Máximo Peña, psicólogo: “Los hombres no son otra mamá, tienen que construir su propio perfil en la relación con sus hijos y en las dinámicas familiares”

El periodista publica ‘Paternidad aquí y ahora’, un libro en el que reflexiona sobre el papel del padre. Asegura que la reformulación de esta figura no hubiese sido posible sin la presión del feminismo y cree que hay un potencial de cuidado en los varones que aún no ha sido explotado

Máximo Peña es periodista y psicólogo perinatal experto en paternidad. Cheché Díaz Yugurí

Máximo Peña (53 años, Caracas, Venezuela) es periodista y psicólogo perinatal experto en paternidad. De su experiencia en consulta y de sus vivencias como padre de una niña de 10 años surge en gran medida Paternidad aquí y ahora (Arpa, septiembre 2023). En su primer libro, el experto venezolano reflexiona sobre la figura paterna, en su opinión “un invento relativamente reciente”. Y lo hace desde diferentes vertientes, con profundidad, pero dejando espacio a las vivencias personales y al humor.

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Máximo Peña (53 años, Caracas, Venezuela) es periodista y psicólogo perinatal experto en paternidad. De su experiencia en consulta y de sus vivencias como padre de una niña de 10 años surge en gran medida Paternidad aquí y ahora (Arpa, septiembre 2023). En su primer libro, el experto venezolano reflexiona sobre la figura paterna, en su opinión “un invento relativamente reciente”. Y lo hace desde diferentes vertientes, con profundidad, pero dejando espacio a las vivencias personales y al humor.

“Cuando los padres nos hemos incorporado a los cuidados, lo hemos hecho incorporándonos a los cuidados guay. Llevar al parque a los niños, bañarles de vez en cuando, leerles un cuento… Pero hay toda un área de pequeñas e importantísimas labores de cuidado de las cuales nosotros solemos pasar, por ejemplo, pienso en el cambio de ropa de los armarios o en los piojos”, asegura Peña, creador también de Psicología para todos, un servicio de apoyo psicológico y psicoterapia para personas sanas que atraviesan dificultades. Este psicólogo, creador de un blog de divulgación científica y psicoeducación, admite que, por regla general, es la madre la que sistemáticamente se va a encargar de todos esos procesos: “Y ojo, que eso no necesariamente sería malo si el padre se ocupase mientras tanto de otras labores”.

Para él, cuando se habla de reparto de tareas en el cuidado de los hijos, de corresponsabilidad, no se trata de que cada progenitor tenga que quitar un piojo a su hijo, “sino de repartir las tareas sin que ninguna de las partes sienta que carga con la mayor parte del peso”.

PREGUNTA. Escribe Alejandro Zambra en las páginas de Literatura infantil que los hombres, muchas veces, llegan a la paternidad como esos estudiantes risueños que llegan a clase sin siquiera saber que había examen.

RESPUESTA. La antropóloga y primatóloga Sarah Blaffer Hrdy cuenta que se dio cuenta de que en las especies que estudiaba los machos asumían labores de cuidado de sus crías. A raíz de esa observación se preguntaba cómo es posible que en la especie humana la evolución no haya seleccionado o favorecido a los machos que cuidan a sus hijos. Es una paradoja. Lo que está claro en todo caso es que hay un potencial de cuidado en los varones humanos que todavía no ha sido suficientemente explotado.

P. ¿Cuánto tiene que ver en eso la ausencia de una “tradición paterna”, por así decirlo?

R. Los padres han tendido a enseñarnos a ser hombres, pero también, sin darse cuenta, enseñan a ser padres a través de su ejemplo, del modelado. Al final, con la forma en que uno trata a sus hijos también les está enseñando a ser padres o madres. Por eso lo importante de la labor del padre: la forma en que un padre con hijos varones se implique en su crianza o se relacione con su mujer, por ejemplo, marcará en gran medida cómo sus hijos se impliquen y se relacionen con las mujeres el día de mañana.

P. ¿Se pueden entender las nuevas paternidades sin el feminismo?

R. Yo estoy seguro de que toda esta reformulación de la figura paterna no hubiese sido posible sin la presión del movimiento feminista, que de alguna manera nos está emplazando a los hombres a asumir estas tareas de cuidados, a responsabilizarnos y a comprometernos con las crianzas.

P. Escribía Renato Cisneros en Algún día te mostraré el desierto que literatura y paternidad comparten un instinto caníbal: pueden darte luz, pero a cambio arrancan algo de ti.

R. La paternidad, como la maternidad, es una experiencia ambivalente. Es una especie de intercambio: los hijos te dan un montón de cosas, pero también te quitan otras. La mayoría de los hombres que recibo en consulta vienen mucho por esa pérdida, por ese hombre que ellos eran antes de ser padre y que ha desaparecido. Son hombres en proceso de readaptación para pasar del “yo” al “nosotros”, que es el cambio fundamental en el tránsito a la paternidad.

P. “Dejamos de ser una pareja un instante después de habernos convertido en una familia”, reflexionaba Antonio Scurati en El padre infiel.

R. Todos tenemos que asimilar ese duelo, y a veces no es fácil. Tampoco para las madres. Recuerdo un día que estaba con mi mujer y mi hija recién nacida, los tres juntos en la cama, un momento perfecto, y de repente los dos nos pusimos a llorar desconsoladamente. Yo entonces no me explicaba ese llanto, porque no había razones objetivas para él, pero con el tiempo he llegado a la conclusión de que era un llanto por la despedida de la pareja que éramos, ya que ese bebé marcaba un antes y un después. Una pareja tiene que reconstruirse después de la llegada de los hijos, y hay que hacer ese proceso de reconstrucción.

P. Habla en el libro del sexo después de los hijos y parece un tema muy oportuno ahora que hablamos del tránsito de la pareja a la familia.

R. Uno de los temas centrales para muchos hombres es el hecho de la reducción drástica de las relaciones sexuales en la pareja. Algunos se sienten desplazados, que la mujer no los quiere… Sabemos que la sexualidad femenina es mucho más amplia que la de los hombres y que mucha de esa sexualidad se desplaza hacia el bebé; pero luego hay otras cosas, como todas las dificultades inherentes a la crianza en una sociedad como la nuestra. Muchas veces es tanto el cansancio, las preocupaciones, etcétera, que tener relaciones sexuales pasa a un segundo plano. Pero no hay que olvidar que los hijos crecen y que también hay que reinventar y reconstruir las relaciones sexuales como reinventamos la pareja.

P. ¿Qué pueden hacer los padres en esa etapa crítica que es el posparto?

R. En la etapa inmediata al nacimiento del bebé la labor del padre no es tanto de cuidado directo de la criatura (puede cambiar pañales, claro, o bañar al bebé, vestirle, pasearle, etcétera) como de responsabilizarse para que todo lo demás en casa funcione. Esa es la gran labor del padre en este momento. Luego, de manera progresiva, debe ir incorporándose a esas tareas de cuidado más directo del bebé, pero siempre, por más igualitarios que queramos ser, respetando las necesidades evolutivas de los niños y las niñas.

P. ¿Las paternidades activas e igualitarias pueden derivar en la figura del padre usurpador o troyano?

R. Es que hemos llegado al extremo de pensar que las labores del cuidado y la crianza son 100% igualitarias, sin tener en cuenta los procesos evolutivos de la infancia. Es asombroso, pero está ocurriendo que mujeres renuncien a la lactancia materna porque dar el pecho es una ventaja respecto al hombre. Eso, desde mi punto de vista, es un exceso en el que estamos cayendo. Hay que tener cuidado con los hombres que quieren convertirse en otra mamá. Los hombres no son otra mamá, los hombres tienen que construir su propio perfil en la relación con sus hijos y en las dinámicas familiares.

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