El Vaticano ordena detener a una mujer vinculada al cardenal Becciu por destinar fondos a productos de lujo
Cecilia Marogna, persona de confianza del purpurado sancionado por el Papa, está acusada de gastar el dinero en ropa y muebles
El Vaticano atraviesa enormes turbulencias a cuenta de la investigación abierta contra el cardenal Angelo Becciu, quien fue uno de los purpurados más poderosos de la curia y que cayó en desgracia hace dos semanas cuando el Papa le retiró la confianza y todos sus derechos cardenalicios. La Guardia di Finanza italiana, en el último capítulo de este aparatoso culebrón, ha detenido el martes por la noche en...
El Vaticano atraviesa enormes turbulencias a cuenta de la investigación abierta contra el cardenal Angelo Becciu, quien fue uno de los purpurados más poderosos de la curia y que cayó en desgracia hace dos semanas cuando el Papa le retiró la confianza y todos sus derechos cardenalicios. La Guardia di Finanza italiana, en el último capítulo de este aparatoso culebrón, ha detenido el martes por la noche en Milán a Cecilia Marogna, una mujer de 39 años de la confianza de Becciu que recibió ingentes sumas de dinero de los fondos del Vaticano para tejer una red de diplomacia y beneficencia paralela que debía favorecer a personas y países en dificultades. En lugar de eso, según las investigaciones de los tribunales de la Santa Sede, Marogna se gastó el dinero en ropa y muebles de lujo. Un extremo que nunca ha negado. La orden de detención llega desde el Vaticano a través de la Interpol.
Marogna -también de origen sardo, como el cardenal- pudo acceder a una cuenta en Eslovenia donde se ingresaron al menos 600.000 euros procedentes de fondos reservados de la Secretaría de Estado vaticana y destinados a misiones secretas en Asia y África. Pero gran parte de esa suma terminó siendo usada para la adquisición productos de lujo, según destapó el programa Le Iene: 12.000 euros para un sillón de la marca Frau; 2.200 euros productos de Prada, 1.400 en Tod’s u 8.000 en Chanel. “Tal vez el bolso era para la esposa de un amigo nigeriano que podía hablar con el presidente de Burkina Faso”, se defendió ella. En el diario Domani, Marogna aseguró también que parte de ese dinero formaba parte de sus honorarios y que lo gastó como quiso: “Yo no soy una misionera, no trabajo gratis”.
Marogna era una supuesta experta en relaciones diplomáticas y ofreció sus servicios al cardenal, según publica Il Corriere della Sera, en 2016 para mediar en distintas crisis internacionales. La idea, según expuso ella, era crear un servicio de inteligencia paralelo para proteger a distintos estamentos de la Iglesia en el extranjero de peligros como el terrorismo. Una misión que, al momento, no ha trascendido si realmente llevó a cabo.
Un cardenal con varios frentes abiertos
El propio cardenal aseguró sentirse estafado y ha señalado a través de su abogado que los contactos con la mujer se limitaron a asuntos institucionales. Ella, sin embargo, asegura que logró tejer una red de relaciones en África y Oriente Medio para custodiar nunciaturas y otros organismos de la Iglesia. La conocida ya como “dama del cardenal” asegura que tomó parte de ese dinero para restituir anticipos que había hecho de hasta 220.000 libras.
El problema es que el caso de Marogna se añade a un reguero de acusaciones que pesan sobre el cardenal Becciu. El prelado está en medio de una investigación del Vaticano por la ruinosa adquisición de un edificio en Sloan Square, en el barrio londinense de Chelsea, para el que se usaron fondos reservados de la Secretaría de Estado. Además, fue acusado de malversación y nepotismo por favorecer distintas empresas de sus hermanos con fondos de la Santa Sede. Por este último motivo fue desposeído de sus derechos como cardenal -principalmente el de participar en el cónclave que elegirá al próximo papa-, un castigo sucedido solo otras tres veces en más de 120 años.