Ciudad de México, la capital que se inunda y donde falta el agua

Las fallas en el sistema de drenaje, el hundimiento del suelo y las zonas densamente pobladas provocan cada año severas inundaciones en una de las capitales más pobladas de Latinoamérica

Un ciclista se protege de la lluvia en los alrededores del Zócalo de Ciudad de México, el 19 de julio de 2024.Cuartoscuro

Cada vez que llueve con fuerza, la Ciudad de México se inunda. Esa es otra de las consecuencias que provoca la mala gestión del agua en una de las capitales más pobladas del mundo. La llegada de la temporada de lluvias durante el verano ayuda a recargar los acuíferos y a contrarrestar los estragos de la época de estiaje. Sin embargo, los problemas en el drenaje, el atasco de las alcantarillas y la excesiva construcción en los suelos provocan constantemente inundaciones. Ciudad de México, la capital que apenas tiene agua, se inunda en muchas de sus zonas causando daños a la salud, la propiedad y la infraestructura.

El pasado 17 de julio los alrededores del Aeropuerto Benito Juárez quedaron anegados y complicaron, aún más, el tránsito de viajeros en plenas vacaciones de verano. Algo que también vivieron los usuarios del Metrobús y el Mexibús en el paradero de Indios Verdes hace unos días. Cientos de coches quedaron varados sobre avenida Insurgentes a causa de las fuertes lluvias.

En una terrible paradoja, algunos de los barrios más afectados son también los más castigados por la falta de agua, como sucede en Iztapalapa o Venustiano Carranza, al oriente de la ciudad y geográficamente más bajas que el resto. El gasto por estas inundaciones asciende a cientos de millones de pesos cada año. “Al combatir el exceso de agua mediante su desalojo masivo hemos creado, paradójicamente, la existencia de su escasez”, dice Manuel Perló, urbanista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Con este diagnóstico coincide Luis Zambrano, del Instituto de Biología de la UNAM: “Nunca desde la Colonia nos hemos dado cuenta de que vivimos en un lago y ese drenaje que provocamos para evitar inundarnos hace que nos quedemos sin agua”, afirma.

Un bombero intenta destapar una coladera en Ciudad de México, en julio de 2024. Cuartoscuro

La ciudad lago se hunde

Asentada en sus inicios sobre un gran lago, Ciudad de México se fue desecando a medida que aumentaba su construcción. En 1900 tenía unos 500.000 habitantes; en 2024 más de 23 millones de personas viven en la capital y su área metropolitana. “El precio que hemos pagado por estas obras que expulsan las aguas fuera de la cuenca, alimentado por un modelo de crecimiento urbano descontrolado, ha sido la desecación de los lagos y humedales, el entubamiento de los ríos y la desaparición de los manantiales”, señala Perló en un artículo reciente publicado en La Razón.

Desde la Secretaría de Protección Civil apuntan a que el problema de las inundaciones tiene que ver además con la acumulación de basura en las alcantarillas y coladeras que tapan el sistema de drenaje. “La basura es la causa del 50% de las inundaciones en Ciudad de México”, señalan desde la dependencia. Cada año las autoridades lanzan campañas de información para que la gente no tire basura a las alcantarillas, viertan aceites o arrojen desperdicios y escombros en ríos y arroyos.

Sin embargo, el otro 50% está relacionado con la mala calidad del sistema de drenaje que resulta insuficiente para la cantidad de lluvia que cae de junio a septiembre. La mala gestión pública del agua también ha provocado el hundimiento de los suelos a medida que los acuíferos se han quedado sin recursos. En 1990 Ciudad de México tenía unos 90 puntos sensibles de encharcamiento; en 2015, ascendieron a 120 y para 2024, hay más de 200 puntos sensibles de inundarse cada vez que llueve. “Esto tienen que ver con el aumento de la mancha urbana construida, con el hundimiento del terreno y con la rotura de las redes de infraestructura”, explica Perló. La alteración de los suelos tan densamente impide que el agua se filtre a través del asfalto, el concreto y el suelo, por donde se recargan los acuíferos.

“La falta de agua y las inundaciones es un problema multifactorial”, dice Zambrano. “Para empezar, la morfología de la ciudad a modo de cuenco y rodeada de montañas hace que el agua tienda a concentrarse en ella. El hundimiento ha provocado problemas en la infraestructura, el drenaje se hunde, se rompe y contribuye a que haya más inundaciones”, comenta. Hace dos semanas, los vecinos de la colonia Obrera, en la alcaldía Cuauhtémoc, sufrieron este problema. Sus casas quedaron llenas de aguas negras por una rotura en el drenaje. Desesperados por la falta de respuesta, cortaron varias calles y avenidas del centro de la ciudad hasta que el Sistema de Aguas de la capital (Sacmex) reparó la fuga.

Un hombre suministra botes y tinacos con agua potable en la alcaldía Iztapalapa, en febrero de 2024. Graciela López Herrera

Si bien es cierto que la urbe tiene una alta cobertura en cuanto al acceso al agua potable (96%) y el drenaje (el 94% de las viviendas en Ciudad de México cuentan con él), la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística (Inegi) sobre Calidad e Impacto Gubernamental reveló que solo el 58,4% de la población recibe agua de manera constante y solo el 20% confía en que esta es potable.

La red de drenaje resulta casi tan extensa y compleja como la de suministro de agua. Más de 11.000 kilómetros que se conectan con la red secundaria y el Sistema de Drenaje Profundo que saca las aguas negras y pluviales de la ciudad. Sin embargo, se ha quedado obsoleta. En muchos de sus puntos, el drenaje de Ciudad de México tiene más de 80 años y necesita ser cambiado y reparado constantemente. Una obra que ambos expertos consideran costosa, pero necesaria. “Creo que es un asunto al que los políticos no dedican ni mucho dinero ni mucho tiempo porque no se ve”, dice Zambrano. “Como el drenaje no da votos, prefieren no invertir en él”, afirma.

Las fuertes lluvias y el cambio climático

El cambio climático es otro factor que ha alterado la época de lluvias y las ha vuelto cada vez más violentas e impredecibles. “Llueve lo mismo, pero en menos tiempo”, explica Zambrano. “Las tormentas van a ser más fuertes. Hace 10 años, las lluvias eran muy predecibles de julio a septiembre, ahora los patrones han cambiado”, apunta.

Los expertos urgen a las autoridades a diseñar un plan de desarrollo que no solo mejore los problemas de las inundaciones, sino que también trate las aguas residuales y capte lluvia para luchar contra el desabasto. En Ciudad de México solo se recicla entre el 10% y el 15% del agua. El resto se va por el desagüe. Otras ciudades como Barcelona, por ejemplo, procesan actualmente el 25% de sus aguas. La emergencia climática fuerza cada vez más a que las aguas grises sean utilizadas no solo para tareas de limpieza, sino para usos agrícolas, industriales e incluso domésticos.

Un carro sumergido tras las lluvias en el municipio de Nezahualcóyotl, en el área metropolitana de Ciudad de México, en junio de 2024. Cuartoscuro

Tampoco existe un sistema de captación de agua pluvial que permita recoger, limpiar y aprovechar el agua de lluvia, por otro lado fuertemente contaminada. Por el contrario, las altas cantidades de agua que caen por metro cuadrado en la capital son desechadas en más de un 95%. En 2023 se estima que cayeron alrededor de 457 litros de lluvia por metro cuadrado sobre la capital, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Millones de litros de agua al año de los que solo se recolecta una pequeña parte. El Gobierno de Ciudad de México dio a conocer que tiene instalados cerca de 60.000 recolectores de lluvia que cosecharon entre 2019 y 2024 unos 1.700 millones de litros de lluvia, de acuerdo a datos de la Secretaría local de Medio Ambiente.

El Gobierno de la capital ha activado durante estos meses un operativo de lluvias que moviliza a Protección Civil, Bomberos y la policía para desatascar los lugares inundados. Al respecto, Perló señala que “es importante” contar con una respuesta de este tipo, pero que, “no es suficiente”, porque “solo atiende el problema, no lo resuelve”. El especialista apunta que es necesario ampliar la red de drenaje, mejorar su mantenimiento y plantear soluciones alternas.

Como, por ejemplo, crear más pozos, sistemas de bombeo y utilizar métodos de ayuda de la naturaleza que favorezcan la infiltración en los suelos. “Tenemos que reverdecer la ciudad, restaurar muchas áreas verdes que capturen el agua para mandarla a la infiltración”, señala Zambrano. “También hay que redescubrir los ríos y desentubarlos. Recuperar el río de la Piedad, Churubusco, el Canal de la Viga. Eso nos daría la ventaja de eliminar carros, autopistas y contaminación; mejorar la temperatura de la ciudad y ayudar a reducir la velocidad del agua cuando llueve”, agrega el biólogo.

Zambrano y Perló explican que es urgente instalar sistemas masivos de captación de agua de lluvia para paliar tanto la falta de agua como las inundaciones en la mayor cantidad de edificios que se pueda: viviendas, órganos de Gobierno, hospitales, escuelas, fábricas... “Mientras tanto, seguiremos teniendo problemas cada temporada y viviendo con el agua al cuello”, sentencia Perló.

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