¿Ya somos mejores?

La preocupación por quedarse sin protección sanitaria ha aumentado notablemente en Estados Unidos

Varios médicos transportan a un paciente en un hospital de Nueva York.David Dee Delgado (AFP)

“El virus nos hará mejores, más solidarios”. Esa era la versión tópica de la predicción. La específica exige respuesta a las siguientes cuestiones: ¿asumiríamos más fácilmente ahora lo obvio del destino común de la humanidad en el siglo de la globalización definitiva? ¿Nos resulta más fácil darnos cuenta de lo que siempre fue cierto, pero ahora es innegable: que la salud de una sociedad depende de la que disfruta la persona con peor acceso a cuidados dentro de la misma? ¿Apreciamos más la labor de la ciencia en dibujarnos mapas para navegar la incertidumbre? ¿Estamos, en definitiva, más dispue...

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“El virus nos hará mejores, más solidarios”. Esa era la versión tópica de la predicción. La específica exige respuesta a las siguientes cuestiones: ¿asumiríamos más fácilmente ahora lo obvio del destino común de la humanidad en el siglo de la globalización definitiva? ¿Nos resulta más fácil darnos cuenta de lo que siempre fue cierto, pero ahora es innegable: que la salud de una sociedad depende de la que disfruta la persona con peor acceso a cuidados dentro de la misma? ¿Apreciamos más la labor de la ciencia en dibujarnos mapas para navegar la incertidumbre? ¿Estamos, en definitiva, más dispuestos a construir consensos solidarios, duraderos, basados en la evidencia, alejados de la respuesta fácil populista?

Es pronto para responder de manera fehaciente, pero también inevitable intentarlo. Los eventos de esta magnitud son difíciles de leer mientras están sucediendo, pero todos nos damos cuenta de que estamos atravesando uno. Esa sensación de comunión nos empuja a buscar relatos comunes, pero la coincidencia termina ahí: las elecciones de EE UU nos lo vienen a demostrar.

Joe Biden ha planteado su desafío a Donald Trump en estos términos, una disyuntiva entre la luz y la oscuridad. Por ahora, las encuestas indican que la ciudadanía ha escogido observar el contraste bajo el cristal de las mismas gafas ideológicas que ha usado hasta ahora. Apenas un 2% o 3% de votantes siguen indecisos. Trump mantiene su aprobación en 4 de cada 10 de ellos (una proporción que se dobla entre los republicanos, y baja a un escaso 9% entre los demócratas). Es verdad que, en un país que vive la paradoja de producir innovaciones sanitarias mientras les pone un precio inaccesible para sus habitantes, la preocupación por quedarse sin protección ha aumentado notablemente. Pero los cambios de percepción en la pregunta “quién va a asegurarte la cobertura” se producen en los márgenes, a pesar de que tanto Trump como su partido llevan años tratando de desmontar los avances logrados.

Una parte de los acérrimos habitan confortablemente en la disonancia cognitiva de afirmar que comparten la necesidad de ampliar la cobertura de salud, pero defienden a quien quiere reducirla. Son, de nuevo, las gafas partidistas, que por ahora impiden que las preguntas arriba enunciadas tengan respuesta afirmativa, privándonos de la esperanza de una visión conjunta de mínimos para superar este momento. @jorgegalindo

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