Macron enfila un año clave rodeado de incertidumbres
El líder francés busca consolidar su base electoral y legado de cara a las presidenciales de 2022
Las duras, y también unánimes, críticas por el lento arranque de la vacunación en Francia no han sido un buen comienzo de año para el Gobierno y eso es, sobre todo, una mala noticia para su presidente. A Emmanuel Macron le queda este 2021 para consolidar su mandato y mantenerse, como se espera que busque hacer aunque aún no ha oficializado su candidatura, más allá de 2022, al frente de una Francia que la pandemia ha dejado más empobrecida, que se siente...
Las duras, y también unánimes, críticas por el lento arranque de la vacunación en Francia no han sido un buen comienzo de año para el Gobierno y eso es, sobre todo, una mala noticia para su presidente. A Emmanuel Macron le queda este 2021 para consolidar su mandato y mantenerse, como se espera que busque hacer aunque aún no ha oficializado su candidatura, más allá de 2022, al frente de una Francia que la pandemia ha dejado más empobrecida, que se siente nuevamente vulnerable tras los recientes ataques yihadistas y que sigue profundamente dividida.
“La reconciliación no se decreta. Mi combate no es intentar reconciliar con palabras apaciguadoras, los franceses saben que no son solo las palabras lo que les reconciliará, sino la acción”, se defendió Macron en una entrevista en diciembre en L’Express. Pero para esa “acción” no le queda mucho tiempo —ya son menos de 500 los días hasta la cita electoral— y sí muchas tareas pendientes, más allá de la batalla contra la pandemia, que aún durará meses. Y cada gesto que haga a partir de ahora, cada paso que dé, será analizado con más cuidado que nunca.
Bien lo vio en una de sus primeras salidas institucionales del año. Aunque el Elíseo asegura que era un homenaje como ha hecho a tantos otros antecesores en el cargo —en su mayoría conservadores—, su participación el pasado viernes en la ceremonia por el 25 aniversario de la muerte del socialista François Mitterrand, ha sido criticada como un intento del “presidente ni de izquierdas ni de derechas”, como él mismo se ha definido, de hacer un guiño a un electorado de izquierda que lo apoyó en 2017, pero que se siente en parte abandonado. “Prometió ser a la vez de izquierdas y de derechas, y ha sido de derecha-derecha. El elector de izquierdas que soy no se reconoce”, ha dicho a Le Monde el escritor Philippe Besson, amigo íntimo de Macron.
Entre los giros a la derecha que se le reprochan están, entre otros, algunas partes de su normativa contra el separatismo islamista, bautizada finalmente como “proyecto de ley que reafirma los principios republicanos” y que tiene que ser discutida ahora en la Asamblea Nacional, o la ley de seguridad global y su controvertido artículo 24, que busca limitar la difusión de imágenes de los agentes de las fuerzas del orden. Su presentación provocó fuertes protestas, también de la prensa, que coincidieron con la revelación de varios escándalos de violencia policial destapados gracias, precisamente, a cámaras ciudadanas. Una controversia que ha llevado al Gobierno a prometer una reescritura del artículo.
En este mandato se ha dado un “fenómeno inédito en la historia de la popularidad presidencial en la V República: un cambio de base electoral”, ha analizado en Le Figaro el director general adjunto de la empresa de sondeos Ifop, Frédéric Dabi. Si en 2017 el electorado de Macron “venía principalmente de la izquierda”, las europeas de 2019, explica, confirmaron el “deslizamiento” de votos. “Las fugas de una parte del electorado presidencial de Macron (el 40% ya no vota por su partido), fueron compensadas por ganancias de electores procedentes de la derecha”, añade.
No son solo los votantes los que tienen esta sensación: el año pasado, La República en Marcha, el partido de Macron, que sigue sin consolidar su base territorial, perdió la mayoría absoluta parlamentaria tras la deserción de varios diputados desencantados con las políticas gubernamentales, que buscan ganar terreno en los temas favoritos —seguridad, inmigración— de la derecha y sobre todo de la ultraderecha. Allí, al fin y al cabo, se sitúa la única rival clara hasta el momento para 2022, la líder del Reagrupamiento Nacional, Marine Le Pen, a quien los sondeos vuelven a colocar en un cara a cara con Macron en una segunda vuelta en 2022.
El politólogo Roland Cayrol advierte de que es demasiado pronto para apostar por un nuevo final Macron-Le Pen como en 2017. “Hay una ley que siempre ha funcionado hasta ahora: a año y medio de una elección presidencial, cuando se pregunta a los franceses a quién van a votar, sitúan a dos personas en la segunda vuelta. Jamás ha sucedido que lleguen esas dos personas, siempre pasa algo totalmente imprevisto en el último año de campaña”, dice. El propio Macron anunció su candidatura al Elíseo en noviembre de 2016, solo cinco meses antes de las elecciones que acabó ganando.
Protestas
¿Y si ese imprevisto fuera ahora que Macron no se presenta a la reelección? “Puede que no pueda ser candidato, quizás tenga que hacer cosas, el último año, en los últimos meses, duras, porque las circunstancias lo exijan, y que hagan imposible que sea candidato”, dijo en diciembre al digital Brut. Aunque no es una posibilidad que se tome muy en serio ni su propio equipo —no hay un plan B—, lo cierto es que Macron afronta este último año de mandato un panorama muy complejo, con el desafío de reactivar la economía, sin desatender ese programa de reformas que lo impulsó al Elíseo y que su entorno asegura que sigue en marcha pese a todo.
El elefante en la habitación, como dicen los anglosajones, es la reforma de las pensiones, que tras las fuertes protestas de los chalecos amarillos en 2018 provocaron, al presentarse a finales del año siguiente y hasta la pandemia, las mayores manifestaciones contra el Gobierno y una histórica huelga del transporte público que paralizó durante mes y medio las grandes urbes. Pese a ello, Macron insistió en impulsarla y solo el coronavirus le obligó a suspenderla, el pasado verano, sin que desde entonces la haya vuelto a mencionar abiertamente (ni siquiera la citó entre sus prioridades en su discurso de fin de año).
Por si acaso, Philippe Martinez, secretario general del sindicato CGT, ya ha lanzado un aviso. “Si para reducir la pobreza, devolver el poder adquisitivo y salvaguardar el empleo, el Gobierno considera que la única solución es reformar las pensiones, juega con fuego y hace una apuesta muy arriesgada. Mucho”, advirtió en el Journal du Dimanche, en el que anunció nuevas protestas porque “hay mucha cólera respecto a la situación social y por la salud”.
La difícil búsqueda de un contrapeso a la izquierda de Macron
A pesar del desencanto, Macron cuenta aún, según una reciente encuesta de Ifop, con una base de electores de izquierda no desdeñable, subraya el director general adjunto del instituto, Frédéric Dabi. Hasta un 34% de los simpatizantes de izquierda aprobaban en diciembre su gestión y un 30% se decía satisfecho con él. Pero esa satisfacción es más coyuntural que ligada a la figura de Macron; esos votantes podrían desertarlo, avisa. El problema: la falta de un liderazgo en la izquierda para ese voto. La mayoría de electores de izquierdas repiten su preferencia por una candidatura única (72% en noviembre). Pero solo para el Partido Socialista se multiplican los nombres posibles —entre ellos, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo—. Y los socialistas rechazan un pacto con la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon.