Leandro Vieira: “A un proyecto equivocado de Brasil le interesa transformar la cultura en algo banal”

El carnavalesco carioca, ideólogo de algunos de los desfiles del Sambódromo más políticos de los últimos años, apoya a Lula para frenar en seco el avance del conservadurismo

Leandro Vieira, en entrevista para EL PAÍS, en Río de Janeiro (Brasil).Leonardo Carrato

Faltan pocos días para las elecciones en Brasil y cuatro meses para el carnaval, pero en la cabeza de Leandro Vieira (Río de Janeiro, 1983) los dos asuntos tienen una importancia central y mucho que ver. Al frente de los preparativos para el desfile en el Sambódromo de la escuela de samba Imperatriz Leopoldinense, Vieira recorre la gigantesca nave industrial donde ya se empiezan a perfilar las carrozas, dando órdenes y super...

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Faltan pocos días para las elecciones en Brasil y cuatro meses para el carnaval, pero en la cabeza de Leandro Vieira (Río de Janeiro, 1983) los dos asuntos tienen una importancia central y mucho que ver. Al frente de los preparativos para el desfile en el Sambódromo de la escuela de samba Imperatriz Leopoldinense, Vieira recorre la gigantesca nave industrial donde ya se empiezan a perfilar las carrozas, dando órdenes y supervisando detalles entre decenas de carpinteros, herreros y escultores. Trabaja como ‘carnavalesco’, en sus propias palabras, “el director artístico de esa ópera popular que la gente conoce como desfile de las escuelas de samba”. Vieira pertenece a una nueva generación de carnavalescos que ha rescatado la vertiente más politizada de la fiesta. En los últimos años, los desfiles que ideó celebraron la diversidad religiosa de Brasil cuando Río tenía un alcalde evangélico y aliado del presidente Jair Bolsonaro, reivindicó a los héroes negros e indígenas apartados de la historia oficial y a la concejala asesinada Marielle Franco. Confiesa que tiene dificultades en entender cómo el bolsonarismo encontró terreno fértil en un país tan plural, y asegura que, cuatro años después, “el retroceso social es enorme”.

Pregunta. Mucha gente aún ve el Sambódromo apenas como mero entretenimiento, una gran fiesta, una locura con miles de personas semidesnudas divirtiéndose. ¿Por qué prevalece esa imagen?

Respuesta. Quien vende el carnaval lo hace de la forma más equivocada posible. Esa idea de fiesta es precisamente la idea que vacía el papel principal del carnaval como manifestación artística, cultural y política. Como fiesta, estás banalizando la importancia de la cultura, el arte y la política. Y para un proyecto equivocado de este país, transformar la cultura, el arte y la política en algo banal es interesante.

Leandro Vieira, en Río de Janeiro, en septiembre de 2022.Leonardo Carrato

P. ¿Cuál es el papel social de las escuelas de samba?

R. En un país donde la educación no es para todo el mundo, las escuelas de samba son una herramienta para potenciar el conocimiento de la cultura y la historia del Brasil en que creemos, por lo menos el Brasil en el que yo creo. Las escuelas de samba pueden desarrollar una ciudadanía consciente, posibilitar una educación ciudadana para una población que no siempre tiene acceso a una enseñanza de calidad.

P. En sus desfiles ha tratado mucho de la vertiente cultural de la diversidad religiosa de Brasil, el sincretismo, etc, pero en los últimos años el país lidió de una forma algo fundamentalista con la religión. ¿Cómo ve la forma en que Brasil se relaciona con lo religioso hoy?

R. Entiendo la religiosidad brasileña como uno de los aspectos culturales más fundamentales para la formación del pueblo brasileño. Es imposible desasociar la cultura brasileña de su cultura religiosa. Es imposible, por ejemplo, no vincular las escuelas de samba a las religiones de matriz africana, o las fiestas ‘juninas’ (que celebran san Juan, san Pedro y san Antonio) a las fechas de la cultura religiosa ibérica. La cultura religiosa de Brasil es un lado de la cultura brasileña, y durante mucho tiempo eso se entendió de forma muy natural. Pero con el avance del conservadurismo, ligado a iglesias neopentecostales, se creó una ‘bancada de la Biblia’ (la manera informal de referirse a los parlamentarios evangélicos más radicales) que ha crecido mucho en el Congreso Nacional. Ese proyecto político-religioso en 2016 conquistó la alcaldía de Río de Janeiro. Esa representatividad política para aspectos sociales es un peligro. Cuando un presidente de la República dice que tiene que colocar en el Tribunal Supremo a alguien “terriblemente evangélico” está dando señales de que el aspecto político y religioso pasa por encima de los aspectos democráticos. El Brasil real se maneja bien con las cuestiones culturales y religiosas, y el Brasil real es el de la calle, el que hace esa mezcla.

P. Pero el “Brasil real” también escogió a un obispo evangélico de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Marcelo Crivella, como alcalde de Río, en la ciudad que se enorgullece de organizar el mayor carnaval de Brasil. ¿Cómo se explica eso?

R. No lo sé explicar, como tampoco sé explicar qué es lo que hace que Río de Janeiro sea la cuna del bolsonarismo. No consigo explicarlo. No puedo. Llevo años intentando entenderlo.

P. ¿Qué hay detrás de los ataques del campo conservador contra el carnaval y otras expresiones de la cultura popular? ¿Un prejuicio hacia los pobres?

R. Totalmente, hay un prejuicio con las cosas del pobre. Imagina para este país que está marcado por este pensamiento colonial, por el machismo, por el racismo, aceptar que la mayor expresión de la cultura brasileña es una expresión artística que viene de las periferias, de las favelas, y que es básicamente negra. Y que esa cultura de la periferia negra es bonita, reconocida internacionalmente y hecha por gente negra, pobre de la favela.

P. Quien construye el carnaval y frecuenta las escuelas de samba todo el año, es mayoritariamente negro y de la periferia, pero la gran mayoría de sus dirigentes son blancos y de un status social más alto. ¿Cómo ve ese contraste entre quien hace el carnaval y quien manda en el carnaval?

Leandro Vieira, durante la entrevista. Leonardo Carrato

R. Es una contradicción muy grande, que comunidades periféricas, en su mayoría formadas por personas de piel muy oscura, sean representadas por hombres blancos representantes de una élite. Eso tiene que ver con las contradicciones sociales brasileñas. Las escuelas de samba son un recorte muy claro de todas las contradicciones de Brasil.

P. Estuvo hace poco en un acto de sambistas apoyando a Lula. ¿Por qué crees que es la mejor opción para Brasil ahora?

R. Brasil vive una situación en que hay que defender cuestiones que son básicamente democráticas. Hay que frenar un pensamiento conservador, autoritario. Ser conservador en Brasil es mantener las cosas como están, y Brasil es un país históricamente marcado por una policía autoritaria, por un pensamiento colonial, machista, racista… Ser conservador en Brasil es mantener una estructura social machista, racista, homófoba… Elegir a Lula en el primer turno es de alguna forma impedir un avance de un proceso que ha dejado marcas sociales muy malas en el Brasil de los últimos años. Es una cuestión de prioridades. Brasil hoy vive un retroceso social enorme. Es una crisis social básica, estamos hablando de hambre. No tener qué comer es algo muy grave. Para mí está muy claro que hay que dar un basta ya a todo ese retroceso.

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