La retirada del candidato a fiscal general revela la resistencia de la vieja guardia republicana a los excesos de Trump

El rechazo a Gaetz de un grupo de senadores de su propio partido supone el primer revés del presidente electo tras su victoria en las elecciones

Matt Gaetz, en el centro, saluda a Robert F. Kennedy Jr., en una fiesta la semana pasada en Mar-A-Lago, en Palm Beach, Florida.Carlos Barria (REUTERS)

Donald Trump lanzó la semana pasada un órdago. Propuso como fiscal general a Matt Gaetz, una de las personas de su círculo menos indicadas para ese puesto. Su falta de experiencia y preparación, así como los escándalos que arrastraba como equipaje, convertían la propuesta en una especie de prueba de resistencia del sistema. Si Trump era capaz de sacar adelante ese nombramiento, demostraría que tiene el Congreso a sus pies y, por tanto, a nadie ...

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Donald Trump lanzó la semana pasada un órdago. Propuso como fiscal general a Matt Gaetz, una de las personas de su círculo menos indicadas para ese puesto. Su falta de experiencia y preparación, así como los escándalos que arrastraba como equipaje, convertían la propuesta en una especie de prueba de resistencia del sistema. Si Trump era capaz de sacar adelante ese nombramiento, demostraría que tiene el Congreso a sus pies y, por tanto, a nadie dispuesto a poner coto a sus excesos. La resistencia de la vieja guardia republicana, sin embargo, ha obligado al presidente electo a sacrificar a su candidato. En su lugar, ha elegido poner al frente del Departamento de Justicia a Pam Bondi, aliada fiel, negacionista electoral, conservadora recalcitrante y entregada al trumpismo, pero más presentable. La retirada de Gaetz supone el primer revés importante que ha sufrido Trump desde su victoria en las elecciones el pasado 5 de noviembre.

Varios de los nombres que se ha sacado de la chistera el presidente electo son controvertidos, pero ninguno era tan polémico como el de Gaetz. Nombrarlo fiscal general se parecía a poner al zorro a cuidar de las gallinas. El congresista había sido investigado por el Departamento de Justicia por haber pagado a una menor para tener relaciones sexuales. Un comité de la Cámara de Representantes estaba a punto de publicar un informe en el que daba cuenta de sus escándalos sexuales, de consumo ilegal de drogas y presuntos desvíos de fondos. Gaetz renunció al escaño para que no se difundiese el informe, pero parte de su contenido se filtró. El rastro de los pagos por sexo y los testimonios de las víctimas era elocuente.

El polémico candidato, además, no es muy querido en su propio partido. Fue el que presentó la moción de censura que le costó a su compañero Kevin McCarthy el puesto de presidente de la Cámara de Representantes. Para que su nombramiento saliese adelante, era necesario el apoyo de la mayoría del Senado. Aunque los republicanos cuentan con 53 de los 100 senadores, pronto empezó a quedar claro que habría deserciones. El miércoles, Gaetz pasó casi todo el día en el Capitolio con el vicepresidente electo, J. D. Vance, que además es senador. Sin embargo, ni el apoyo de Vance ni las llamadas de Trump garantizaban el éxito en la votación.

En el grupo republicano del Senado, hay algunos políticos de la vieja guardia republicana que no se han visto atraídos por el trumpismo. Entre ellos están Mitch McConnell, el anterior líder parlamentario en la Cámara alta, que no aspira a la reelección; Lisa Murkowski, que renovó su puesto por Alaska en 2022 pese a que Trump se enfrentó a ella, o Susan Collins, senadora por Maine, que ―al igual que Murkowski― votó a favor de condenar a Trump en su segundo proceso político, por su papel en el asalto al Capitolio. John Curtis, recién elegido en el puesto que dejó vacante Mitt Romney, se impuso en las primarias republicanas por Utah al candidato trumpista y dejó claro que no obedecerá ciegamente al presidente.

Ante el rechazo de parte de los suyos, Gaetz se había convertido en un lastre. Las vistas del proceso de confirmación amenazaban con convertirse en un circo político que eclipsase la agenda política de Trump. El presidente electo prefirió dejarlo caer antes que quemarse en una batalla que no estaba seguro de ganar. Permitió al propio Gaetz hacer el anuncio: alegó que se retiraba porque su confirmación se estaba convirtiendo “injustamente” en una “distracción”. Este viernes, Gaetz aseguró que renuncia también a recoger el acta de diputado cuando tome posesión en enero el nuevo Congreso.

Muchos senadores mostraron su alivio. Incluso los que estaban dispuestos a apoyarlo, preferían no tener que tragarse ese sapo. Mike Rounds, senador republicano por Dakota del Sur, dijo que no cuestionaría la decisión de Trump de nombrar a Gaetz, pero que el presidente necesitaba un fiscal general en el que tanto él como el Senado “pudieran confiar”. “El presidente tiene derecho a hacer las nominaciones que considere oportunas, pero el Senado también tiene la responsabilidad de aconsejar y consentir [el famoso advise and consent, que rige las confirmaciones]. Y en este caso concreto, creo que se ofreció consejo en lugar de consentimiento”, indicó a los periodistas en el Capitolio.

Donald Trump y Pam Bondi, en la Casa Blanca en 2019.Leah Millis (REUTERS)

Trump solo tardó unas horas en anunciar al reemplazo de Gaetz: Pam Bondi, de 59 años, que fue fiscal general de Florida entre 2011 y 2019 y que se ha mantenido como una fiel aliada del presidente electo durante años. Bondi formó parte del equipo legal que defendió a Trump en 2020 en su primer juicio político (impeachment), por sus presiones a Ucrania para perjudicar a Joe Biden.

También trabajó codo con codo con Rudy Giuliani para tratar de impugnar y subvertir la derrota de Trump en las presidenciales de 2020. Ha defendido públicamente el bulo de que hubo un fraude electoral en esas elecciones. Y estuvo entre los republicanos que desfilaron por Nueva York para mostrar su apoyo a Trump durante el juicio por el caso Stormy Daniels.

Bondi comparte además el afán de revancha con el que Trump vuelve al poder. En una intervención en Fox News en agosto de 2023, lo dejó claro: “Cuando los republicanos recuperen la Casa Blanca y estaremos de vuelta en 18 meses o menos, esto es lo que va a suceder. El Departamento de Justicia, los fiscales, serán procesados, los malos. Los investigadores serán investigados porque el Estado profundo durante el último mandato del presidente Trump se escondía en las sombras, pero ahora, tienen un foco sobre ellos y todos pueden ser investigados. La casa necesita ser limpiada porque ahora sabemos quiénes son la mayoría de ellos”.

Trump ha estado sujeto a investigación del fiscal especial Jack Smith por sus presuntos delitos para robar las elecciones de 2020 y por los relacionados con la retención de documentos clasificados en su mansión de Mar-a-Lago tras dejar la presidencia. Quería a alguien de lealtad probada, aunque entrase en el Departamento de Justicia como elefante en cacharrería, para que destituyese a Smith (si es que este no dimite antes) y archivase las investigaciones contra él sin miramiento alguno. Con Bondi, Trump tiene a una aliada fiel, pero al tiempo a alguien que conoce los resortes de la Fiscalía.

Pete Hegseth, nominado para secretario de Defensa, este jueves en el Capitolio.Nathan Howard (REUTERS)

El episodio de Gaetz demuestra que el Senado no está dispuesto a transigir con todo, pero paradójicamente, aumenta las posibilidades de que Trump saque adelante algunos de los otros nombramientos polémicos. Entre ellos están los del antivacunas Robert F. Kennedy para secretario de Salud; el presentador de la Fox Pete Hegseth para secretario de Defensa, o el de Tulsi Gabbard (a quien se ha criticado por sus simpatías con Rusia, Siria, Irán y China) como responsable de los servicios de inteligencia. No despiertan entusiasmo entre los republicanos, pero tampoco tanta animadversión como Gaetz. Los exámenes para sus confirmaciones servirán de termómetro de hasta qué punto la autoridad de Trump se extiende sobre el Senado.

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