Síndrome del hermano mediano: ¿mito o realidad?
Los rasgos de personalidad del hijo mediano llevan siendo estudiados desde principios del siglo XX; les describen como los más rebeldes o introvertidos. Lo recomendable es dar a toda la descendencia una educación equitativa alejada de estereotipos
La dinámica entre hermanos está repleta de estereotipos. Mientras que al hermano mayor se le identifica muchas veces como el más responsable y el cuidador, del pequeño se suele decir que es el más mimado, pero también es el que vuelve a usar la ropa y otros enseres de sus hermanos mayores. Pero ¿y qué pasa con el del medio? A este niño, popularmente, se le conoce como el ignorado, el descuidad...
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La dinámica entre hermanos está repleta de estereotipos. Mientras que al hermano mayor se le identifica muchas veces como el más responsable y el cuidador, del pequeño se suele decir que es el más mimado, pero también es el que vuelve a usar la ropa y otros enseres de sus hermanos mayores. Pero ¿y qué pasa con el del medio? A este niño, popularmente, se le conoce como el ignorado, el descuidado e, incluso, el excluido, y lo cierto es que son muchas las personas que sí se identifican con estos rasgos y efectos.
“El síndrome del mediano es algo real, pues en algunas familias pueden disponerse unas condiciones que faciliten que esa dinámica entre hermanos suceda”, explica la psicóloga Sheila García, especialista en terapia conductual y contextual infantojuvenil. El término del síndrome del niño de en medio tiene su origen en 1912 y lo acuñó el médico y psicoterapeuta Alfred Adler, tras desarrollar su popular Teoría del Orden de Nacimiento, una investigación donde el psiquiatra sugiere que la posición en la que se nace puede afectar a la personalidad y al éxito en la vida.
Su estudio concluía también que los hermanos medianos comparten ciertas características que difieren del primogénito y del último. Según su investigación, los mayores serían más propensos a desarrollar la responsabilidad y los más pequeños tendrían un mayor sentido de la aventura. Por su parte, los medianos tendrían un fuerte deseo de atención y rebeldía, tanto dentro del núcleo familiar como fuera, ya que suelen mediar en los conflictos entre sus hermanos mayores y menores y porque suelen sentirse eclipsados por ellos. En resumen, y siempre según la teoría de Adler, los rasgos de personalidad más sobresalientes de los hijos medianos serían la rebeldía, la ira y los celos.
Pero la teoría de Adler ha sido muy criticada. Por ejemplo, un informe de 1998, titulado Orden de nacimiento y sentimiento familiar: los medianos son diferentes y publicado en ScienceDirect, recopila tres estudios sobre esta teoría. La investigación llegaba a la conclusión de que los hijos del medio pueden tener, incluso, relaciones más distantes con sus seres queridos, en especial con las madres. Y añadía que son menos propensos a hablar de sus experiencias íntimas con sus progenitores y suelen meterse más en problemas. Otro estudio más reciente, elaborado en 2022 y publicado en el National Library of Medicine (NIH) denominado Delincuencia ordenada: los efectos del orden de nacimiento en la delincuencia, argumenta que son completamente falsos los efectos del orden de nacimiento en la rebeldía, al existir otras variables no contempladas como el estilo de disciplina de los padres, los recursos familiares, la educación y el nivel de fraternidad en la familia. Es decir, el nivel de empatía, de solidaridad y el respeto en la familia como variables importantes.
Más celos, sensación de abandono y relaciones inseguras
“A menudo, el primero de los hijos suele recibir más atenciones, pero también tiene más inseguridades”, prosigue García, “al igual que el pequeño, que tiene más posibilidades de aprender de situaciones y comportamientos de los mayores, pero esto no significa que en todos los casos pase así”. García afirma que existen muchas variables que influyen en cómo actúan los hijos, y la posición en la que naces no lo determina con seguridad. La experta hace hincapié en que para evitar las diferencias entre hermanos lo mejor sería establecer una adecuada educación emocional equitativa con todos los hijos. “Conocer nuestras emociones, saber que son elementos que no están bajo nuestro control, que son temporales y que no son el enemigo a batir; sino que es importante hacerles un lugar en nuestras vidas, el hecho de empujar a mi hermano o no hablar, por ejemplo, son emociones que deben gestionarse de forma adecuada”, explica.
De hecho, una investigación publicada en 2020 por International Online Journal of Educational Sciences (IOJES), titulada ¿El orden de nacimiento psicológico predice las percepciones de identidad de los individuos en la edad adulta emergente?, recalca que sin una educación igualitaria el niño puede no sentirse amado con plenitud. Además, argumenta que no hacerlo también puede dejar secuelas y que el pequeño se sienta rechazado, y tener esa sensación de vacío y abandono en el futuro. “Dependiendo del manejo de las situaciones por parte, especialmente, de padres y cuidadores, así como de otras personas cercanas o de contextos importantes para el niño, será más probable que pueda sentirse más en tierra de nadie o no, que muestre actitudes rebeldes o no, que se compare y concluya que es inferior o que reclame más situaciones injustas, etcétera”, recalca la psicóloga.
El Diccionario de la Asociación Americana de Psicología (APA) describe el síndrome del niño de en medio como una condición hipotética. Pero muchos menores crecen siendo testigos de que sus hermanos se llevan las atenciones por parte de sus progenitores, y todo esto deja heridas. ¿Qué pautas deben seguir padres y madres para atender este problema en el caso de que apareciera? Lo esencial en estos casos, según informa García, es ser prudentes, evitar, en lo posible, establecer comparaciones frecuentes y muy rígidas, del tipo: “Tu hermano sabe leer mejor que ninguno” o “a ver si aprendes de tu hermano pequeño, qué él sí que sabe tener su habitación ordenada”. “Y, sobre todo, hay que tener cuidado. Si de esta comparación suele ser el otro el que siempre sale mejor parado y se hace, además, de una forma muy negativa e inamovible con frases tipo: ‘Él (ella) es y será mejor que tú toda la vida’, es un mensaje que podría calar profundo en ese hijo”, agrega la psicóloga. Para ella, lo ideal es valorar, disfrutar y compartir aquellos aspectos positivos del comportamiento del niño, dando tiempo, algunas veces tiempo exclusivo, a que se produzcan.
En resumen, lo mejor es tratar a cada hermano como un individuo único, ya que cada uno de ellos tiene un conjunto único de características, gustos y aversiones: “Conoce bien a tu hijo a nivel individual y muéstrale interés en sus pasatiempos y actividades. Permítele compartir libremente contigo sus pensamientos, sentimientos y experiencias. Y siempre trátalo como único, lo que le permitirá saber que es especial a su manera”.
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