Kamala Harris y Donald Trump chocan sobre futuros debates electorales
El candidato republicano se desdice de su compromiso de un duelo con la demócrata el 10 de septiembre en la cadena ABC News y ofrece celebrar otro, bajo reglas diferentes, en Fox News seis días antes
Las tornas están cambiando. Hace apenas tres meses, el candidato presidencial republicano, Donald Trump, aprobó a las primeras de cambio, sin apenas negociación, celebrar dos debates con su entonces rival electoral, Joe Biden. El primero, el 21 de junio, fue desastroso para el presidente y acabó precipitando su renuncia a la reelección, mientras Trump despegaba en las encuestas. Ahora la nueva candidata demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, se encuentra en racha y ha recortado distancias en esos mismos sondeos. Un efecto que parece haber puesto al magnate inmobiliario a la defensiva: este fin de semana ha descartado participar en el segundo de los debates pactados y ha vuelto a recurrir a los insultos personales para atacar a su contrincante.
Harris, que está a punto de anunciar quién será su número dos en la candidatura demócrata, vive un momento dulce. La atención mediática sigue centrada en ella; un sondeo publicado este domingo por la cadena de televisión CBS la coloca por delante de su rival, con un 50% de la intención de voto frente al 49% del republicano. La media de encuestas nacionales indica un empate técnico entre ambos, después de que Trump llegara a disfrutar de una ventaja de seis puntos porcentuales ante Biden. También este domingo, la demócrata lanzaba una campaña protagonizada por políticos republicanos que le han dado su apoyo, en una bofetada hacia su rival.
Y Trump ha dejado de lado el guion electoral que había seguido en sus semanas de ventaja, con el que buscaba presentarse como un estadista moderado. El sábado, en un mitin en Atlanta ―en el mismo pabellón que Harris había abarrotado cuatro días antes―, el expresidente arremetía contra su contrincante política con todo tipo de insultos sobre su inteligencia. “Una individua de bajo nivel intelectual”, la describía.
Un día antes, Trump había declarado “finiquitado” el debate previsto para el 10 de septiembre en la cadena de televisión ABC y propuso otro el 4 de ese mes en su cadena favorita, Fox News. La campaña de Harris ha acusado a Trump de acobardarse y tratar de quitarse de encima la perspectiva de un duelo dialéctico con una rival que, como antigua fiscal general del Estado de California, es experta en presentar sus argumentos ante un público para convencerlo. Ambas partes hacen gala de mantenerse en sus trece y no ceder, acusándose mutuamente de temer demasiado a su contrario.
El expresidente alega que cuando dio el visto bueno había aceptado un debate con Biden, no con Harris. También alega que mantiene un litigio por difamación con la cadena escogida, que considera alineada con los demócratas, aunque ya había presentado esa demanda cuando dio el “sí” original a su participación, en mayo.
El debate que propone ahora en Fox seguiría unas normas similares a las acordadas para el del 21 de junio con Biden. Esas reglas limitaban la duración de las respuestas y prohibían que un candidato interrumpiera al otro, entre otras cosas. Pero Trump propone algunas modificaciones: esta vez, a diferencia de entonces, el careo tendría lugar con público. En vez de Georgia, se celebraría en Pensilvania, el Estado que ambas campañas consideran clave para la victoria electoral. El acto estaría moderado por los presentadores de Fox Brett Baier y Martha MacCallum.
La vicepresidenta aseguraba el sábado, en un mensaje en la red social X, la antigua Twitter, que planea participar en el debate acordado originalmente. “Es interesante cómo ‘cualquier momento, cualquier lugar’ se convierte en ‘un momento específico, un refugio específico’. Estaré allí el día 10, como él aceptó. Espero verle allí”.
“Donald Trump está espantado e intenta rehuir el debate que ya había aceptado. En su lugar, corre hacia Fox para que venga en su ayuda”, indicaba el director de comunicaciones de la campaña, Michael Tyler, en un comunicado. “Tiene que dejarse de juegos y presentarse el 10 de septiembre en el debate que aceptó”.
Trump, a su vez, reiteraba que solo participará en el que él ha propuesto y verá a Harris el 4 de septiembre en Pensilvania: “O no la veré en absoluto”. Según insistía en su red social, con un argumento idéntico al de los demócratas, si Harris no acepta sus términos, querrá decir que “tiene miedo de participar”.
El cambio en la lista demócrata parece haber encontrado a Trump a contrapié. Si el expresidente parecía haber encontrado la fórmula adecuada para batir a su sucesor, no parece tan cómodo enfrentado a Harris, la primera mujer negra candidata presidencial en Estados Unidos. Ha calificado el relevo de “golpe” dentro del Partido Demócrata. Contra ella ha recurrido a los insultos personales y los apodos denigrantes ―una táctica que ya ha empleado en el pasado―, más que a criticar sus políticas o su gestión en el pasado. A comienzos de esta semana, en un panel en la convención anual de la Asociación de Periodistas Negros en Chicago, insinuaba que la vicepresidenta, de padre jamaicano y madre india, se había “vuelto negra” por conveniencia política.
Ese mismo día, en un mitin en Atlanta, Harris le desafiaba en público a enfrentarse en el debate. “Como se suele decir, si tienes algo que comentar, dímelo a la cara”, le retaba.
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