La FIL de Guadalajara enfrenta su futuro en el mundo más cambiante
El luto por el fundador Raúl Padilla y los desencuentros políticos no empañan el devenir de una Feria atenta a las redes sociales que se mueve con inercia propia
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara nació en 1987 y dicen que el único agujero donde se hundió fue en el de la gran pandemia, del que ahora sale sin heridas de consideración. Fundada por Raúl Padilla, muy pronto y año tras año, el gran encuentro de editores, libreros y lectores se fue consolidando como una cita ineludible a la que hoy se apellida como la mejor feria de Latinoamérica y una de las más importantes del mundo, quizá la segunda en notoriedad. Durante...
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara nació en 1987 y dicen que el único agujero donde se hundió fue en el de la gran pandemia, del que ahora sale sin heridas de consideración. Fundada por Raúl Padilla, muy pronto y año tras año, el gran encuentro de editores, libreros y lectores se fue consolidando como una cita ineludible a la que hoy se apellida como la mejor feria de Latinoamérica y una de las más importantes del mundo, quizá la segunda en notoriedad. Durante ocho días, el recinto de Guadalajara es un hormiguero de gentes de la cultura, la política, la academia y la industria del papel escrito que deja un enorme beneficio económico en la capital de Jalisco: hoteles llenos, restaurantes sin reservas, museos visitados y taxistas contentos. La FIL tiene nombre propio, pero sus cimientos se estremecieron el 2 de abril de este año, cuando se conoció el suicidio de Padilla, ahogado el disparo por el ruido del tren de madrugada. Una muerte literaria que ha dejado un enorme vacío entre sus familiares y amigos, y durante los meses que han seguido hasta la inauguración el pasado sábado de esta nueva edición del certamen abrió una acuciante interrogación: ¿qué futuro le espera a la feria sin Raúl? Por lo que dice la mayoría de los preguntados, la nave va.
Una sola golondrina no hace verano, como ya se mencionaba en el Quijote. La llorada partida de Padilla no ha podido restar inercia a un acontecimiento como es la FIL. Él mismo le confirió la velocidad de las aves, según se escucha en los discursos que este año han sembrado el duelo en la inauguración y otras conferencias. Padilla era un personaje controvertido, político y académico, manejó las riendas de la FIL con pulso firme y atrajo para la más famosa de sus creaciones a cientos de personajes de altura intelectual que cada año paseaban por la expo de Guadalajara rodeados de miles de seguidores. El director general de Penguin Random House en México, Roberto Banchik, lo recuerda así: “Él tenía vínculos políticos y diplomáticos, era como un monarca, su figura llenaba los espacios y atraía a personalidades de todo el mundo. Pero esto no es el show de una sola persona. Con su equipo han hecho un gran trabajo de institucionalización de la feria, que funciona por sí sola, con reglas claras de operación. Es un equipo maravilloso”, sostiene el editor, quien añade que Marisol Schulz, directora y presidenta en funciones de la FIL, “ha hecho un trabajo maravilloso”.
A falta de cerrar los números de este año, todo indica que van a ser buenos, mejores que en 2022, cuando ya se iba saliendo del hoyo pandémico. Los editores alquilan los expositores a mejor precio gracias a la fortaleza del peso contra el dólar, moneda, esta última, con la que se rentan los espacios en el recinto. Pero como cada quien cuenta la feria según le va, lo que es ganancia para algunos deja peores rendimientos para la dirección de la FIL. Así lo reconoce Schulz. También se ha perdido en este sexenio la financiación que llegaba del Gobierno federal, enemistado el presidente Andrés Manuel López Obrador con Padilla, a quien criticaba de forma seguida, lo mismo que a la propia FIL. También hubo desencuentros con el gobierno jalisciense, presidido por Enrique Alfaro, pero aún queda alguna financiación local. Los beneficios de la Feria han sido tantos durante mucho tiempo, que dejaba a la Universidad de Guadalajara alrededor de un millón de dólares cada año. Su directora dice que ahora la Universidad les presta dinero que luego se les regresa al final del año. “Claro que quisiéramos tener una buena relación con el Gobierno federal y local, porque la FIL es un faro luminoso del que los políticos deberían enorgullecerse por su reconocimiento y reputación en todo el mundo”, dice Schulz.
Fuera de ciertos vaivenes económicos marcados por la pandemia y los desencuentros políticos, la directora habla de la calidad del programa de este año, con la Unión Europea como región invitada, de un incremento de ventas que ya mencionan los editores y de una institución sólida. “La feria no tienen ningún riesgo”, afirma contundente.
¿Cabe pensar en cambios 37 años después? “Se revitaliza cada año siguiendo las tendencias del consumo, de los lectores. Ahora contamos con un Salón del Cómic y de Novela Gráfica y acabamos de firmar un acuerdo con TikTok, permanentemente monitoreamos el consumo mundial y las formas de hacer literatura. Tenemos también la FIL Ciencia. Hace años la tendencia eran aquellos libros de colorear, los mandalas, que se vendían por todos lados, eso ya se acabó, o la gente que hablaba con ángeles, eso ya también pasó, o los tiempos del Código da Vinci y sucedáneos, también ya fue. No queremos caer en las modas, pero sí adaptarnos a lo que el público demanda”, explica Schulz. “Tampoco creo en los cambios drásticos, sino en una adaptación paulatina” añade.
Otro gran conglomerado editorial en lengua española es Planeta. Su directora de Comunicación y Marketing para América Latina, Myriam Vidriales, opina que el futuro de la feria se garantiza por la participación cercana de los editores, “quienes la financian con la compra de los stands y quienes traen a Guadalajara casi al 90% de los autores que participan en la programación. La FIL necesita urgentemente fortalecer los lazos que la unen a esta industria, en especial a la nueva generación de editores que son el recambio para los próximos 20 años y no dar su participación por sentado”, reclama. Añade, además, “la necesidad de atender de forma más cercana y puntual la formación e intercambio de editores en español entre ellos y con el resto del mundo, es algo prioritario y estratégico para la Feria”.
Satisfecho sin paliativos con la dirección de la feria y esperanzado por una industria editorial “que sigue tirando con fuerza”, el director general de Random House apenas tiene un pequeño reclamo: “A todos nos gustaría pagar un poco menos, claro, y que el internet funcionara mejor, sí, pero todo va maravilloso. Quizá se puede profundizar un poco en el área internacional, como Londres o Fráncfort, y lo mismo en el área de los derechos de autor, que tiene un potencial de crecimiento gigantesco, que vengan a Guadalajara a vender derechos”, sugiere.
Pero su colega Vidriales insiste en que la Feria no está tan cerca de la industria como debiera. “Si así fuera, le permitiría ajustar su foco sobre los nuevos fenómenos lectores, como la lectura juvenil o la nueva y moderna no ficción vinculada a la salud mental, que interesa a miles de personas y que no encuentra espacio en la feria porque se sigue operando con criterios de selección de hace una década”, asegura. La desaparición de Raúl Padilla, opina, es un momento propicio para ir sacando del programa “los foros políticos y académicos que la alejan de su misión y sentido, que no tienen valor estratégico y que solo llegan los actos de personajes con nulo interés o vinculación con el libro y la cultura”, sostiene.
Salvo estas críticas o sugerencias, no son muchas las que se recogen por los distintos gremios del libro. Preguntado el director general de la Asociación de Libreros de México, Gerardo Jaramillo, cree que la dirección de la FIL toma en cuenta todas las opiniones y la venta de libros queda atendida, “es un gran escenario, un oasis, un lugar de referencia mundial”, dice. “Quizá podría añadirse un poco más de actividad profesional para los libreros, reuniones regionales o una mayor integración de las librerías chicas o medianas, pero eso también depende de nosotros”, afirma. Y ya de paso, ¿qué opina del precio de los libros en la Feria, quizá no hay tantos descuentos como esperarían los lectores de una cita así? “No, no, en absoluto, hay descuentos por todos lados, muchas ofertas, las editoriales hacen promociones y hay precios diferenciados de los de las librerías el resto del año”, concluye Jaramillo.
Los muchos jóvenes mexicanos que pueblan estos días la FIL quizá no estén tan de acuerdo con los precios que se ofrecen, pero no dejan de asistir encantados, solo hay que verlos, sus caras, su presencia continua, sus selfies con los autores o los mismos libros, sus preguntas en los foros programados. Esa es para todos la señal inequívoca de que la cita tiene futuro. La relación cada vez más estrecha entre las redes sociales y la literatura es algo que no le pasa inadvertido a nadie en la cadena productiva. El mundo está cambiando, también para el libro. “Creo que la reflexión sobre el futuro de la feria sobre la que me pregunta, más allá de la significativa muerte de Padilla, tiene que ver con los cambios radicales en el mundo de la edición, de la lectura y de la generación y circulación de contenidos”, explica Nubia Macías, durante 10 años directora de la Feria (2003-2013), antes subdirectora general y siempre vinculada a la feria desde su origen. “El foco no debería ser qué hacer tras la muerte de Raúl, sino qué debe hacer una feria como la FIL para mantener el liderazgo en un mundo cambiante con tendencias tan fuertes como la inteligencia artificial, el cambio climático, el boom de la edición independiente y el ascenso de las librerías curadas y orientadas a las comunidades locales, las tendencias de marketing digital o las enormes preguntas sobre la ética y la tecnología. Todo esto es una gran oportunidad para que la FIL fortalezca su capacidad de mirar hacia afuera y consolidarse como la Feria referente que ha logrado ser”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país