Así cierran las encuestas en EE UU: las opciones de Trump y otras claves, según los sondeos

Biden es favorito y tiene una ventaja sobre el republicano mayor que la que tuvo Clinton. No obstante, el presidente conserva una opción entre seis de ganar

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El pronóstico que se está actualizando desde EL PAÍS apunta a Joe Biden como firme favorito. La predicción de consenso le da un 85% de opciones de ganar, frente al 15% que conserva Donald Trump. Estas son las claves de los principales datos.

Las opciones de Trump son menores que las que tenía en 2016, cuando se impuso por sorpresa. Hace cuatro años, Hillary Clinton tenía una ventaja de 3,8 puntos porcentuales en los sondeos, pero ese m...

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El pronóstico que se está actualizando desde EL PAÍS apunta a Joe Biden como firme favorito. La predicción de consenso le da un 85% de opciones de ganar, frente al 15% que conserva Donald Trump. Estas son las claves de los principales datos.

Las opciones de Trump son menores que las que tenía en 2016, cuando se impuso por sorpresa. Hace cuatro años, Hillary Clinton tenía una ventaja de 3,8 puntos porcentuales en los sondeos, pero ese margen se quedó en la práctica en apenas dos puntos, y perdió la elección. ¿Puede repetirse esa sorpresa? Por supuesto. Pero sería una sorpresa aún mayor: la ventaja de Biden sobre Trump es del doble, casi nueve puntos. Además, el número de indecisos se ha reducido. Entonces, un 12% no tenía decidido votar ni por Clinton ni por Trump, pero ahora solo son un 5%.

El modelo de predicción a partir de encuestas de FiveThirtyEight en vísperas de la elección de 2016 daba un 29% de probabilidades a Trump de ganar, un porcentaje que ahora reduce al 10%. Es un dato a leer con sutileza: significa que otra victoria del republicano sería una sorpresa mayor —tres veces más rara—, pero también dice que es una posibilidad. Puede ocurrir.

Un suceso de probabilidad del 10% o el 15% no es nada imposible. Si te despiertas una mañana sin saber qué día es, que sea lunes es tan probable como una victoria de Trump. Son números similares a un penalti: si eres un votante demócrata deberías sentirte como el lanzador (esperanzado, pero asustado) y si eres uno republicano, como el portero (no es fácil, pero no estás perdido). Esta incertidumbre es desagradable, pero así es la naturaleza de una elección.

Además, no todos los pronósticos coinciden. Para hacer la predicción de EL PAÍS se combinan cuatro fuentes: dos modelos basados en encuestas, las predicciones de un grupo de expertos y el mercado de apuestas. Los modelos son los más decisivos: dicen que Biden tiene un 90% y hasta un 95% de opciones de ganar. El grupo de expertos es más cauto, sus pronósticos coinciden con la media y le dan un 85%.

La predicción más divergente son las apuestas. De los precios que fijan se deduce que Trump tendría una opción entre tres de repetir como presidente (36%). Son muchas más —para las apuestas, de hecho, la victoria de Trump no sería una sorpresa—. El mercado de apostadores tiene muy presente el resultado de 2016 y desconfía de los sondeos. Es algo que se vio en las elecciones presidenciales francesas de 2017. Entonces los sondeos decían que Marine Le Pen tenía pocas posibilidades de ganar, pero habían pasado solo meses de las victorias del Brexit y Trump, y mucha gente pensaba que las encuestadoras no estaban captando el voto populista. En esa ocasión, las apuestas se equivocaron y los sondeos fueron precisos.

Pero, ¿por dónde pasan las opciones de Trump? Hay una docena de Estados clave que pueden cambiar de manos o son representativos. Si se pudiese adelantar un resultado, lo mejor sería preguntar por Wisconsin. Si allí gana Biden, sus opciones de ser presidente suben hasta 19 de 20, según el modelo estadístico de FiveThirtyEight. Pero si Trump sorprende y se lleva ese Estado, pasaría a ser el favorito con cinco opciones de seis de ganar. Ocurre algo parecido con Pensilvania, Michigan, Minnesota o Nevada.

La victoria de Trump pasa por dar una gran sorpresa —que por definición, no se puede adelantar— o seguir un sendero estrecho. Primero necesita Florida, casi por obligación, donde está un par de puntos por debajo de Biden. Después tiene que asegurarse la victoria donde es líder —Texas, Iowa, Ohio— e imponerse en territorios disputados, como Georgia y Carolina del Norte. Una vez ahí, para completar esa suma tiene dos alternativas: repetir el camino de 2016 y ganar algunos Estados del cinturón industrial (Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Minnesota) o sorprender en el oeste (Arizona, Nevada, Nuevo México, Colorado). Ninguno de estos caminos es fácil y por eso el favorito es Biden: no necesita que pase nada especial.

Cuidado con los relatos estilizados. El miércoles habrá un resultado determinado y miraremos pequeños cambios del electorado para explicarlo: leeremos (y escribiremos) que los barrios residenciales han cambiado de color, que Pensilvania se volvió demócrata o que los blancos que no fueron a la universidad han vuelto a votar por Trump. Pero hay que recordar que muchas cosas no cambiarán. La enorme mayoría de quienes votaron por Trump le volverán a votar. Lo sabemos por los sondeos. Si solo repite el 90% de quienes le votaron, Trump perderá probablemente la presidencia, pero el grueso de sus votantes seguirá ahí. Los estadounidenses no cambiaron por completo sus ideas cuando votaron a Trump para reemplazar a Barack Obama, pero tampoco lo harán ahora, aunque se decanten por Biden. Los países no se vuelven del revés de un día para otro.

Biden o Trump: ¿quién va ganando las elecciones?

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