Starmer endurecerá las condiciones para que los inmigrantes obtengan la residencia permanente en el Reino Unido
El Partido Laborista, que celebra estos días su congreso, despliega mano dura con la población de origen extranjero para intentar frenar el auge de la ultraderecha
El Gobierno laborista de Keir Starmer ha decidido que su verdadero enemigo electoral y político ya no es el Partido Conservador, sino la derecha extrema y xenófoba de Reform UK, la formación de Nigel Farage. Y el campo donde se libra la batalla es de las políticas de inmigración. La recién estrenada ministra del Interior, Shabana Mahmood, hija de paquistaníes y “musulmana devota”, según ella misma se ha definido, va a aprovechar este lunes su primera intervención en el congreso del partido, que comenzó el domingo en Liverpool, para anunciar un endurecimiento de las condiciones que deberán cumplir los inmigrantes que aspiren a construir su vida en el Reino Unido, según han adelantado los servicios de prensa del congreso.
Si la propuesta sale adelante en el Parlamento, toda persona que quiera obtener un permiso de residencia indefinida en el país deberá demostrar un elevado nivel de inglés; tener un historial penal limpio e impecable; haber contribuido a la economía nacional, durante al menos diez años, con el pago de cotizaciones sociales a través de un trabajo regular; y no haberse beneficiado de ningún tipo de ayuda pública durante su estancia en territorio británico. A todo eso se añadirá la exigencia de haber realizado algún tipo de voluntariado social que demuestre una contribución efectiva al bien de la comunidad.
Todos estos requisitos extra se suman a la decisión ya anunciada por parte del Gobierno de Starmer de elevar de cinco a diez años el tiempo previo de estancia necesario para solicitar el permiso de residencia indefinido. El primer ministro británico intenta distanciarse de las políticas propuestas por Farage y presentar en las suyas un rostro humano, pero siempre a base de endurecer las cosas para los inmigrantes.
Las nuevas condiciones no afectarían a quienes ya disfrutan de un permiso de residencia indefinida actualmente en el Reino Unido.
Hasta hoy, cualquier persona que hubiera residido cinco años en territorio británico y no hubiera sido condenada por algún delito podía optar casi de modo automático a la condición de residencia indefinida, un paso previo a la obtención de la ciudadanía (que exige un año más, la aprobación de un examen y el pago de unas tasas).
En el caso de aquellos inmigrantes o solicitantes de asilo que reciben ayudas públicas para su subsistencia —en la actualidad, unos 120.000 en todo el Reino Unido—, deben esperar más tiempo antes de regularizar su situación.
Las propuestas de Farage
Farage prometió a finales de agosto que, si llegaba al poder —y las encuestas señalan desde hace muchos meses que esa es una posibilidad real—, deportaría a millones de personas y anularía por completo la posibilidad de lograr la residencia indefinida. Cualquier inmigrante que viviera en el Reino Unido se vería obligado a renovar permanentemente su visado y a demostrar, con ese propósito, que disponía de un trabajo con una renta elevada y ningún antecedente penal.
Starmer, consciente de que una parte muy importante de su partido ve con disgusto sus continuas respuestas de imitación ante cada nueva provocación de Farage, ha calificado la propuesta de Reform UK como “racista e inmoral”, y ha acusado a la formación de ultraderecha de intentar hundir el país.
“La idea de deportar a inmigrantes que viven aquí legalmente, que llevan años en este país, que trabajan en nuestros hospitales y escuelas, que tienen sus propios negocios y son nuestros vecinos, todo eso puede desgarrar al Reino Unido”, proclamó el domingo el primer ministro en la BBC. Pero a la vez, por boca de su ministra Mahmood, ha querido dejar claro que su Gobierno también va a ejercer la mano dura para controlar las fronteras y complicar la entrada de más personas.
Todas las encuestas señalan la inmigración irregular como el problema principal para los ciudadanos británicos. En el país viven actualmente 10,7 millones de personas nacidas fuera del Reino Unido (el 15,4% de la población total), según el Observatorio de Migraciones de Oxford.
La ministra, que se ha labrado fama de tener un discurso duro en asuntos de ley y orden, ha presentado siempre la historia de sus padres como la de los “buenos inmigrantes” que trabajan duro y contribuyen con su esfuerzo al bien de la comunidad. Una “migración justa”, junto a unas fronteras seguras, son parte integral de un país “tolerante y generoso”, según Mahmood, que intentará convencer de ello a sus compañeros de partido.
Tanto ella como Starmer saben, porque así se lo han hecho saber muchos diputados y cargos municipales laboristas, que la sangría de apoyos de los votantes tradicionales laboristas que están saltando a Reform UK es muy grave, y que la causa principal de esta fuga es la inquietud social que provoca el debate de la inmigración. “La clase trabajadora se alejará de nosotros” y “buscará alivio en las falsas promesas de Farage” si el Gobierno no actúa pronto, advierte Mahmood a las voces internas de su formación que expresan dudas sobre las políticas de mano dura con la migración.
“Al castigar a los que vienen en busca de refugio y necesitan ayuda, al decirles que da igual lo duro que trabajen porque nunca tendrán un hogar permanente en el Reino Unido, estamos haciendo lo contrario a estimular cualquier tipo de integración o de contribución de estas personas a nuestra sociedad”, ha denunciado Enver Solomon, director ejecutivo de Refugee Council, la organización en defensa de los inmigrantes más relevante en territorio británico.