Padres viudos: cómo acompañar a los hijos en ese difícil momento sin olvidarse de uno mismo

Los expertos aseguran que es habitual que los progenitores desatiendan sus necesidades y se centren solo en el cuidado de los niños e inciden en que es esencial que aprendan a gestionar sus propias emociones para ayudarles

Un padre y su hija se despiden de la madre en el cementerio.mactrunk (Getty Images/iStockphoto)
Madrid -

El fallecimiento de uno de los progenitores abre un doble proceso de duelo ante la pérdida cuando hay hijos en común. El adulto que queda al cuidado de los niños asume una mayor carga emocional al tener que sostenerse y acompañar, a la vez, a los hijos que quedan huérfanos. No resulta sencillo compaginar y gestionar la intensidad emocional que genera esta situación, que acarrea sensación de fragilidad mientras se tiene que ayudar a los hijo...

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El fallecimiento de uno de los progenitores abre un doble proceso de duelo ante la pérdida cuando hay hijos en común. El adulto que queda al cuidado de los niños asume una mayor carga emocional al tener que sostenerse y acompañar, a la vez, a los hijos que quedan huérfanos. No resulta sencillo compaginar y gestionar la intensidad emocional que genera esta situación, que acarrea sensación de fragilidad mientras se tiene que ayudar a los hijos con su duelo, además de seguir con la crianza y ocuparse de las necesidades cotidianas.

El progenitor que se queda viudo suele tener la sensación de “cargar con toda la responsabilidad que antes era compartida; de seguir viviendo de la misma manera, a pesar de que tantas cosas han cambiado; de posponer las propias necesidades y de congelar el duelo a la espera de que sus hijos crezcan y no le necesiten tanto”, explica Mónica Monedo, psicóloga clínica, especialista en cuidados paliativos y acompañamiento en duelo, vocal de psicología de la Asociación Madrileña de Cuidados Paliativos (AMCP).

Monedo aconseja a los padres viudos estas recomendaciones para conseguir un duelo sano de toda la familia:

  1. Reorganizar la rutina, porque la situación ha cambiado y hay que seguir gestionando los asuntos cotidianos, para lo que conviene implicar a los hijos en ello.
  2. Cuidarse y reservar un tiempo personal, ya que es habitual que los progenitores viudos desatiendan sus necesidades y se centren solo en el cuidado de sus hijos.
  3. Evitar delegar la responsabilidad de cuidar y educar a los hijos. Estos necesitan al padre que les queda más que nunca. No obstante, también es recomendable buscar apoyo en familiares y amigos.
  4. Gestionar las emociones propias y las de los hijos a través de la observación para identificarlas; permitirse sentirlas; expresarlas y compartirlas.
  5. Hablar de la persona fallecida y de su muerte facilita la comunicación de las emociones; ayuda a comprender lo ocurrido y lo que se siente.
  6. Evitar exigirse estar bien antes de tiempo y permitirse llorar, incluso delante de los hijos, porque desbloquea el dolor y la tristeza.
  7. Dejarse ayudar por los hijos y aprender de ellos, porque su forma de gestionar estas situaciones, incluso cuando son pequeños, puede sorprender de manera positiva.
  8. Valorar lo que permanece tras la muerte del ser querido y mantener algunas costumbres y tradiciones es una forma de tener presente al padre o la madre que ya no está.
  9. Celebrar la vida sin que la culpa lo impida. El objetivo es que la familia vuelva a ser feliz de otra manera y con otras circunstancias.
  10. Solicitar ayuda profesional, en caso de que se necesite.

La importancia de los rituales en la despedida final

El hecho de acompañar al padre o madre al final de la vida y realizar rituales de despedida, como participar en el entierro o asistir al tanatorio, facilita la aceptación de la muerte a los niños y el inicio del proceso del duelo. De esta manera, “la figura del fallecido formará parte de la historia de la familia, dejará de tener influencia directa en el funcionamiento de esta”, explica Carola del Rincón, psicooncóloga, experta en Psicología Integral Paliativa Pediátrica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid y presidenta de la Asociación Madrileña de Cuidados Paliativos.

Hay que tener en cuenta que los menores contextualizan la muerte según su edad, como en el caso de entre los tres y seis años en que la asocian con algo reversible o, a partir de los siete años, cuando tienen más integrada la idea de que la persona nunca volverá. “También influyen las experiencias que hayan tenido al respecto con anterioridad. Ellos tienden a expresar su duelo a través del comportamiento, por lo que el juego es una técnica muy útil, como con los dibujos, los diarios, la música o compartir los recuerdos de quien se fue con los abuelos, los primos u otros miembros de la familia”, añade la experta.

Cómo se vive perder a tu pareja

Cada persona gestiona de manera diferente el duelo de perder a su pareja y progenitor de sus hijos. En el caso de Ángel García, de 38 años, padre de dos hijas de 10 y 12 años y cuya esposa falleció hace poco, comenta: “Han pasado dos meses desde que se fue el amor de mi vida, pero me deja dos niñas llenas de amor y miles de recuerdos. Puedo ver sus fotos; oler sus cosas; ver a mis hijas vestidas con la ropa de su madre, pero todavía no puedo escuchar sus audios ni ver sus videos”. García explica que cada persona tiene su propio proceso de duelo cuando enviuda: “Ahora, queda un largo camino junto a mis pequeñas. Ellas son las que más me están ayudando. Este duelo lo cura el tiempo, cada uno tenemos el nuestro. Mi consejo es que hay que ser pacientes y constantes; permitirse llorar y estar mal, así como apoyarse en los tuyos”.

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