Trump enfanga el proceso electoral al sugerir que los votos contados después del martes serán ilegítimos
Los republicanos preparan el terreno para contestar el recuento y arrojan dudas sobre la validez del escrutinio del sufragio postal, mayoritariamente demócrata y disparado por la pandemia
Es uno de los factores que añade tensión a una noche electoral ya al rojo vivo. Donald Trump y su equipo llevan meses preparando el terreno para contestar el recuento de votos, si este no les es favorable. Ahora, en la recta final de la campaña, el presidente arroja más sospechas y enfanga aún más el terreno introduciendo conflictos legales que, en realidad, no son más que ruido. Pero ruido peligroso. “La elección debería terminar el 3 de noviembre, no semanas más tarde”, tuiteó. Algo que difícilmente sucederá: inclus...
Es uno de los factores que añade tensión a una noche electoral ya al rojo vivo. Donald Trump y su equipo llevan meses preparando el terreno para contestar el recuento de votos, si este no les es favorable. Ahora, en la recta final de la campaña, el presidente arroja más sospechas y enfanga aún más el terreno introduciendo conflictos legales que, en realidad, no son más que ruido. Pero ruido peligroso. “La elección debería terminar el 3 de noviembre, no semanas más tarde”, tuiteó. Algo que difícilmente sucederá: incluso en unos comicios sin tanto voto por correo, casi ningún Estado reporta los resultados definitivos en la misma jornada electoral. Más de 80 millones de estadounidenses han votado ya por correo y los republicanos, que confían en que la mayoría de sus votantes depositen su papeleta la misma jornada electoral, coquetean con el peligroso juego de proclamar ganador a su candidato una vez concluya el recuento de papeletas depositadas el mismo martes.
“El presidente Trump estará por delante en la noche electoral”, dijo en televisión Jason Miller, asesor de la campaña de reelección del presidente, contando con que la mayoría de los demócratas han votado ya por adelantado y el grueso de votantes republicanos se concentre en la jornada del martes. “Y entonces ellos tratarán de robarla después de la elección”, añadió, en una peligrosa e insólita acusación a los demócratas.
Días antes, en un acto de campaña, el presidente ya apuntó en la misma dirección: “Deberíamos querer tener los votos contados, tabulados y terminados para la tarde-noche del 3 de noviembre”. Un escenario prácticamente imposible en la práctica, que nunca en la historia moderna ha sucedido, y que no es contemplado en legislación alguna. Cuando se proclama un ganador en la misma noche electoral, no es porque el recuento se haya completado, sino porque las proyecciones de los medios deducen que, aunque quede escrutinio, uno de los candidatos tiene ya una ventaja que los votos restantes no pueden arrebatar.
Los mensajes apuntan a la posibilidad de que la campaña republicana decida emprender una batalla legal para tratar de anular los votos por correo que no hayan sido contados antes del fin de la jornada electoral. Un intento de forzar a los Estados a detener el recuento después de la jornada electoral por la vía judicial sería una subversión sin precedentes del proceso electoral, que arrebataría el derecho de participación política a millones de ciudadanos que han depositado sus votos de manera legal y en los plazos establecidos.
En medio de una pandemia en la que las autoridades sanitarias desaconsejan el contacto físico con otras personas, se espera que más de 80 millones de personas voten por correo en estas elecciones. Es más del doble de los que lo hicieron hace cuatro años, un insólito crecimiento que ha puesto el foco en el proceso por el que los diferentes Estados verifican la identidad de los votantes. Ambos partidos, y también grupos de activistas, han interpuesto demandas contra dichas técnicas de verificación, a menudo por fallos en el proceso de notificación a los votantes para corregir eventuales errores y darles la oportunidad de corregirlos. El presidente Trump ha ido mucho más lejos, sugiriendo públicamente, sin evidencias que lo justifiquen, que dichas prácticas son una oportunidad para el fraude electoral.
Los votos por correo suelen tardar más en procesarse que los que se emiten en persona durante la jornada electoral. El mensaje de la campaña de Trump es el de minimizar la pandemia y dar una impresión de normalidad, a pesar de que numerosos Estados reportan estos días récords de contagios. La campaña de Biden, por el contrario, exhibe una actitud más acorde a las recomendaciones de las autoridades sanitarias, los candidatos siempre con máscaras y limitando los eventos en los que pueda haber riesgo de contagios. Por eso se estima, y así lo corroboran las encuestas, que la mayoría de los votantes que han elegido participar por correo son demócratas. Extrapolar conclusiones sobre el resultado final en función del sentido del voto por correo sería tan poco preciso como hacerlo en función solo del voto presencial del martes.
En algunos Estados sí se prevé que pueda declararse un ganador en la noche electoral. Es el caso de Florida, un Estado clave, sin el cual las opciones de Trump se reducen drásticamente. Allí la ley permite empezar el escrutinio del voto por correo antes de la jornada electoral. Pero en otros Estados, incluido uno tan importante para la victoria en el colegio electoral como Pensilvania, donde muchos condados no empezarán el recuento del voto por correo hasta el miércoles, el resultado puede demorarse varios días. Lo cual no sería el resultado de un fraude, como sugiere el presidente, sino del funcionamiento normal del proceso electoral.
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