Biden se aferra a su candidatura, pero las opciones de victoria de Trump se disparan con el atentado

El presidente de Estados Unidos sigue empeñado en optar a la reelección, pese a las voces de su partido que lo cuestionan, mientras las posibilidades de triunfo del republicano aumentan tras el ataque

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, este viernes durante un mitin en Detroit (Míchigan).DIEU-NIALO CHERY (EFE)

Joe Biden cotiza en Bolsa. Más exactamente, las posibilidades de que Biden sea el candidato demócrata en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre se negocian en mercados de predicción como Polymarket o PredicIt. La cotización de Biden sufrió una sacudida el pasado 27 de junio, ...

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Joe Biden cotiza en Bolsa. Más exactamente, las posibilidades de que Biden sea el candidato demócrata en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre se negocian en mercados de predicción como Polymarket o PredicIt. La cotización de Biden sufrió una sacudida el pasado 27 de junio, el día de su desastrosa actuación en el debate contra Donald Trump. De darse por casi seguro que sería el nominado demócrata, se pasó en menos de una semana a una probabilidad de retirada del 75%. El presidente, sin embargo, se ha recuperado y ahora nadie tiene claro cuál será el desenlace. Los mercados dan una probabilidad cercana al 50% a cada escenario. Cara o cruz. Biden apuesta por sí mismo.

Al tiempo, el resultaado de la elección presidencial también cotiza. La probabilidad de victoria de Trump en Polymarket se disparó 10 puntos, hasta el 70%, este sábado tras el atentado sufrido por el expresidente Donald Trump en un mitin en Pensilvania, en el que resultó herido leve. La seguridad de Trump es responsabilidad del Servicio Secreto y en última instancia, por tanto, de Biden, así que puede haber quienes le culpen de no haber hecho lo suficiente por proteger a su rival, que al tiempo aparece como mártir o héroe a ojos, cuando menos, de sus seguidores.

Para Biden, es un nuevo obstáculo, tras las dudas sobre su edad y su agudeza mental. “Os prometo que estoy bien”, dijo el presidente este viernes a decenas de votantes en el Garage Grill and Fuel Bar de Northville (Míchigan), un bar de carretera en un Estado que puede resultar decisivo para las presidenciales del próximo 5 de noviembre. Poco después dio un mitin en Detroit. “Hay mucha especulación ahora mismo. ¿Qué va a hacer Joe, se va a quedar?”, preguntó antes de responder: “Me presento y vamos a ganar”. “¡No te retires!”, coreaban sus seguidores. “Vosotros me hicisteis candidato”, dijo Biden, refiriéndose a los que le apoyaron en las primarias. “No la prensa, no los expertos, no los entendidos, ni los donantes. Vosotros, los votantes, decidisteis. Nadie más. Y no me voy a ninguna parte”.

Biden se fue después a su casa de la playa de Rehoboth, en Delaware. Tras una frenética sucesión de actos oficiales y de campaña desde el día del debate de Atlanta, el presidente afrontaba un fin de semana sin ningún acto público en la agenda. Finalmente, tuvo que comparecer por el atentado contra Trump y luego decidió volver este sábado por la noche a la Casa Blanca, desde donde seguirá el desarrollo de la crisis.

El presidente tiene previsto volver a recorrer el país la semana entrante, con actos en Austin (Texas) y Las Vegas (Nevada) mientras el Partido Republicano se prepara para coronar a Trump en Milwaukee y el Demócrata se sume en una dinámica autodestructiva que erosiona sus posibilidades electorales.

Hay una veintena de congresistas de su partido que han pedido al presidente que renuncie a la reelección. Por ahora es menos del 10%. Son muchos más los que piden que siga, aunque la inmensa mayoría guarda silencio. Biden está teniendo reuniones telemáticas con diferentes grupos de congresistas del partido. En una de ellas, el representante por California Mike Levin le pidió abiertamente que se retirase.

Biden no ha logrado cerrar el debate sobre su capacidad para ser candidato, primero, y presidente cuatro años más, después. En una carta a los congresistas enviada el lunes se declaró “firmemente comprometido” con la reelección. “La cuestión de cómo avanzar ha estado bien ventilada durante más de una semana. Y ya es hora de que termine”, escribió. “Es hora de unirnos, avanzar como un partido unificado y derrotar a Donald Trump”. Pero una de las destinatarias de esa carta, la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, con gran autoridad en el partido, pareció no darse por enterada: “Depende del presidente decidir si va a presentarse. Todos le animamos a que tome esa decisión. Porque el tiempo apremia”, dijo el miércoles.

El líder demócrata insistió el jueves en que sigue adelante: “Soy la persona más cualificada para presentarme a presidente”, dijo al poco de empezar la rueda de prensa que dio tras la cumbre de la OTAN. Poco antes había presentado al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, como “presidente Putin” y al contestar la primera pregunta de los periodistas se refirió a su número dos, Kamala Harris, como “vicepresidente Trump”. Salvo por esos y algunos otros bailes de nombres, Biden estuvo correcto en su comparecencia.

El presidente elogió a Harris: “No la habría elegido a menos que pensara que estaba cualificada para ser presidenta desde el principio. No tengo ninguna duda al respecto”. Sin embargo, ante la pregunta de si le cedería el testigo si creyera que ella derrotaría a Donald Trump, se cerró en banda: “No, a menos que vinieran y dijeran: ‘No hay forma de que ganes’. Nadie dice eso. Ninguna encuesta dice eso”.

Hace cuatro años se prestó mucha atención a quién elegía Biden como número dos, porque él mismo parecía presentarse como presidente de un solo mandato. Habló de ser “puente” para otra generación. El jueves le preguntaron qué había cambiado: “Lo que cambió fue la gravedad de la situación que heredé en términos de economía, política exterior y división interna”, afirmó primero. Y luego se refirió a los riesgos para la democracia y la agenda ultraconservadora de Trump. “Esa es la otra razón por la que no he dado paso a otra generación. Tengo que terminar este trabajo, porque hay mucho en juego”, añadió.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris, en el balcón Truman de la Casa Blanca, la semana pasada, en Washington.TIERNEY L. CROSS / POOL (EFE)

Fuentes diplomáticas presentes en la cumbre de la OTAN señalan que notaron al presidente en baja forma. Indican que los asistentes contenían la respiración cuando intervenía por temor a que tuviera algún patinazo. Afirman que en ocasiones le costaba hilar su discurso. A Biden le preguntaron expresamente el jueves por cómo muchos asistentes a la cumbre señalaban que su declive se había vuelto evidente y el presidente lo rechazó de plano. “Si bajo el ritmo y no consigo hacer el trabajo, es señal de que no debería hacerlo. Pero aún no hay indicios de eso. Ninguno”, aseguró tras defender el éxito de la cumbre. “Todos los días se pone a prueba mi capacidad neurológica, [con] las decisiones que tomo cada día”, añadió. “Y todos los días estoy rodeado de buenos médicos. Si creen que (...) debería volver a hacerme un examen neurológico, lo haré. Pero nadie me lo está sugiriendo”.

Entre los apoyos del presidente, este sábado ha recibido el de que fue su principal rival en las primarias de 2020, el senador Bernie Sanders, a través de un artículo en The New York Times. “Desde hace más de dos semanas, los medios de comunicación corporativos se han centrado obsesivamente en el debate presidencial de junio y en las capacidades cognitivas de un hombre que tiene, quizá, el trabajo más difícil y estresante del mundo. Los medios han buscado frenéticamente a todo ser humano vivo que ya no apoye al presidente o a cualquier neurólogo que quiera aparecer en televisión. Por desgracia, demasiados demócratas se han unido a ese pelotón de fusilamiento circular”, ha escrito. “Sí, lo sé: El señor Biden es viejo, propenso a las meteduras de pata, camina con rigidez y tuvo un debate desastroso con el señor Trump. Pero esto también lo sé: una elección presidencial no es un concurso de entretenimiento. No empieza ni termina con un debate de 90 minutos”, argumenta. “¡Basta ya! Puede que Biden no sea el candidato ideal, pero será el candidato y debe ser el candidato. Y con una campaña eficaz que hable de las necesidades de las familias trabajadoras, no solo derrotará a Trump, sino que le ganará de forma contundente. Es hora de que los demócratas se dejen de discusiones y remilgos”, concluye.

Entre los demócratas hay dudas de si es mejor estrategia seguir intentando cambiar de candidato o cerrar filas con el que tienen. El propio Biden ha aportado argumentos prácticos a favor de su campaña. “Estamos organizados. Estamos en marcha. Y eso es muy difícil de reemplazar a corto plazo”, dijo. “También hay otras personas que podrían vencer a Trump. Pero es horrible empezar de cero”, advirtió. Y frente a quienes subrayan que hay donantes que han dejado de financiar su campaña, responde con la cuenta corriente: “Tenemos unos 220 millones de dólares en el banco. Y lo estamos haciendo bien”.

Los mercados de predicción que no son concluyentes sobre si Biden será el candidato demócrata apuntan a Trump como favorito para ocupar la Casa Blanca el año próximo, especialmente tras el atentado de este sábdo contra el expresidente. Una cuenta atrás señala que quedan 114 días para las elecciones. “Siempre tuve una inclinación, tanto si practicaba deportes como si hacía política, simplemente de seguir adelante, no parar”, dijo Biden el jueves. Ese sigue siendo su plan: no parar.

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