Convivir con la discapacidad de un hijo: aprender a perdonarte

El sentimiento de culpa es algo que nos persigue, que tiene una carga emocional que pesa como una losa y que no siempre somos capaces de soportar

Nadie nos enseña a ser padres. No hay ningún libro, como tal, por el que seguir unas pautas.Unsplash

Qué duda cabe que los peores jueces somos nosotros mismos.

Nuestro nivel de exigencia, a la hora de ejercer como padres, en la mayoría de los casos es mayor que en cualquier otro ámbito de nuestras vidas.

Nadie nos enseña a ser padres. No hay ningún libro, como tal, por el que seguir unas pautas, pero lo cierto es que, como si de una carrera universitaria se tratara, intentamos hacerlo lo mejor posible para sacar buena nota....

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Qué duda cabe que los peores jueces somos nosotros mismos.

Nuestro nivel de exigencia, a la hora de ejercer como padres, en la mayoría de los casos es mayor que en cualquier otro ámbito de nuestras vidas.

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Nadie nos enseña a ser padres. No hay ningún libro, como tal, por el que seguir unas pautas, pero lo cierto es que, como si de una carrera universitaria se tratara, intentamos hacerlo lo mejor posible para sacar buena nota.

Un suspenso duele, pero sabes que solo es una calificación, y que se puede recuperar en el siguiente examen; pero un fallo en el ejercicio de la paternidad marca la vida de nuestros hijos y en muchos casos también la nuestra.

El sentimiento de culpa es algo que nos persigue, que tiene una carga emocional que pesa como una losa y que no siempre somos capaces de soportar; por eso, cuando nos equivocamos, como padres, tenemos que sabernos perdonar para no permitir que el sentimiento de culpabilidad merme nuestra capacidad de rectificar. Si eso sucediese, no nos dejará aprender de los errores y, en consecuencia, no nos dejara avanzar; por ello, es muy importante aprender a identificar los fallos y, cuando seamos conscientes de que los hemos cometido, aprender a perdonarnos.

Para sobrevivir tenemos que asumir que no somos perfectos, que nos podemos equivocar y que, lejos de buscar escusas para justificar nuestros actos fallidos, lo que tenemos que hacer es aprender a sacar lo positivo, hasta de lo negativo, porque de lo contrario el sentimiento de culpa nos puede llegar a acoquinar y a hacernos dudar, lo que puede ser la antesala de la falta de decisión.

Lo difícil es identificar los fallos, asumirlos y enmendarlos, si hubiere lugar, y después perdonarnos, para que ningún error suponga un lastre difícil de sobrellevar.

Antes que padres somos humanos y también antes hemos sido hijos; por ello, como a ser padres solo se aprende poniendo mucho amor, mucha generosidad y mucho sentido común en todos los actos que como tales, protagonicemos, queridos amigos, lo único que se me ocurre decir para apostillar lo ya dicho: la mejor forma de equivocarse lo menos posible en el ejercicio de la paternidad es poner el máximo amor en todo lo que vayamos a hacer por nuestros hijos. Seguro que si así lo hacemos será difícil que nos equivoquemos, pues educar es amar.

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