El fracaso de Biden en el debate aviva las voces demócratas que reclaman un cambio de candidato
El presidente sigue decidido a presentarse: “No soy joven, no debato tan bien, pero sé cómo hacer este trabajo”, dice en su primer mitin tras el cara a cara con Trump
El primer debate de las elecciones presidenciales de 2024 ha sumido a la campaña para la reelección de Joe Biden en una profunda crisis. El fracaso del presidente de Estados Unidos en su intento de demostrar que está en forma para afrontar un segundo mandato ha atizado las voces demócratas y progresistas que piden buscar un recambio para que se enfrente a Donald Trump el 5 de noviembre. Los fieles a Biden cierran filas, pero la...
El primer debate de las elecciones presidenciales de 2024 ha sumido a la campaña para la reelección de Joe Biden en una profunda crisis. El fracaso del presidente de Estados Unidos en su intento de demostrar que está en forma para afrontar un segundo mandato ha atizado las voces demócratas y progresistas que piden buscar un recambio para que se enfrente a Donald Trump el 5 de noviembre. Los fieles a Biden cierran filas, pero las dudas que ya existían se han convertido en un clamor después de su desastrosa actuación de este jueves en Atlanta, repleta de lapsus, titubeos y frases incompletas. Biden, sin embargo, apareció el viernes en un mitin dispuesto a recuperarse: “Quiero ganar las elecciones de noviembre”, dijo. “No soy un hombre joven, por decir lo obvio. No debato tan bien como antes, pero sé cómo hacer este trabajo”, añadió.
Con un discurso lo más enérgico posible, Biden salía al paso del chaparrón de las críticas recibidas tras el debate que cuestionaban su idoneidad. “Todos los demócratas que conozco están diciendo que esto es malo”, tuiteó Ravi Gupta, del equipo de la campaña de Obama, tras el debate. “Simplemente, decidlo públicamente y comenzad el duro trabajo de crear espacio en la convención para un proceso de selección. Votaré a un cadáver antes que a Trump, pero esto es una misión suicida. Podría ser una bendición que nos llegara esto en junio y no en septiembre. Pero solo será una bendición si hacemos algo al respecto”, añadió.
Ese es el gran dilema del Partido Demócrata. Si mantener la apuesta por el presidente, de 81 años, al que los votantes ven demasiado viejo para el cargo, o buscar de forma apresurada un candidato alternativo. Biden tiene los delegados necesarios para lograr la nominación en la Convención Nacional Demócrata que se celebrará del 19 al 22 de agosto. El reemplazo solo es viable si Biden da un paso a un lado voluntariamente y se celebra una convención abierta. El último precedente, de mal recuerdo para los demócratas, es cuando Lyndon B. Johnson renunció en 1968 a la reelección y los candidatos eligieron en la convención de Chicago a Hubert Humphrey, que fracasó en las urnas frente a Richard Nixon. Este año, la convención demócrata vuelve a ser en Chicago.
Biden está dispuesto a seguir en la batalla y reponerse en el segundo cara a cara con Trump, el 10 de septiembre. Pero esos dos meses y medio se van a hacer muy largos, con los vídeos de los patinazos del primer duelo circulando a toda velocidad por las redes sociales. Los demócratas críticos confían en que alguien le convenza de que renuncie a presentarse, bien sea la primera dama, sus colaboradores más cercanos o los expresidentes Barack Obama y Bill Clinton.
Jill Biden participó este viernes junto al presidente en un mitin en Raleigh (Carolina del Norte) y aseguró que su marido es la persona más apropiada para el cargo: “Lo que visteis ayer en el debate es Joe Biden, un presidente con su integridad y carácter, que dijo la verdad, mientras que Trump dijo mentira tras mentira tras mentira”. Luego, en un acto de recaudación de fondos en Nueva York volvió sobre lo ocurrido el jueves: “Vamos a hablar del debate de anoche, porque sé que está en vuestra cabeza. Como Joe dijo antes hoy, no es un hombre joven. Y después del debate de anoche, dijo: ‘Sabes, Jill, no sé qué pasó. No me sentí tan bien’. Le dije: ‘Mira, Joe, no vamos a dejar que 90 minutos definan los cuatro años que has sido presidente”.
En Raleigh, Joe Biden, en mejor forma, pero todavía con tos, trató de acallar las críticas entre gritos de “cuatro años más” de sus seguidores y leyendo en pantalla el discurso. “Sé que no soy un hombre joven, por decir algo obvio”, admitió. “Ya no camino con tanta soltura como antes. Ya no hablo tan fluidamente como antes. No debato tan bien como antes. Pero sé lo que sé: sé decir la verdad, sé distinguir el bien del mal, sé cómo hacer este trabajo, sé cómo hacer las cosas. Y sé lo que millones de americanos saben: cuando te derriban, te levantas”, subrayó.
El presidente dijo que Trump “batió el récord de mentiras en un debate” y repitió, como le había dicho a la cara, que tiene “la moral de un gato callejero”. “Estoy aquí porque quiero ganar las elecciones de noviembre y si ganamos en Carolina el Norte [el Estado donde perdió por menos margen en 2020] ganamos las elecciones”. El público estaba entregado. “El único delincuente convicto en el escenario ayer era Donald Trump”, añadió, presentando a su rival como una amenaza para la democracia, mientras los asistentes le pedían a gritos: “¡Enciérralo!”.
Obama también apuesta por el que fue su vicepresidente. “Las malas noches de debate ocurren. Créanme, lo sé“, tuiteó, en referencia a la derrota dialéctica sufrida como candidato a la reelección en 2012 en un debate contra el republicano Mitt Romney. “Pero estas elecciones siguen siendo una elección entre alguien que ha luchado por la gente corriente toda su vida y alguien que solo se preocupa de sí mismo. Entre alguien que dice la verdad, que distingue el bien del mal y que se lo dirá directamente al pueblo estadounidense, y alguien que miente descaradamente para su propio beneficio. Anoche eso no cambió, y por eso hay tanto en juego en noviembre” añadió.
Falta de un candidato alternativo
La falta de un candidato alternativo claro ha frenado siempre la posibilidad de recambio, pero vuelven a sonar nombres como los de la vicepresidenta, Kamala Harris; el gobernador de California, Gavin Newsom, o el de Pensilvania, Josh Shapiro, entre otros. Esos tres salieron a dar su apoyo a Biden tras el debate. “Tuvo un comienzo flojo, pero un final fuerte”, trató de poner paños calientes Harris en una entrevista en la CNN. “No se da a uno la espalda por una [mala] actuación. ¿Qué clase de partido hace eso?”, dijo Newsom a la MSNBC. “Joe Biden tuvo una mala noche de debate, pero Donald Trump fue un mal presidente”, señaló Shapiro. “Yo les diría a todas esas personas que están ahí fuera preocupándose ahora mismo, que empiecen a trabajar y dejen de preocuparse”, añadió.
El senador demócrata por Pensilvania John Fetterman es aún una persona más indicada que Obama para dar fe de que un cara a cara no lo es todo. “Me niego a unirme a los buitres demócratas sobre el hombro de Biden tras el debate. Nadie sabe mejor que yo que un debate difícil no es la suma total de la persona y su historial”, tuiteó. Él ganó las elecciones en noviembre de 2022 tras un desastroso debate contra el candidato republicano en el que compareció con las secuelas de un ictus y a duras penas era capaz de entender las preguntas y de hilar su discurso.
Hacia Fetterman se despertó una corriente de simpatía por sus dificultades en el debate. Biden trata de minimizar daños y que se repita el fenómeno. “Mi padre tenía una expresión. Decía: ‘Campeón, no se trata de cuántas veces te derriban. Es lo rápido que te levantas’. Me han dicho que incluso hay una canción sobre eso”, tuiteó este viernes, acompañando un fragmento de su discurso de Raleigh con el tema Tubthumping, de Chumbawamba.
Muchos congresistas demócratas, sin embargo, temen que un mal resultado de Biden les arrastre, pues todos los representantes y un tercio de los senadores se juegan la reelección el mismo día de las presidenciales. Varios han mostrado públicamente su preocupación por el mal debate de Atlanta. Aun así, ni congresistas, ni gobernadores, ni otros cargos han cuestionado abiertamente la candidatura de Biden. Han sido antiguos mandos de campaña o gente que no está en el aparato del partido.
“Creo que ha cundido el pánico”, dijo en la CNN David Axelrod, asesor durante muchos años del expresidente Barack Obama. “Y creo que se van a oír discusiones que no sé si conducirán a algo, pero va a haber discusiones sobre si debe continuar”, añadió. “Ha sido la peor actuación en la historia de los debates presidenciales televisados”, señaló Tim Miller, antiguo estratega republicano convertido en partidario de Biden, en la sala de prensa tras el debate.
El director de comunicaciones de la campaña de Biden, sin embargo, negó el viernes por la tarde a los periodistas a bordo del Air Force One, el avión presidencial, que haya movimientos para sustituir a Biden: “No hay conversaciones sobre eso en absoluto. Los votantes demócratas eligieron, nominaron a Joe Biden. Joe Biden es el nominado”, afirmó, según una transcripción facilitada por la Casa Blanca. Tyler admitió que Biden “no tuvo la mejor noche en el escenario del debate”. “Pero preferimos una mala noche a un candidato con una mala visión de adónde quiere llevar al país”, puntualizó.
Presión de los medios
La presión también llega desde los medios y columnistas progresistas. ”Hora de irse, Joe”, titulaba en The Atlantic Mark Leibovich. “Biden tiene que hacerse a un lado, por su propia dignidad, por el bien de su partido y por el futuro del país”, argumentaba. “Joe Biden es un buen hombre y un buen presidente. Debe retirarse de la carrera”, titulaba Thomas Friedman en The New York Times. En el mismo medio, el premio Nobel de Economía Paul Krugman, uno de sus fieles seguidores, también daba su brazo a torcer: “El mejor presidente de mi vida adulta necesita retirarse”.
Quizá el golpe con más pegada fue un duro editorial del diario neoyorquino: “Para servir a su país, el presidente Biden debería abandonar la carrera electoral”, tituló. “En el debate del jueves, el presidente necesitaba convencer al público estadounidense de que estaba a la altura de las formidables exigencias del cargo que aspira a ocupar durante otro mandato. Sin embargo, no se puede esperar que los votantes ignoren lo que era evidente: Biden no es el hombre que era hace cuatro años”, decía. “Hay líderes demócratas mejor equipados para presentar alternativas claras, convincentes y enérgicas a una segunda presidencia de Trump. No hay razón para que el partido arriesgue la estabilidad y la seguridad del país obligando a los votantes a elegir entre las deficiencias del señor Trump y las del señor Biden”, añadía.
Cuando Biden se lanzó a competir por la nominación demócrata en 2020, se entrevistó con el consejo editorial del New York Times, que no apostaba por él. El periódico recomendó a dos candidatas como mejores opciones para la presidencia: Elizabeth Warren y Amy Klobuchar. Como respuesta, Biden tuiteó un vídeo que se hizo viral con la guardia de seguridad que le había acompañado en el ascensor en su visita a la redacción: “Honrado de haber logrado el apoyo de Jacquelyn”. Exactamente un año después de ese tuit, Biden juraba el cargo de presidente de Estados Unidos tras derrotar a sus rivales demócratas, primero, y a Donald Trump, después. Biden quiere que se repita la historia.
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