Los cabos sueltos del ‘caso Matamoros’

El motivo del ataque y el secuestro de los cuatro ciudadanos estadounidenses sigue envuelto en misterio, igual que la identidad de los autores y el hallazgo del lugar donde los mantenían cautivos

Soldados hacen guardia afuera de la fiscalía y las instalaciones de los Servicios Médicos Forenses, en Matamoros, Estado de Tamaulipas (México), el 7 de marzo.DANIEL BECERRIL (REUTERS)

El hallazgo este martes de los cuatro ciudadanos estadounidenses secuestrados el viernes en Matamoros, Tamaulipas, en el norte de México, ha cerrado una carrera contrarreloj. El caso amenazaba con convertirse en un conflicto diplomático de grandes proporciones entre ambos países. La intervención del FBI y la Casa Blanca espoleó a las autoridades mexicanas, que dieron con los desaparecidos en un paraje deshabitado unos kilómetros a las afue...

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El hallazgo este martes de los cuatro ciudadanos estadounidenses secuestrados el viernes en Matamoros, Tamaulipas, en el norte de México, ha cerrado una carrera contrarreloj. El caso amenazaba con convertirse en un conflicto diplomático de grandes proporciones entre ambos países. La intervención del FBI y la Casa Blanca espoleó a las autoridades mexicanas, que dieron con los desaparecidos en un paraje deshabitado unos kilómetros a las afueras de la ciudad.

Dos aparecieron muertos y dos con vida. De los últimos, una mujer, Latavia MacGee, resultó ilesa, mientras que el otro, Eric Williams, tenía tres heridas de bala en la pierna. Ambos fueron entregados a las autoridades de Estados Unidos el mismo martes. Los cadáveres de los otros dos, Zindell Brown y Shaeed Woodard, se quedaron en México, para que peritos practicaran las necropsias. México tenía previsto entregar los cuerpos en la tarde del miércoles.

La resolución del secuestro deja sin embargo muchas preguntas sin contestar, la principal, el motivo del ataque. En su comparecencia ante la prensa este martes, el fiscal de Tamaulipas, Irving Barrios, señalaba que la principal línea de investigación sobre el ataque es que se trataba de una confusión, aunque no dio más detalles. A su lado, la secretaria de Seguridad federal, Rosa Icela Rodríguez, matizó que no había que descartar otras líneas.

Las palabras del fiscal Barrios abrieron espacio a la especulación. ¿Se refería a que los atacantes pensaron que los cuatro amigos eran traficantes haitianos, como han apuntado estos días medios de comunicación de Estados Unidos? ¿O acaso los confundieron con migrantes haitianos que, de alguna forma, habían escapado a las redes de trata que tejen los criminales en la frontera? Barrios no quiso profundizar. Podría ser alguno de estos motivos. Podría ser otro.

El fiscal de Tamaulipas, Irving Barrios, durante una conferencia de prensa este martes.ALFREDO ESTRELLA (AFP)

La gran cantidad de carros que participaron en el seguimiento de la camioneta de los cuatro alimenta las dudas. Hasta ocho vehículos formaron parte del operativo de vigilancia del grupo criminal que los atacó y secuestró. ¿Tanto despliegue para cuatro migrantes haitianos? Resulta improbable. La falta de explicaciones de las autoridades alimentan teorías de todo tipo. El martes, el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, señaló incluso que no había ningún indicio de que alguno de los cuatro tuviera algún tipo de relación con agencias de seguridad de EE UU.

Otro de los aspectos de los que apenas se sabe nada es la identidad del grupo de atacantes. El martes, las autoridades anunciaron la detención de un hombre de 24 años, José Guadalupe N, quien supuestamente se encargaba de la seguridad de la caseta de madera, donde las autoridades encontraron a los cuatro amigos encerrados. Preguntado por la pertenencia de este hombre a uno u otro grupo criminal, el fiscal Barrios prefirió no especular.

Barrios sí dijo que en la zona del secuestro, Matamoros y alrededores, el grupo criminal dominante es el Cartel del Golfo. Ocurre sin embargo que decir eso es prácticamente no decir nada. Vieja red criminal del noreste del país, el Cartel del Golfo se ha dividido progresivamente desde la detención en 2003 de su entonces líder, Osiel Cárdenas. La captura de Cárdenas originó la primera ruptura, la de los Los Zetas, su brazo armado.

Elementos del Ejército mexicano en el sitio en el que fueron encontrados los cuerpos de los cuatro estadounidenses, el 7 de marzo.DANIEL BECERRIL (REUTERS)

Fue el primero de tantos quiebres. De ahí salieron el grupo Escorpión y el grupo Los Ciclones, señalados estos días como posibles perpetradores del ataque, nada confirmado por autoridades de manera oficial. En un informe de hace dos años, Lantia Consultores, empresa especializada en análisis de criminalidad, señalaba que el Cartel del Golfo es una organización que “ya no estaba cohesionada, sino dividida en distintas bandas antagónicas entre sí”. Lantía señalaba la existencia de hasta 14 grupos distintos.

El último de los cabos sueltos apunta a la localización de los cuatro. Según informó el martes el gobernador Villarreal, los criminales movieron a los cautivos por diferentes puntos de la ciudad, antes de trasladarlos a la caseta de madera del paraje La Lagunona, en el Ejido El Tecolote, camino a la costa. La cuestión es cómo llegaron allí. La Fiscalía de Tamaulipas había habilitado un número de teléfono y una dirección de correo para obtener información, pero en su comparecencia ante la prensa, el fiscal Barrios no dijo que la pista que llevó al ejido hubiera llegado de una denuncia ciudadana.

Es más, las autoridades visitaron La Lagunona el lunes por la tarde, horas antes de que encontraran allí mismo a los cuatro ciudadanos estadounidenses. No fue el único lugar que visitaron dos veces. El grupo de búsqueda visitó igualmente un fraccionamiento del sur de la ciudad, donde ahí sí, un denunciante anónimo aseguró haber visto una de las camionetas que los atacantes habían usado.

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