Dimite el enviado especial de la ONU para Libia, un mes antes de las presidenciales
El eslovaco Jan Kubis renuncia al cargo cuando aún no había cumplido un año en el cargo. Su antecesor alegó exceso de estrés al abandonar el puesto
El eslovaco Jan Kubis, de 69 años, ha dimitido este martes como enviado especial de la ONU para Libia. Kubi renuncia tras desempeñar el cargo solo durante diez meses y cuando solo faltan 31 días para el 24 de diciembre, cuando se prevé celebrar las primeras elecciones presidenciales del país. Kubis no alegó ninguna explicación oficial, pero fuentes diplomáticas, citadas por la agencia France Presse, señalan que no se siente respaldado.
Nadie está en condiciones de asegurar ahora mismo que la primera vuelta de las presidenciales se celebrará en la fecha marcada. Entonces estaba previsto ...
El eslovaco Jan Kubis, de 69 años, ha dimitido este martes como enviado especial de la ONU para Libia. Kubi renuncia tras desempeñar el cargo solo durante diez meses y cuando solo faltan 31 días para el 24 de diciembre, cuando se prevé celebrar las primeras elecciones presidenciales del país. Kubis no alegó ninguna explicación oficial, pero fuentes diplomáticas, citadas por la agencia France Presse, señalan que no se siente respaldado.
Nadie está en condiciones de asegurar ahora mismo que la primera vuelta de las presidenciales se celebrará en la fecha marcada. Entonces estaba previsto convocar también elecciones legislativas. Finalmente, estas últimas se han pospuesto hasta enero o febrero.
Libia se queda ahora sin mediador en medio de una situación muy complicada, con el país fuertemente dividido entre el este y el oeste. El peligro, según diversos observadores no radica tanto en el hecho de que no se celebren las presidenciales el 24 de diciembre, sino en que las partes enfrentadas vuelvan a tomar las armas. Y eso podría ocurrir incluso si se desarrollan los comicios en la fecha prevista.
Dos de los candidatos que se han presentado están considerados como criminales de guerra por una parte de los libios, los que viven en el oeste del país, y sobre todo en las ciudades de Misrata y Trípoli. Uno de ellos es Saif el Islam Gadafi, hijo predilecto del dictador Muamar el Gadafi. El otro, el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte en el este del país. Hafter intentó tomar Trípoli en abril de 2019. Siguió intentándolo durante 14 meses en los que fallecieron miles de personas y otras tantas quedaron desplazadas. Además, en las afueras de la capital libia fueron destruidos barrios enteros.
Las partes enfrentadas firmaron un alto el fuego ante la ONU en octubre de 2020. Se comprometieron a que los mercenarios de ambos bandos saldrían del país en un plazo de tres meses. La realidad es que miles de soldados extranjeros a sueldo siguen aún en Libia. El bando de Jalifa Hafter está apoyado por mercenarios rusos de la compañía Wagner. A las milicias del oeste les apoyan mercenarios sirios contratados por Turquía, principal aliado de las autoridades de Trípoli y Misrata.
El antecesor de Kubis, el libanés Ghassam Salamé, ofreció una razón que aportaba cierta luz sobre el desgaste del puesto de mediador en Libia. Dijo que durante dos años había intentado reunir a los libios y preservar la unidad y alegó que yo no podía continuar con tanto estrés. Antes de la dimisión de Salamé, el diplomático español Bernardino León, que ejerció como enviado especial de la ONU entre 2014 y 2015, abandonó el cargo entre acusaciones de parcialidad. Su dirección de correo fue pirateada y trascendió la noticia de que mientras ejercía como mediador estaba negociando un salario equivalente a 49.000 euros mensuales para incorporarse a la Academia Diplomática de Emiratos Árabes Unidos, un país que siempre apoyó al mariscal Jalifa Hafter.
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