El presidente palestino aplaza las elecciones ante el veto de Israel en Jerusalén Este
Abbas, que convocó en enero los primeros comicios en 15 años, advierte de que las legislativas solo se celebrarán si se permite su celebración en la Ciudad Santa
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, aplazó en la noche del jueves sin fecha cierta las legislativas previstas para el 22 de mayo ante el veto de Israel a que se celebren en Jerusalén Este al mismo tiempo que en Cisjordania y la franja de Gaza. Abbas, de 85 años y que no había convocado elecciones desde 2006, aseguró: “Ante la difícil situación, no iremos a las urnas sin Jerusalén. Tan pronto como Israel acepte que haya votación, las celebr...
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, aplazó en la noche del jueves sin fecha cierta las legislativas previstas para el 22 de mayo ante el veto de Israel a que se celebren en Jerusalén Este al mismo tiempo que en Cisjordania y la franja de Gaza. Abbas, de 85 años y que no había convocado elecciones desde 2006, aseguró: “Ante la difícil situación, no iremos a las urnas sin Jerusalén. Tan pronto como Israel acepte que haya votación, las celebraremos”. Las facciones disidentes de Fatah, el partido nacionalista del presidente palestino, y los islamistas de Hamás, que Gobiernan de facto en Gaza, temen que el aplazamiento pueda ser un pretexto del veterano rais para mantenerse en el poder.
En una reunión de los partidos y organizaciones que integran la Organización para la Liberación de Palestina en Ramala, sede administrativa de la Autoridad Palestina próxima a Jerusalén, Abbas advirtió de que “no se trataba de un tecnicismo legal, sino de una cuestión política fundamental”, informó el diario Haaretz. Agregó que le parecía “un disparate” la justificación ofrecida por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a la comunidad internacional de que al encontrarse al frente de un Gobierno en funciones tras las elecciones del 23 de marzo no podía tomar una decisión sobre la votación en Jerusalén Este.
Israel ocupó militarmente la parte oriental de la Ciudad Santa en 1967 y se la anexionó unilateralmente en 1980. Desde entonces, ejerce su soberanía sobre el conjunto de la urbe y prohíbe las actividades políticas de los palestinos, quienes aspiran a tener la capital de su futuro Estado en Jerusalén Este, donde se incluye el recinto histórico amurallado.
Tras el estallido de violencia del pasado jueves día 22 en la Ciudad Vieja, que se saldó con más de un centenar de heridos, en su gran mayoría palestinos, durante el fin de semana se registró el lanzamiento desde Gaza de cerca de medio centenar de cohetes, sin causar víctimas ni daños de consideración en territorio israelí. La respuesta de Israel fue inusualmente comedida: una ronda de bombardeos sobre objetivos de Hamás sin apenas consecuencias y represalias económicas, como la clausura de la zona de pesca del enclave, que ya ha sido levantada.
En un gesto contemporizador después de haber permitido hace una semana una marcha de cientos de ultraderechistas judíos hacia el barrio musulmán de la Ciudad Vieja, la policía de Israel retiró en la noche del domingo las barreras que impedían las tradicionales reuniones de jóvenes en las noches de Ramadán en la Puerta de Damasco, que ha sido el epicentro de los disturbios durante el mes sagrado musulmán.
El presidente Abbas ha decidido aplazar –y no cancelar– los comicios en un intento de evitar nuevos estallidos de violencia en Jerusalén oriental y en Gaza. El partido nacionalista Fatah ha sufrido dos importantes escisiones, mientras Hamás se presentaba unido ante las urnas, lo que le auguraba una cómoda victoria en las legislativas si finalmente se llevan a cabo. Aunque Estados Unidos y la Unión Europea habían expresado formalmente su apoyo a la celebración de los comicios, en realidad tampoco parecían interesados en una reedición de la victoria en las legislativas de Hamás, una organización que califican de terrorista, como ya ocurrió hace 15 años.
En la tres veces santa Jerusalén, la menor chispa puede provocar un incendio devastador. Cuando comenzó el mes de ramadán, hace más de dos semanas, la policía esgrimió las limitaciones vigentes a causa de la pandemia para impedir las concentraciones ante la puerta de Damasco, principal acceso al barrio musulmán de la Ciudad Vieja, tras el rezo de la noche en la Explanada de las mezquitas. Las barreras policiales colocadas fueron interpretadas por los palestinos como una afrenta a la religión islámica, lo que desató una ola de protestas sin precedentes desde 2017, cuando Israel instaló medidas de control en los accesos a la mezquita de Al Aqsa, lugar sagrado del islam.
El rais Abbas convocó por sorpresa las legislativas y presidenciales en Palestina después de tres lustros sin elecciones. El acercamiento entre Fatah y Hamás que se produjo tras la salida de la Casa Blanca del republicano Donald Trump, quien había roto las relaciones con los palestinos, propició la decisión. El presidente Joe Biden se ha mostrado partidario de la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos con mediación de EE UU, que siguen paralizadas desde 2014.