Condenada una mujer a 43 años de cárcel por defenderse de su agresor en el Estado de México
Yuridia Brito, de 46 años, mató a su pareja con la misma pistola con la que él intentó asesinarla
Yuridia Brito, una mujer de 46 años originaria de Tabasco, ha sido condenada a 43 años de prisión en el Estado de México por asesinar a su pareja con la misma arma con la que él le había disparado. La madre de dos hijos sobrevivió a un atentado contra su vida a manos del hombre que la violentó por siete años, sin embargo, un juez ha decidido que su testimonio no es suficiente para valorar las causas que la llevaron a descargar esa pistola y la ha sentenci...
Yuridia Brito, una mujer de 46 años originaria de Tabasco, ha sido condenada a 43 años de prisión en el Estado de México por asesinar a su pareja con la misma arma con la que él le había disparado. La madre de dos hijos sobrevivió a un atentado contra su vida a manos del hombre que la violentó por siete años, sin embargo, un juez ha decidido que su testimonio no es suficiente para valorar las causas que la llevaron a descargar esa pistola y la ha sentenciado a más de cuatro décadas en la cárcel por el delito de homicidio calificado agravado.
Presa desde hace ocho meses en el penal de Barrientos, en el municipio de Tlanepantla, el castigo que Brito afronta muestra la violencia enraizada en el sistema de justicia mexicano. Desde su detención hasta la sentencia dictada esta semana, la pauta de las autoridades ha sido no escucharla. La mujer se entregó a la policía después de reportar el suceso. También les dio los vídeos de las cámaras de seguridad que lo registraron y les dijo las razones por las que lo había hecho, pero nada de eso está registrado en su expediente.
Cada que Brito intentaba dejar a su pareja, él amenazaba con matarla. La última vez, le apuntó con un arma y lanzó dos disparos. Ella estaba decidida a marcharse y él a impedirlo. “Le dijo que no le iba a permitir que se fuera, que solo iba a salir con los pies por delante, o sea, muerta”, relata Cleotilde Brito, su hermana.
El penúltimo aviso de muerte llegó la noche anterior. El hombre que trabajaba como escolta y la maltrató durante siete años llegó borracho a casa, la golpeó y amenazó con matarla, como muchas veces antes. Entre el humo y los gritos de los vecinos que le advertían de un incendio en su casa, Yuridia despertó aterrorizada. Así se armó de valor para escapar de ese interminable ciclo de violencia, sin saber que sus planes estaban a punto de esfumarse junto con su libertad.
“Ahora sí te voy a matar, no te vas a ir”, le advirtió el escolta antes de intentar recoger la pistola que había dejado en la cama, instantes después de amedrentarla a balazos, según narra Brito. “Mi hermana, decidida a irse, seguía recogiendo sus cosas. Él se molestó otra vez y ya iba por la pistola. Ella se la ganó y la descargó”, continúa. Así, acabó la pelea por defender su vida, pero no su condena al silencio. “Entró en shock y cuando se dio cuenta de lo que había pasado, inmediatamente llamó a la policía y ella misma se entregó”, asegura su hermana. Sin embargo, en el expediente no hay registro de su colaboración ni de las grabaciones de las cámaras de seguridad que le dio a los agentes que la detuvieron.
Ese fue el inicio de una serie de omisiones e irregularidades por parte de las autoridades de uno de los Estados con más feminicidios en México, muchos de ellos perpetrados por las parejas o exparejas de las víctimas. Yuridia se salvó de convertirse en parte de la estadística, pero en su carpeta de investigación tampoco hay datos de la violencia previa que soportó por años. Su testimonio no alcanzó para que las autoridades iniciaran una investigación con perspectiva de género, como dictan los criterios de la Suprema Corte de Justicia.
El abogado Ángel Carrera, quien representa la defensa desde inicios de mayo, expone que en el expediente no hay registro de la escena del crimen. Además, el dictamen de balística indica que el hombre estaba acostado cuando recibió los balazos y la prueba de rodizonato de sodio para saber si él disparó antes salió negativa, al igual que la de alcoholemia. Por otro lado, la Fiscalía no estableció un móvil del delito, señala. “El Ministerio Público en las acusaciones echa a un lado el contexto, nada más dice que lo privó de la vida, pero no dice el por qué y eso es lo importante”, advierte.
Aunque la violencia que su pareja ejercía sobre ella finalmente acabó, desde la cárcel, Yuridia a veces se arrepiente de haberse defendido. “Me ha dicho que hubiera preferido que la muerta fuera ella para que no estuviéramos pasando por esto”, cuenta su hermana.
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