciente, aunque eso implique contratar empresas privadas que tienen experiencia en logística.

Mirando hacia adelante, el experto observa una perspectiva poco positiva si no se reconocen y corrigen los errores. “Lo mejor sería diseñar una estrategia integral que abarque desde la planeación hasta la distribución. Comprar medicamentos siempre ha sido complicado y por eso persiste el gasto de bolsillo de las familias, que terminan comprando en farmacias privadas”, señala.

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